El temor que pide Dios, es temer a realizar lo injusto, violento he infame por no amoldarse al carácter Justo, recto y verdadero. Lo que mayor asiduidad presenta es nuestro decantar hacia el mal. Algunos tratan de calmar su conciencia  con esporádicas acciones  de bondad; pero ser  buena persona, es tener como estilo de vida siempre la práctica de Justicia, honestidad y bondad; poseer identificable un carácter factible para recibir bondades; hace disfrutar de la vida sin recibir el detrimento de los injustos.

Injusto, es todo aquel que practica injusticia; poco o nada le sirve asistencia a ritos o liturgias. Lo que va a declarar a favor es nuestras acciones practicadas circunspectas a la Justicia. 

Todo, lo enfocamos a vida corta; portando carácter atrabiliario, injusto; procurando el mal a todo el que acepte nuestras normas. Vejar, toda norma de disciplina y trebolar  lo orgiástico es la insignia  de lo presente, que produce la decadencia; pero no desistimos.

De analizar internamente lo que brinda resultados y tomarlo; empezaríamos  a operar hacia vida longeva  que está en manos de la Justicia.

Existen, diversas situaciones que en el presente parece opciones muy viables; pero de considerar todo el panorama de injerencia ya no lo es tanto. De saber, que bajo la ira del hombre no opera la Justicia; muchos errores no cometeríamos. Lo único, que no se atiende es que la injusticia aleja de  vida placentera; por consiguiente tenemos la vida como pesar.

Identificar, de donde vinimos y nuestro propósito despejará la incógnita para saber disfrutar de la vida, bajo Justicia.    

Practicar, Justicia y derecho es el camino a la tranquilidad y vida abundante. Hogaño pulula la injusticia, estridencia y la mentira; tender como normal lo aberrante e injusto es la vorágine social. Bastardear  lo  correcto, parece el camino más raudo hacia  el agrado de la mayoría.

Cuando lo realmente, importante de la vida debería ser, portar este lapso de 80 años de forma que nuestras acciones clamen a más vida, por el cúmulo de acciones correctas  dentro de la Justicia y derecho por la fe ejercida.  

Impeler a nuestros semejantes a la estridencia, soberbia e injusticia es lo ordinario. Pero  no sé toma en cuenta las ocasiones que la agresión, puede ser una pantalla hacia las mejores condiciones laborales o de vida cotidiana.

 Existen, ocasiones que colocamos filtros para determinar el otorgamiento de algo bueno que deseamos regalar; de la misma forma otros desean saber que se tomará con aprecio lo regalado.

De, tratar con un asunto semejante responder con injusticia deja descalificado para ser merecedor de lo mejor.

Falta, activar la perspectiva Espiritual; así identificar procedencia de la aparente afrenta. 

Denominamos oportunidad,  toda ocasión para actuar con alevosía asegurada; sin atender a quienes perjudicamos. Procurar, el mal y nunca el bien así,  es la metodología de vida que pulula. Pero nunca, analizamos que lo expedido de este proceder es detrimento.

Continuamos, inmersos en la injusticia; buscando alivio a las falencias obtenida dentro de la injusticia. Tengamos, por seguro que la práctica de injusticia; conduce a la muerte. Pero la práctica de Justicia salta a vida longeva  sin penurias.

Tenemos, la mentira como método de vida placentera; eludir, compromisos, responsabilidades parece ser lo normal cuando es lo anormal. Asperjar  de mentiras e injusticia, nos provee recibir el mismo trato.  Anhelamos recibir Justicia, verdad y equidad; pero   ni la ínfima parte de lo deseado lo expelemos hacia los demás.

 Para activar lo Espiritual, la fe en Él (Cristo) brindará las fuerzas para ejercer Justicia, bondad y misericordia, de lo contrario será vano.