Desistir  de la caterva de injusticias será factible; al percibir que la fuente de penurias y zozobra es la falta de un proceder Justo. El proceder Justo no se obtiene por ritos o religiones, sino por la obediencia a su carácter Justo, practicado en nuestro desempeño diario.

La obediencia al único Dios vivo  asegura vida abundante y libertad, sobre posibles enemigos.  Toda libertad o juego contiene reglas para no ser algo caótico; nuestra vida contiene un manual y no siempre coincide con la interpretación de religiosos ávidos de lucro.

Requerimos a hijos acciones que nunca realizamos; absurdo total es solicitar Justicia, verdad y bondad cuando no la evidenciamos en trato diario, así es con los hijos. Ellos reflejarán según lo observado de nuestro proceder.

La insensatez supina es despotricar  de un hijo cuando este es reflejo de nuestro proceder. Tomó ejemplos de su entorno pero por lo regular no minan tanto sus convicciones.

La práctica de Justicia, bondad, verdad y equidad asegura vida abundante a nuestro ser e hijos; pero la, de injusticia la muerte a nuestro ser e hijos de no volcar hacia la Justicia.

Actuar con honestidad y rectitud en todo ámbito implica pensamientos honestos; cargados de rectitud, palabras que expresen veracidad y actos que coordinen en un sentir Justo. Un actuar en honestidad y pericia imperiosamente saturará nuestro desempeño de oportunidades laborales, sociales y económicas.

Las carencias de estas actitudes honestas hacen languidecer, padecer detrimentos y penurias hasta la muerte.

Para presenciar días de vida abundante es necesario erradicar de tajo la injusticia, violencia y beligerancia. Identificar que la falta de esperanza produce violencia, no es novedad. La novedad es que acceder a la esperanza no excluye a nadie y es gratis. Camino de esperanza es la práctica de Justicia en Cristo, y camino del desespero y muerte es la violencia.

El libre albedrío es elegir, entre esa disyuntiva. Delante está la vida y la muerte.

Por muy imposible que aparente la retribución de una acción, siempre realiza su propósito; bendición al Justo y detrimento y zozobra al malvado. Recordar esta pequeña sentencia debería restringir en la aglomeración de injusticias practicadas; pero damos libre paso a los deseos de malicia. Inocular toda Justicia es manido bajo la conveniencia que prima en todo estrato social.

Obviar la práctica de Justicia asegura las penurias, así como vejar al de proceder Justo, la languidez. Nunca indemne resultará quien pretende progreso con aviesas acciones. 

Al topar con un desvalido increpamos con saña contra él, para extraer lo que catalogamos como beneficio; no contemplar como rapiña este proceder conformará suplicios más que beneficios. De tener conciencia de ello, será prevaricar no retraerse.

Hogaño prima la injusticia; estridencia, violencia y beligerancia con resultados nefastos. Cambiemos hacia la práctica de Justicia,  para ver días felices sin zozobras.

 

Referimos oportunidad a la mayor alevosía ante pretensiones de injusticias; pero pocas veces logramos divisar algunas oportunidades en las adversidades.  Lo crucial de las adversidades es otorgar forma de rectificar un proceder errado de la Justicia.

No relegar de practicar Justicia cuando ella provee vida abundante, es lo sensato de la vida. Pero es manido que prime el egoísmo, codicia y bastardee el minúsculo incentivo de justicia