sábado, 13 de mayo de 2017

Atendemos a las conveniencias antes que realizar lo único que provee vida, que es la Justicia. El amor al dinero y la obtención de él por medios injustos nos conduce a lo perverso, y la asiduidad de injusticias crea insensibilidad a la conciencia.

Pero lo que, mueve al mundo es el dinero e inmersos en la vorágine de esa mentalidad malogramos la vida; sin ocuparse de dos áreas restantes de nuestro ser de mayor relevancia. Lo Espiritual que tiene injerencia sobre todo ámbito y lo relacionado con el alma.

viernes, 12 de mayo de 2017

En ocasiones, nos amedrentamos por la lozanía del equipo contrario en pugna; al obviar lo equipotente que nos ofrece la Justicia practicada. Lo manido es temer por no concebir la práctica asidua de la rectitud. Las ramplonerías de nuestras acciones, palabras y propósitos injustos ofuscan, alcanzar la vida abundante.

Con afán e injusticias nos ocupamos por lo material (el dinero) sin atender que somos tripartitos: espíritu, alma y cuerpo (materia) no vejemos lo más importante de la vida por lo más visible.

Sin la comprensión que bajo la Justicia podremos ser equipolente en toda acción Justa; la temeridad de la inseguridad gravitará siempre sobre nuestro desempeño.

jueves, 11 de mayo de 2017

Ante, injusticias cometidas bastardear o impedir realizar lo correcto; asidero concedemos a las adversidades, para gravitar sobre nuestra persona. Es la misma mecánica empleada en el manejo del lenguaje, adoptado de la criminalidad. Porque, del fruto de nuestros labios se saciará nuestro vientre  


 Hogaño no clasificamos nuestra expresiones como: coloquial, familiar; jerga laboral, sino todo lo conglomeramos en lo denigrante que resta veracidad y confianza, que es las groserías y vulgaridades. Ya nadie busca mejorar como persona enfilando a la rectitud; pero muchos desean la vida abundante, apoltronados en la injusticia y perversión.

La única manera de asir de la   vida abundante o plena es por la fe y práctica de Justicia y fe en Cristo, para saciar lo Espiritual moral y material. 

miércoles, 10 de mayo de 2017

De plantear un padecimiento propio como situación de manera ajena; pronta brindamos la solución correcta. Creemos  realizar lo correcto pero no siempre lo correcto nos favorece cuando la caterva de injusticias nos circunvala; aquí radica lo crucial de la Justicia, realizar Justicia aun en detrimento aparente. Seguro es que jamás el proceder Justo hará padecer, sin propósito para alcanzar algo mejor.

Muchos, claudican por lo percibido sin atender que lo Espiritual es inconmensurable; dentro de la Justicia practicada. Ahora, es menester activar el ámbito Espiritual en Cristo, para que la Justicia no sea un suplicio realizarla. Recuerde cambiar la forma de pensar para  alcanzar la vida abundante, dentro de la Justicia.
HACE ALGUNAS SEMANAS, durante el noticiero más importante de la televisión, conversando con el presentador, uno de los más conspicuos políticos del país dijo con toda seriedad algo así como lo siguiente: “Haiga pasado lo que haiga pasado”. Creí que yo había oído mal. Sin embargo varias personas habían quedado igualmente sorprendidas, una de ellas un culto periodista que dedicó una de sus columnas al incidente. Ciertamente sabemos que el presidente Calderón había acuñado, a propósito de las pasadas elecciones, la célebre expresión “como dicen en mi pueblo: haiga sido como haiga sido”. El político del que hablo, ¿habrá glosado la célebre frase? Puede ser. No me dio sin embargo esa impresión.
         Haiga (y aiga) por haya, presente de subjuntivo de haber, llegó a usarse por algún clásico y hoy es bastante frecuente en hablas populares y rurales. Menéndez Pidal observa que pudieron influir en ello, a manera de contaminación, otras formas verbales que también tienen una g en ese tiempo verbal, sin poseerla en el infinitivo, como valga (valer), caiga (caer), oiga (oír), etc. En un pasaje del libro De la vida, muerte, virtudes y milagros de la Santa Madre Teresa de Jesús (1591), de fray Luis de León, puede leerse el siguiente texto:

        “Escrito está que Dios es amor; y, si amor, es amor infinito y bondad infinita, y de tal amor y bondad no ay que maravillar que aiga tales excesos de amor que turben a los que no le conocen, y aunque mucho le conozcan por fe.”

        En el español contemporáneo estándar, tanto el escrito cuanto el hablado, sólo se emplea haya. El uso de haiga queda hoy reducido a ámbitos rurales o populares, aunque en esos registros es mucho más frecuente que lo que podría pensarse. Hace algunos años, el Ceneval hizo algunas pruebas de redacción a jóvenes recién ingresados en el bachillerato. Tuve acceso a algunos de esos textos. Se pedía al estudiante que contestara la siguiente pregunta: “¿qué y cómo le harías para mejorar la sociedad en la que vivimos?” Copio un fragmento de una de las respuestas: “Principalmente sacar tanta corrupcion y q’ aiga castigos severos aunq’ x lo menos sea dando llegue a trabajar...”.
        En la lengua escrita de todos los tiempos se ha preferido siempre la forma haya. Haiga o aiga ha sido y es de empleo mucho menos que esporádico. Ahora bien, una muestra inequívoca de que haiga era y es muy frecuente en el registro vulgar viene a ser la alta frecuencia con que escritores costumbristas del siglo XIX y principios del XX ponen haiga en boca de sus personajes populares. Abunda esta forma en los textos narrativos de Pérez Galdós, Pereda, Güiraldes, Carrasquilla, Benavente, Valle-Inclán, Alcalde del Río, Gallegos, Azuela, Arniches, Valera, Gabriel y Galán, Ascasubi... Podrían darse cientos de ejemplos. Baste uno de José María de Pereda (La puchera, 1889):

        “Y al ver yo que la cosa estaba en punto, díjele: ‘Pos yo tenía que decite dos palabras respetive a esto y a lo otro’. Y se lo estipulé finamente; sin faltale, vamos... ¡sin faltale ni en tanto así, recongrio! El hombre se quedó algo cortao en primeramente; dempués golvió a decime: ‘¿Y cai con eso?’. Y yo arrespondí: ‘Pos tal y cual’, ¡siempre finamente, recongrio, y sin faltale en cosa anguna! Al último me dijo: ‘Que la haiga hablao u que no, no es cuenta tuya’.”

        Alguien podrá preguntar: ¿Es correcto decir haiga por haya? Quizá el término correcto (o incorrecto) no sea lo más propio. Algunos lingüistas opinan que sólo es incorrecto lo que va en contra de las reglas estructurales de la lengua, como sistema abstracto. En otras palabras, los hispanohablantes nativos, estrictamente, no podemos hablar incorrectamente, como tampoco podrán hacerlo los anglohablantes nativos. Tal vez convenga mejor usar el término ejemplar (o no ejemplar), que se aplica no ya al sistema abstracto de la lengua sino a las lenguas concretas llamadas históricas. Así, lo que resulta ejemplar para ciertos hablantes puede no serlo para otros. Lo ejemplar en el dialecto europeo del español (como decir “la escribo una carta” por “le escribo una carta”) puede no serlo en el americano y viceversa: cuando un mexicano dice “abre hasta las 11” por “no abre hasta las 11” está empleando una expresión poco ejemplar para los oídos de un hispanohablante europeo.
        Si dos hispanohablantes iletrados están conversando, a ninguno de los dos le llamará la atención que uno diga haiga en lugar de haya. Quizá ni lo note siquiera. Sin embargo los hablantes educados, que saben leer y escribir y, además, que suelen leer y escribir, han decidido desde hace siglos decir y escribir haya y no haiga. En efecto, se trata de una convención... ni más ni menos. Por tanto, para la norma estándar del español, lo ejemplar es decir haya. No fue ésta una decisión de los maestros de escuela o de los académicos de la lengua, o del gobierno, sino del conjunto de los hispanohablantes educados, los buenos escritores al frente, como debe ser. Por tanto, si alguien desea dirigir la palabra a ese tipo de personas, medianamente educadas, conviene que diga haya y no haiga. Eso debe enseñar la escuela. Por respeto a la sociedad es ésa la forma que debe emplearse, por ejemplo, en la radio o en la televisión.
        Por otra parte, la forma haiga es claramente “estigmatizadora”: quien la emplea queda señalado como perteneciente al grupo social de las personas no educadas, aunque por otras razones (haber ido a la universidad, sea por caso) no forme, en términos estrictos, parte de él. Creo que a las personas educadas, es decir a la inmensa mayoría de la población, no les gustaría ser gobernadas por una persona no educada, así sea sólo en el plano lingüístico. Conviene, por tanto, que los políticos cobren conciencia de que hablar como personas educadas puede acarrearles el nada despreciable beneficio de ser mejor recibidos, mejor escuchados por la (muy influyente) sociedad de las personas educadas. Por el contrario, no faltará el ciudadano que decida llegar al extremo de no votar por quien dijo en público haiga en lugar de haya. Sus (respetables) razones tendrá.

martes, 9 de mayo de 2017

Hogaño se toma toda irresponsabilidad como algo digno de publicitar; todo lo que denota falta de carácter responsable recibe loas; mientras sumergidos en decadencia continuamos por la perversión de la irresponsabilidad. Pocos padres saben aplicar disciplina que enorgullecerán en el futuro. Toda acción que al presente libra de enfrentar responsabilidades; a lo cercano será objeto de pesadumbre.

Es mejor que llores tú hoy y no mañana yo. Comprendido que sí hoy disciplino no tendré razones mañana para lamentar conviene a hijos y padres. 

lunes, 8 de mayo de 2017

Acaecen sucesos increíbles favorables o desfavorables que solemos atribuirlo a la casualidad. Sin comprender que las manifestaciones aparentes están para atraer la atención sobre algo; pero  somos proclives a atender lo injusto, aberrante y depravado antes de escrutar sobre lo Justo, verdadero y honesto; por creer la falacia que la justicia es  deplorable para este tiempo.

Estar absorto del estilo de vida aquí y ahora injusto; con lleva tolerar toda clase de maldades en la vida diaria.
Falta persona con mucho carácter, para no imitar falencias de la mayoría, siempre errada; porque el hombre busca lo perverso. Aunar al problema o a la solución usted elige.

domingo, 7 de mayo de 2017

En época, que abunda la maldad; lo pútrido prolifera por la falta de atender lo moral y Espiritual. Enrarece quienes mediten en la palabra Divina, que es nuestro manual de vida, para producir éxito duradero que con lleve vida abundante.

En mayoría religiosos influidos por volcar la palabra Divina como fuente de ganancia; no mencionan santidad, madurez Espiritual y transformar la palabra en un estilo de vida, que dé evidencia que lo que vociferan sea real. Como esto no atrae dinero lo omiten y realizan sus espectáculos y malabares religiosos. La corrupción ha permeado todo estrato que el camino es no apartarse de la Justicia, bondad, misericordia no pareciendo lógica sus práctica; porque a su tiempo, recibiremos frutos de nuestras acciones.