El momento oportuno para demostrar nuestras convicciones nos son otorgadas, está en  nuestro estilo de vida  permitir a nuestra voluntad de actuar en consecuencia o desechar la oportunidad.

Una cosa es segura que si  alguien que consideramos superior a nuestra persona realiza algo, contrario a nuestras convicciones  por encajar o ser complaciente, terminaremos reaccionando de la misma forma, al menos mientras permanezcan  visibles nuestros actos, delante de aquella persona.

Bueno es manifestar un carácter férreo hacia la práctica de la Justicia, bondad y honestidad que provee seguridad, longevidad libre de carencias y adversidades.

Las lisonjas que propinamos, para tener o pretender preferencia suele ser hechicería cuando no procede de agradecimiento, inflando el ego de quien creemos obtener tales ventajas, de seguro mostrará inclinación a nuestra persona; alguien avispado en relaciones humanas nos tacharía de obsecuentes.

Pero a todos en cierto grado, seduce la idea de contar con obsecuentes y sobre todo cuando esta afianza nuestra pertenencia a un grupo social, por eso tantos malhechores son tratados como bienhechores en algunos casos.

 

Personas que en todo momento fraguan maldades y violencias, obtienen un estilo de vida inmerso en la iniquidad, que no logran percibir como dañino, hasta que son tratados como ellos tratan.

No ignoremos, que fracasar en todo ámbito, tiene estrecha relación con la falta de Justicia, honestidad y bondad empleada, en toda acción realizada.

Al todo o nada, no existe término medio en ser objeto de benevolencias.

Imploramos el favor de quien puede aliviar nuestra carga, pero cuando está de nuestra cuenta aliviar la carga de terceros, rehuimos teniendo en menos la angustias, cuando transitamos en holgura.

De padecer en carne propia  las angustias y adversidades tomamos perfectiva diferente de ayudar, como que este es el medio utilizado para ser mejor persona.

Mejor sería enmendar nuestro desempeño antes de la angustia, pero como nadie escarmienta en lo ajeno, siendo escaso de sabiduría.

Desde que nuestra intención es realizar acciones injustas, oblicuadas por nuestras palabras expresadas, sabemos que una expresión desprovista de decoro y respeto hacia los oyentes es sinónimo de violencia que manifestaremos.

Por otro lado tenemos quienes expresan rectitud, mas su desempeño es plagado de violencia, secuaces de soberbios y complacientes con altivos.

El punto es: hemos adoptado las bajezas para expresar nuestras ideas, que no identificamos que este es el punto de origen de la violencia, obteniendo una sociedad llena de rapiña y violencia.

Por ser adoptado por la mayoría la ramplonerías, no deseamos cambiar ya que no identificamos decadencia en ello, hasta que se plante a nuestro lado alguien con mejores modales que el nuestro, esperemos no sea demasiado tarde de haber adoptado el mote de el peladito.

Esto acontecería si cambiamos de ambiente.

Es cosa endémica actuar con egoísmo, avaricia y detrimento hacia todo lo que, no sea de nuestra injerencia o propiedad; desconocemos que nuestro bienestar está en procurar el bienestar de los demás.

Actuando de un proceder que los demás identifiquen como no dañino, actuarán de la misma forma, hacia nuestra persona.

Para tal efecto el camino de la Justicia, honestidad y bondad conduce a vida longeva, libre de angustias y escasez.

Lo que suscita en nuestra vida es producto de nuestro desempeño diario, si tenemos  cosas no deseables catalogadas como malas, no son otra cosa que productos de nuestras malas elecciones.

Recuerde que recibimos acorde a acciones ofrecidas, como a fecha  predomina envidia, egoísmo, rivalidad y violencia no divisamos bondad, seguridad y buena voluntad en nuestro diario vivir.

Recibir lo bueno que adelante nuestro proceder de vida diario, tiene que ver con nuestras acciones realizadas cargadas de Justicia, bondad y honestidad.

Por donde transitar será siempre nuestra elección.