
El Sistema de la Iglesia Ramera
Debo confesarte que en los últimos meses me han enviado artículos y libros que, si me hubieran llegado antes, jamás hubiera escrito yo lo que escribí. Pero Dios es sabio y sabe muy bien lo que hace.
Cada uno de nosotros, los que hemos podido discernir a Babilonia y ya no militamos en sus carpas circenses, tiene un rol para cumplir distinto en el plan de Dios. Así es que, desde la Web, desde la letra impresa, desde la televisión o la radio, siervos fieles y con sus ojos bien abiertos han comenzado a gritar la nueva esencia en marcha.
Este trabajo de un autor que no conozco, va mucho más allá de un mero libro que se escribe para que ocupe un sitio en los estantes de las librerías o engrose algo en el bienestar material de quien lo venda.
Este trabajo tiene todas las características de ser un hito en la historia de la iglesia. En nuestro caso particular, lo siento mucho más que una palabra confirmada a lo que estamos enseñando. Lo siento directamente como otra vertiente de la misma palabra.
Me alegra profundamente que así sea. Hay tanta escasez de genuinos y tanta superabundancia de falsos que, en casos, la decepción golpea a tu puerta. No le abras. Primero deja de hacer lo que estás haciendo y lee esto.
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Gracias a los muchos”hermanos” que trabajaron conmigo a través de las muchas correcciones de este libro, para asegurar, lo mejor que podamos, que lo que está escrito aquí, sea presentado claramente, y aún más importante, que sea espíritu y verdad. Aunque no vais a ser nombrados, quiero que sepáis cuánto os aprecio. Sabéis quienes sois. Gracias por vuestra contribución y ánimo.
Oro por todos lo que lean estos libros para que Dios les conceda un espíritu de sabiduría y revelación en el conocimiento de Él; que los ojos de vuestro entendimiento sean alumbrados, para que podáis conocer la esperanza de su llamamiento, las riquezas de la gloria de Su herencia en los santos, y cual la supereminente grandeza de Su poder para vosotros los que creéis.
Capítulo 1
Sión y Babilonia Comparadas
Con frecuencia cantamos cánticos sobre Sión de las Escrituras. Yo era entonces un nuevo convertido, reuniéndome en una habitación con muchos creyentes sensibles al Espíritu. Esas canciones siempre tocaban una nota de alegría en mi corazón, pero no sabía por qué. “¿Sabes lo que es Sión?”, Pregunté a una de las hermanas.
“Si”, contestó ella humildemente.
“¿Querrías explicármelo?”, Pregunté ansiosamente.
“Lo descubrirás en su momento”
“¿Eso es todo?”, “Sabes la respuesta, ¿Pero tendré que esperar a descubrirlo por mí mismo?” No teniendo otra opción, esperé.
Algunos años mas tarde, llegué a comprender que Sión es un lugar simbólico en el espíritu en el que Jesús es lo único que hay. El solo tiene la preeminencia.
Amén. Bienvenidos a Sión.
Algunos años mas tarde, llegué a comprender que Babilonia significaba algo también, que estaba en contraste con Sión. Simbólicamente, Babilonia es todo lo que la mente carnal (de la carne) maquina en la exaltación del Yo-la preeminencia del Yo sobre Dios. Es un lugar en nosotros donde pensamos que LO somos. Exaltamos nuestras imaginaciones y toda cosa altiva por encima del conocimiento de Dios. 2ª Corintios 10:5.
Amén. Bienvenidos a la puerta de salida de ese lugar.
Tanto Sión como Babilonia fueron lugares históricos, y sin embargo, las escrituras también hablan de ellas como estados espirituales del ser. Hebreos 12:22 habla de Sión en este sentido figurativo:
Pero hemos venido al Monte Sión, y a la ciudad del Dios viviente, a la Jerusalén Celestial, y a una compañía innumerable de ángeles, a la asamblea general y asamblea de los primogénitos, los que están escritos en los cielos, y a Dios, el juez de todos, y a los espíritus de los hombres justos hechos perfectos.
Mientras tanto, 1 Pedro 2:6 dice: Mirad, he aquí que pongo en Sión una piedra angular, escogida y preciosa, y el que crea en Él, no será avergonzado. Este Sión es Jesús.
Apocalipsis 14:8 es un buen ejemplo de cómo Babilonia ha sido usada en este sentido figurativo: “Otro ángel le siguió diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación”
Lo más notable es Apocalipsis 17:5, que identifica a la madre de las rameras como Babilonia: “Y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA, LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA”.
Tanto Sión como Babilonia, reflejan la condición de nuestros corazones.
Claro, casi exquisitamente claro. No hay otro modo de discernir y detectar ambas. Un corazón sucio no puede cantar a Sión. Un corazón lleno de gozo y poder, no puede jamás arrodillarse ante los baales babilónicos.
La Babilonia simbólica es esa actitud del corazón que nos hace pensar que podemos resolver nuestros problemas y satisfacer todas nuestras necesidades sin Dios. Miramos al gobierno, a la política, ciencia, tecnología, psicología, sociología, economía, entretenimiento y religión, para encontrar nuestra ayuda-cosas que la humanidad ha inventado. Por tanto, nos miramos a nosotros mismos para salvarnos a nosotros mismos.
En este libro, sin embargo, mi referencia a la Babilonia espiritual está limitada a los sistemas de iglesia religiosos, organizados, institucionalizados, que yo enfrento como productos de la mente carnal. Por favor, sigue leyendo para ver lo que quiero decir con esto.
(La palabra iglesia y el pronombre la, cuando los uso en cursiva en este libro, hacen referencia a esta cosa que llamamos la iglesia. Cuando no están en cursiva, me refiero a los edificios que han sido dedicados a la adoración de una deidad, o estoy citando directamente otras fuentes, tener esto en cuenta es importante para entender el contenido de este libro).
ESPÍRITU Y CARNE
Para entender estos dos “estados del ser espirituales”—es decir, Sión y Babilonia--, debemos entender la diferencia entre Espíritu y Carne.
En el contexto de este libro, la diferencia entre el cuerpo de Cristo y esta Cosa que llamamos iglesia, es la diferencia entre Espíritu y carne—lo que es del Espíritu de Dios y lo que es de la naturaleza del viejo hombre de la carne y del pecado, incluso la mente carnal.
Sión representa al Espíritu, y Babilonia representa la carne. El cuerpo de Cristo necesita mucho discernir entre lo que es Espíritu y lo que es carne, porque lo que es de la carne es enemigo del Espíritu. Los que creen verdaderamente en Cristo han recibido el poder del Espíritu para vivir una vida separada de la carne. Esta separación es lo que llamamos santificación.
Este sería, en principio, uno de los principales motivos por el que algunos pueden descubrir a Babilonia mientras que otros, viviendo dentro de ella, no sólo no pueden verla sino que, inclusive, están absolutamente convencidos que eso es La Iglesia.
La palabra carne es usada tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento en referencia a la existencia física natural de toda la humanidad, tal y como la vemos usada en Mateo 24:22: “Y, a menos que esos días fueran acortados, ninguna carne sería salva; pero por causa de los escogidos, esos días serán acortados”.
La carne también se ha usado en referencia al cuerpo humano de un individuo. Después y antes de Su resurrección, y antes de Su ascensión, Jesús apareció a Sus seguidores y dijo, “Mirad mis manos y mis pies, que soy yo. Tocadme y ved, porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo”. Lucas 24:39.
Sin embargo, la clase de carne de la que se escribe en este libro, es en referencia a esa naturaleza caída de pecado en toda la humanidad que surgió cuando Adán se rebeló en el Jardín. Pablo escribió en referencia a esto: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías y cosas semejantes éstas; a cerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.”Gálatas 5:19-21.
La carne es capaz de cometer los males más viles sin conciencia, incluso teniendo conocimiento de lo que es bueno y de lo que es malo. Así sucedió en los días de Noé. Génesis 6:5-7. Estas prácticas no son las obras del cuerpo físico, sino de la naturaleza caída de pecado que reside en nosotros.
Pablo ya había establecido en Gálatas 5:17 que “la carne es (pone su deseo) contra el Espíritu y el Espíritu contra la carne; y estos dos se ponen para que no hagáis lo que queréis” Romanos 8:7 afirma que “la mente carnal es enemistad (hostil) contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, y tampoco puede”.
La mente carnal y el Espíritu de Dios hablan idiomas que son extranjeros y desconocidos mutuamente. La mente carnal (de la carne), no puede hablar Espíritu y el Espíritu de Dios no puede hablar carne. La mente carnal no tiene capacidad en absoluto para entender las cosas de Dios, que son Espíritu. 1ª Corintios 2:12-14.
Cuando las cosas inspiradas por Dios se reducen a doctrinas rígidas, sistemas de teología, razonamiento y lógica, ya no son por más tiempo Espíritu, sino que se han hecho carne. Y si carne, entonces engaño. La mente carnal es completamente extraña al Espíritu de Dios; es hostil a Dios.
Entiende, por favor: no se trata que tú estés enojado con el pastor Martínez porque no te permitió cantar en la plataforma. Se trata de Engaño.
LA SENTENCIA DE MUERTE
La sentencia de muerte ha sido pronunciada sobre la carne. La naturaleza carnal del hombre esta separada de Dios, que es vida; por tanto, la carne está muerta y todo lo que procede de la mente carnal es muerte.
No obstante, la carne tiene una vida propia. Es terrenal, sensual, egocéntrica, y en guerra con Dios. Su vida nace de la semilla de la muerte. Tiene un empuje inherente por preservarse a sí misma a cualquier costo.
Teme la aniquilación. Sin embargo, no puede salvarse a sí misma porque esta destinada a la auto-destrucción. La naturaleza carnal gobierna a una persona hasta que la vida de Dios en Cristo es sembrada en su espíritu, momento en el que la vieja semilla de la carne y del pecado se entiende que esta como ya está—muerta.
Por desgracia, incluso después de ser redimidos por la sangre del Cordero, y mientras permanezcamos en esta vida, llevamos ambas semillas: la semilla de la carne y de la muerte, y la semilla del Espíritu y de la vida.
LA RAMERA DEL YO
La carne ama al Yo. El Yo, en mayúscula, es el término que uso en este libro para referirme a la naturaleza caída de la carne, egoísta, autocomplaciente, egocéntrica, ególatra y aprovechada.
La naturaleza carnal del Yo se vuelve a sí misma. Es egoísta, orgullosa, arrogante, altiva, vana, narcisista, manipuladora, controladora, dominante, impaciente, terca, insensible, resentida, enfadada, dura, rebelde, aprensiva, ansiosa, quejica, opuesta, juiciosa, negativa, crítica, cínica, indiferente, avariciosa, lasciva, sensual, envidiosa, codiciosa, celosa, busca defectos en los demás, deshonesta y engañadora. Es engañada y sufre de delirios de grandeza. Siempre pregunta, “¿Qué hay para mi?
Publicar esto en grandes letras para que, esencialmente, lo lean más de la mitad de los que a diario acuden a las consejerías cristianas, no sólo sería un acto atinado, sino un ejercicio pleno de apostolado divino.
La ramera, ampliamente definida, es cualquier cosa para el Yo. Estas cosas que llamamos iglesia, me refiero a ellas como el sistema de la iglesia ramera porque han sido creadas desde mentes carnales y deseos para el Yo. Las Iglesias, tal y como las entendemos hoy, no tienen fundamento en la Escritura. Son iconos de la adoración del yo. Aún más, son idólatras, engañosas, y peligrosas.
UN MENSAJE CONFLICTIVO
Voy a dar duro a la idolatría del sistema de iglesia tal y como lo conocemos y lo experimentamos hoy. Si no estás preparado para escuchar este mensaje por el Espíritu, sin duda alguna, te vas a ofender profundamente de ello.
El mensaje de este libro será muy conflictivo a muchos de vosotros que sois victimas del sistema de iglesia, pero será mucho más conflictivo aún para los que dependáis del sistema de iglesia para vuestro sostenimiento, y para aquellos que encuentren significado, identidad, validez, reconocimiento, poder y seguridad en ello.
Si decides seguir leyendo este libro, te llevará donde piensas que no quieres ir. Viajarás más allá de la fachada de esa cosa que llamamos iglesia y verás como es una invención de la carne. Descubrirás los demonios que la potencian.
Si llegas lejos, descubrirás con Abraham, en el mejor de los casos, la “ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor, es el Señor”. Hebreos 11:10. Vendrás al “Monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios, el Juez de todos, y a los espíritus de los justos hechos perfectos” Hebreos 12:22.23
SION Y BABILONIA
Antes de penetrar en la exposición de la idolatría de este sistema de la ramera, quiero abreviar algunas comparaciones entre el Sión espiritual, en el que Jesús es lo único que hay, y la Babilonia espiritual (la ramera), en la que la mente carnal del Yo se exalta a sí misma, para poder proveer un mejor punto de referencia a lo que sigue. Muchos de los pensamientos aquí debajo se desarrollan más ampliamente a lo largo de este libro.
Sión se refiere al genuino cuerpo de Cristo, la esposa, la ekklesia; Babilonia se refiere al falso sistema de iglesia de las tradiciones de los hombres y religiones. (Ekklesia es la palabra griega en el Nuevo Testamento que ha sido mal traducida como “iglesia” –church en inglés- en la mayoría de las versiones inglesas, y que literalmente significa “los llamados fuera”).
Sión es un pueblo—el pueblo de Dios; Babilonia es una Cosa- instituciones de iglesia y sistemas. Sión es un organismo vivo; Babilonia se caracteriza por instituciones y sistemas. Sión consiste en un pueblo que ha nacido en ella. Babilonia consiste en un pueblo que se ha unido a ella, o han sido escogidos para ella.
Sión es un pueblo que es llamado por el nombre de Jesús. Babilonia es un pueblo que es llamado por muchos nombres diferentes que representan divisiones dentro de este sistema de iglesia babilónico: bautista, católico, carismático, episcopal, luterano, metodista, presbiteriano, pentecostal, y todos los demás.
Sión está centrado en Jesús. Babilonia está centrada en sí misma. Sión vive por el Espíritu. Babilonia vive para la carne. Sión es celestial, Babilonia es terrenal. Sión es gracia; Babilonia es ley. Sión es vida; Babilonia es muerte. Sión es existir; Babilonia es hacer.
Sión es descanso; Babilonia es obras. Sión es luz; Babilonia es oscuridad. Sión es humildad; Babilonia está llena de orgullo, arrogancia, y altivez. Sión es libertad en Cristo, Babilonia es cautiverio de la carne.
Sión es el Reino de Dios. Babilonia es los reinos de los hombres. Sión tiene a Jesucristo como su cabeza; Babilonia ha elegido o nombrado a hombres como sus cabezas. Sión es un pueblo guiado por el Espíritu. Babilonia es guiada por reglas y normas hechas por los hombres.
Sión es sensible al Espíritu, Babilonia agrada al hombre. Sión es obediente al Espíritu Santo. Babilonia es trabajo duro de iglesia. Sión logra sus cosas en el poder del Espíritu Santo (Zacarías 4:6); Babilonia intenta lograr cosas en su propia fuerza.
Sión tiene su autoridad en la Palabra de Dios; Babilonia pone su autoridad en doctrinas hechas por hombres. Sión es un cuerpo en Cristo Jesús como Señor; Babilonia es sectaria y divisiva, consistiendo en muchas divisiones de personas.
Sión adora en espíritu y en verdad; Babilonia programa la alabanza. Sión predica a Cristo y a El crucificado. Babilonia proclama denominaciones, doctrinas, herencias, tradiciones, credos, posturas personales y opiniones.
Sión es el sacerdocio de todos los creyentes; Babilonia es el sistema del clero. El clero son aquellos que quieren diferenciar entre ellos y los demás. Sión responde a Dios como la autoridad suprema. Babilonia responde a los hombres y a sus instituciones como la autoridad.
Sión obtiene revelación. Babilonia depende de imaginación. Sión conforma al pueblo a la imagen de Jesús. Babilonia conforma al pueblo a su propia imagen. Sión disminuye para que Cristo crezca. Babilonia crece para sí en poder, posición, riquezas y dominio.
Sión calcula el costo; Babilonia cuenta el dinero. Si pone su vida; Babilonia se preserva y se protege. Sión espera en Dios para producir lo que Él quiera en Su tiempo; Babilonia hace esquemas, organiza y promociona ejecutar su propio plan a su manera y en su tiempo.
Sión busca al Señor de todo corazón para ser poseída por Él; Babilonia va tras cosas y personas para poseerlos. Sión es la ciudad de Dios; Babilonia busca construir una ciudad, una torre, y un nombre par sí. Gen. 11:4. Sión anhela reunirse con Jesús; Babilonia busca con pasión reunir personas para sí.
Creo con total sinceridad que, de no seguir leyendo esto y concluir nuestra lectura aquí, si eres alguien nacido del Espíritu, ya tienes más que suficiente para entender. Lo estamos diciendo muchos, es verdad, pero con esta diáfana claridad, muy pocos. Al menos yo no los he visto.
NEGAR EL YO
Para ser un discípulo de Jesucristo, uno tiene que estar dispuesto a negar el Yo, tomar su cruz, y seguir a Jesús. Lucas 9:23. La negación del yo es la cruz que llevamos. El hombre viejo de la carne y de pecado tiene que ser considerado muerto. La vida sacrificada define el concepto del amor (ágape) del Nuevo Testamento.
Cuando vivimos de acuerdo con la carne, estamos viviendo para el Yo. A la inversa, cuando vivimos para el Yo, estamos viviendo conforme a la carne. Cuando vivimos conforme al Espíritu, llevamos el fruto del ágape. No hemos sido llamados a vivir para nosotros mismos.
Hemos sido llamados a entregar nuestras vidas a Cristo para que El pueda vivir Su vida de ágape a través de nosotros. No podemos ser la novia de Cristo y al mismo tiempo, vivir de forma egoísta en este mundo. O somos la novia, o estamos viviendo la vida de la ramera.
La vida centrada en el yo, es convertirnos en nuestro propio dios; por tanto, es idolatría. En un capítulo mas adelante, mostraré como la idolatría es HARLOTRY espiritual.
Nos hacemos prostitutas espirituales cuando creamos algo y le damos nuestro corazón en lugar de al Señor Jesucristo. Eso es lo que los hombres han hecho con esta Cosa que llamamos iglesia. Han hecho a la iglesia en un sustituto de Jesús.
Muchos de los que son parte de estos sistemas de la iglesia ramera son creyentes genuinos que aman al Señor, pero no están desinformados y engañados. Sin querer, han entregado sus corazones a estas Cosas que llamamos iglesia. Dios nos ama a todos, pero aborrece nuestras idolatrías.
Es decir que…”Perdónalos Padre…” Aunque sí saben lo que hacen…
Juzga las palabras en este libro por ti mismo, y júzgate por estas palabras. Abre tu corazón al Espíritu Santo para que El pueda instruirte y dirigirte a Jesús. Espero revelarte el corazón de Padre Dios para que tu corazón te sea revelado a ti; para que te atrevas a enfrentarte a tus idolatrías, limpiar Su templo, de quién tú y yo somos, y regresar al Dios de vuestra salvación. La idolatría revelada en este libro no se refiere a “ellos” sino a cada uno de nosotros.
Capítulo 2
Muestra la casa a la casa
Con mucho fervor, el hermano Leonardo, el predicador invitado, comenzó su mensaje pidiendo a la congregación que abrieran el Evangelio de Juan, capítulo 15. Afirmó inmediatamente que Jesús es la vid verdadera y que nosotros somos los pámpanos.
Después hizo una sorprendente declaración diciendo que llevar fruto no era el asunto más importante en este pasaje; sin embargo, permanecer si lo era. “Llevar fruto” es mencionado cuatro veces”, afirmó, “mientras que permanecer es mencionado nueve veces”.
Golpeó la frase repetidamente, “Tenemos que permanecer”, “Tenemos que permanecer”. Esperé que terminara su frase diciendo, “debemos permanecer en la vid, que es Jesús”. Nunca lo hizo. Después lo vi venir. Tenía que decirlo. Era la abundancia de su corazón.
Después de todo, era un hombre de iglesia. Se echó hacia atrás en el podio, apuntó con dedo acusador a sus insospechadas víctimas, y dijo,”El problema que tenemos en nuestra sociedad hoy, y especialmente en la iglesia, es que la gente no permanece. Van de iglesia en iglesia, y nunca hacen un compromiso con la iglesia o con el pastor”.
¡Wow! ¡A esto mismo, exactamente, lo oí en una importante iglesia de la ciudad argentina de Rosario en el año 1999!
¿Creía sinceramente que permanecer en el sistema que llamamos iglesia es lo que significa permanecer en Jesús? ¿Creía que comprometerse con una iglesia o con el pastor, es lo mismo que comprometerse con Jesús?
Su conclusión era una escandalosa mal interpretación de la Escritura, hablada para el beneficio del pastor local, cuya iglesia tenía una larga historia de pérdida de miembros. En lugar de liberar a los santos para tener una relación mucho mas profunda con su Señor, puso una trampa para esclavizarlos más y más a la Cosa que llamamos iglesia.
No es que deliberadamente se propusiera engañar al pueblo. En toda veracidad, se estaba engañando a si mismo. Todos hemos sido engañados. Mentidos. Seducidos. Este engaño ha sido pasado a través de generaciones de Cristianos, desde al menos el tercer siglo después de Cristo.
Los que perpetúan este engaño son igualmente víctimas del mismo. Esta mentira es tan profunda y cruel que la hemos creído como la verdad. Ministramos muerte con este engaño, pensando que estamos ofreciendo vida.
Y peor aún, la gente esta perdiendo sin darse cuenta a oportunidad de su unión gloriosa con Cristo porque han recibido una falsa seguridad de su salvación. Este engaño profundo nos ha envanecido en importancia egoísta. Ha hecho que muchos creyentes abandonen su primer amor, Jesús. El diablo nos ha seducido para danzar con él a la vez que nos hacia pensar que estábamos danzando con el Señor.
LA MENTIRA
Esta es la mentira: Se nos ha hecho creer que esta cosa que llamamos iglesia es de Dios y que nuestra membresía y participación en la misma es esencial para nuestro caminar cristiano cuando de hecho, es un sustituto idolátrico de Jesús, y con frecuencia, un estorbo para caminar con Él.
Esta Cosa que llamamos iglesia, tal y como la hemos experimentado, es una extensión idolátrica de nuestros propios egos. Aunque existe como una entidad para sí misma, estamos en ella, y ella esta en nosotros.
Es un icono de auto-adoración que ha crecido a partir de las tradiciones de los hombres, y no tiene fundamento en la Escritura. Proclamamos que esta Cosa que llamamos iglesia es el Reino de Dios, cuando en realidad, no tiene nada que ver con el Reino de Dios. Más bien, es la cautividad babilónica de los escogidos de Dios.
Hemos confundido nuestra relación con Cristo fusionándola con esta cosa que llamamos iglesia. Somos llevados a creer que cuando estamos en una relación correcta con ella, estamos en una relación correcta con Cristo, que tenemos que ser miembros de una iglesia para ser salvos o para ser un buen cristiano: que servir a ella es servir a Cristo, que amarla es amar a Cristo, que diezmar para ella, es diezmar para Cristo.
En esto último está la mejor explicación, (Que nosotros no podemos dar por razones de prudencia ministerial), de por que alguien que diezma años y años jamás llega a tener en su vida la promesa de sobreabundancia hecha realidad.
En muchos casos, esta Cosa que llamamos iglesia es como una carpa que hemos hecho para extender los movimientos y revelaciones de Dios para preservarlos, manipularlos, adueñarnos de ellos, controlar en ellos a otra gente y usar a la gente y al sistema para nuestra sórdida ganancia carnal.
Hallamos consuelo en las restricciones que los muros que esta iglesia levanta delante de nosotros. Podemos escondernos en ellos y sentirnos bien en ellos. Ampliamos los ganchos de esta carpa lo suficiente para dejar que otros que quieren caminar, hablar y vestirse como rostros, entren también a formar parte de todo esto.
Hablamos de formas muy extrañas de esta Cosa que llamamos iglesia. ¿A que iglesia vas? ¿Cuál es el nombre de tu iglesia? ¿Cómo ha ido la iglesia hoy? ¿Estás construyendo un anexo a tu iglesia?
¡Vaya iglesia que tuvimos en la reunión de oración anoche! El pastor o el cura a menudo saluda a la muchedumbre el domingo por la mañana diciendo, “Buenos Días, Iglesia”. Estas declaraciones convierten a la iglesia en un edificio, una institución con un nombre, un servicio, una reunión, la clase de rato que pasamos juntos, y la gente.
La palabra “iglesia” como se usa en las traducciones en inglés del Nuevo Testamento se refiere al pueblo de Dios, pero ya no limitamos su significado a la gente. Si en realidad quisimos decir que el pueblo es la “iglesia” cuando usamos este término, estas mismas declaraciones tendrían que hacerse de esta forma: ¿A que tú vas? ¿Cómo se llama tú? ¿Cómo ha ido tú hoy? ¿Estas construyendo un anexo a tú? ¡Vaya tú que tuvimos en la reunión de oración anoche!
No conocemos otra cosa e insistimos en la teoría de que nosotros, el pueblo redimido de Dios, somos la iglesia. Sin embargo, en la práctica no hacemos distinción entre el pueblo y esta Cosa que llamamos iglesia. Sin embargo, que la palabra iglesia se use así, de manera intercambiable, no es el problema. Sucede mucho más de lo que los ojos ven en este asunto.
La palabra iglesia, tal y como la usamos, habla de una unión mística, profana, ilegal, que incorpora edificios, instituciones, denominaciones, y gente. Se han fusionado todas ellas de tal forma y confundido entre sí, que perpetúan la peligrosa mentira de que esta Cosa que llamamos iglesia (edificios, instituciones, denominaciones, y la gente que se asocia con ellos), es la asamblea de Cristo de los-llamados-fuera.
Esta Cosa que llamamos iglesia parece buena en su apariencia externa, pero a menudo es controlada interiormente por hombres y mujeres que buscan con ambición, a menudo sin saberlo, algo para ellos mismos.
SUSTITUTO DE JESÚS
Cuando predicamos la iglesia, como lo hacemos de forma muy astuta, predicamos por tanto otro evangelio, un falso evangelio. Perpetuamos la mentira. Con frecuencia tenemos mucho celo por evangelizar a la gente hacia nuestras iglesias; sin embargo, nos cuesta guiarlos a negarse a si mismos, tomar su cruz, y seguir a Jesús.
Tal mandamiento de parte de Jesús, es un concepto extraño a la mayoría de los cristianos hoy. Si Llevamos a alguien a Cristo, inmediatamente imponemos membresía de iglesia sobre ellos, esperando especialmente que se unan a “nuestra” iglesia.
Personalmente he anhelado tener comunión con otros creyentes que estuvieran dispuestos a ser el cuerpo de Cristo conmigo sin tener que fichar por la esclavitud y jugar según las reglas que proceden de ser miembro de una de estas instituciones.
No encuentro satisfacción en pagar mis cuotas a la iglesia solo para saludar y “dar palmaditas” a otros creyentes, mientras todos nos escondemos detrás de fachadas religiosas fingidas.
Si fuera cierto que ir a la iglesia fuera sinónimo de venir a Jesús, entonces tendríamos que preguntar: ¿Qué Jesús es éste? ¿Es el Jesús Bautista? ¿La Iglesia de Jesucristo? ¿El Jesús Metodista? ¿El Jesús Presbiteriano? ¿El Jesús Católico Romano?
¿El Jesús Ortodoxo? ¿El Jesús Protestante? ¿El Jesús Carismático o Pentecostal? ¿E Jesús Independiente? Hay tantos para escoger. La gente sin iglesia mira a esta mezcla de iglesias a las que son invitados a entrar a formar parte, y se preguntan como alguien puede desear ser parte de eso.
Damos nuestros corazones a estas Cosas que llamamos iglesia más que al Señor Jesús. Son enemigos de Dios porque están tomando el lugar, sustituyendo a lo que es santo, a lo que es Suyo.
MUESTRA LA CASA A LA CASA
Este engaño no es nuevo. Los hijos de Israel en Judá y en Samaria estaban ciegos espiritualmente por sus propios corazones de ramera. Rehusaban escuchar las palabras de los profetas para regresar a la adoración de su Dios. Así, Dios esparció a la gente de Samaria a Asiria y más tarde, exilió a Judá a Babilonia.
El profeta Ezequiel había sido llevado con los cautivos de Judá a Babilonia. Tuvo visiones de Dios que le pidieron que compartiera con los ancianos de Judá “altivos de rostro” de “corazón duro”, tanto si le escuchaban como si no. Dios quería que supieran que había habido un profeta en medio de ellos. Ezequiel 2-3.
Veinticinco años más tarde, Dios tomó a Ezequiel mediante una visión, a la tierra de Israel y le mostró a un hombre cuyo aspecto era como de bronce. Este hombre tenía una cuerda de lino y una vara de medir en su mano.
Midió todo alrededor del Templo. Midió el ancho y el alto de la pared, las entradas, las habitaciones, y las salas. Después llevó a Ezequiel a la entrada que miraba al oriente, y la gloria del Dios de Israel vino del oriente.
“Su voz era como el sonido de muchas aguas; y la tierra brilló con Su gloria.” Ezequiel 43:2. El Espíritu levantó a Ezequiel y le llevó al atrio interior cuando la gloria del Señor llenó el Templo. Ezequiel 43:5.
Después Ezequiel escuchó al Señor hablándole desde fuera de la casa y le dijo que esta casa, el templo, era el lugar de Su trono, el lugar de la planta de sus pies, donde El habitaría en medio de los hijos de Israel para siempre.
Sería el lugar donde Su santo Nombre habitaría. Ezequiel 43:7. Dios dijo a Ezequiel que “la casa de Israel no profanaría mas Su santo Nombre con sus fornicaciones; ni ellos, ni con sus reyes, ni con los cuerpos muertos de sus reyes en sus lugares altos”. Ezequiel 43:6-9.
Después el Señor encargó a Ezequiel que mostrara la condición de la casa del Señor a la casa de Israel, “Tu, Hijo de hombre, muestra a la casa de Israel esta casa, y avergüéncense de sus pecados y midan el diseño de ella.
Y si se avergonzaren de todo lo que han hecho, hazles entender el diseño de la casa, su disposición, sus salidas y sus entradas, y todas sus formas, y todas sus descripciones, y todas sus configuraciones, y todas sus leyes; y descríbelo delante de sus ojos, para que guarden toda su forma y todas sus reglas y las pongan por obra.
Esta es la ley de la casa: sobre la cumbre del monte, el recinto entero, todo en derredor, será santísimo. He aquí que esta es la ley de la casa.” Ezequiel 43:10.12.
Seguidamente, mostró a Ezequiel un templo de piedra. Desde la perspectiva del Nuevo Testamento creemos que este templo de piedra representa la casa espiritual de las piedras viva—el cuerpo de Cristo que es el templo del Espíritu Santo, del cual somos nosotros. La condición de los corazones reflejaba la condición del templo de Dios. A la inversa, la condición del tiempo de Dios reflejaba la condición de sus corazones.
Todavía funciona así.
Siglos más tarde, el anciano apóstol Juan recibió la revelación de Jesús en la que le pedían que midiera el templo de nuevo. EL escribió: “Me fue dada una caña, como una vara; y el ángel en pie me dijo: “Levántate y mide el templo de Dios, y el altar y a los que adora en el” Apocalipsis 11:1
Hoy, el Espíritu del Señor nos llama a que mostremos a la casa, la casa para que podamos avergonzarnos de todo lo que hemos hecho. Es decir, mostrar como hemos dado nuestros corazones a nuestras denominaciones, instituciones, edificios, vidrieras, nuestros bancos dedicados, nuestros santos, rituales, liturgias, doctrinas, normas de orden, programas, culto del domingo en la mañana, tantas, tantas cosas.
El Espíritu del Señor quiere mostrarnos como vamos detrás de nuestras propias agendas aunque contradigan la agenda de Dios. El nos llama a guardar su patrón, no el nuestro; sus leyes, no las nuestras. Porque esta es la ley de la casa, que fuéramos santos (separados) para el Señor. Ezequiel 43:12.
Esta clase de santidad no es la que se nos enseñó en nuestras antiguas iglesias. Aquello estaba más relacionado con vestimentas, maquillajes, trato con las damas, consumo de alcohol o tabaco. Y estuvo correcto, porque nos sirvió de base para no perjudicar innecesariamente nuestros cuerpos, pero santidad, - Queda a la vista – es otra cosa.
Si nos pidieran que midiéramos la estructura de una casa física, sacaríamos nuestra cinta de medir y calcularíamos los números .Comprobaríamos el ancho, el largo y el alto. Los que están en la iglesia institucional se miden típicamente a sí mismos por cuantos miembros tiene, lo grande de sus edificios, cuantos edificios tienen, cual es la altura de su campanario, cuantos coches pueden aparcarse en su aparcamiento, que clase de coches se aparcan en su aparcamiento, cuanto dinero meten. Miden estas cosas porque dan mayor honra a esos pastores y ministerios que tienen lo más grande y lo máximo. Esta casa es una casa falsa.
La verdadera casa de Dios se mide por el amor, la fe, la misericordia, la gracia, la paz, la vida, la luz, el descanso, el gozo, la esperanza, el perdón, la aceptación, la justicia, la alabanza, la adoración, volver la otra mejilla, sometimiento de unos a otros, recibir al profeta en el nombre del profeta, emplear los dones del Espíritu para la edificación del cuerpo, tener pasión por Jesús, y estar animado en cuanto a las cosas que animan a Dios.
Son expresiones que definen nuestra relación con Cristo como Su novia y unos con otros como la familia de Dios. Medimos el templo de Espíritu Santo, de quien somos, a través de estos términos bíblicos. Si aquello en lo que estamos que llamamos iglesia se caracteriza por términos tales como disensión, calumnias, obras muertas, incredulidad, legalismo, manipulación y temor, entonces es una casa de rameras. Tenemos una Cosa-una extensión idolátrica del Yo que no es de Dios.
Capítulo 3
La Iglesia: La Cosa
Éramos pocos en número, sentados cómodamente cara a cara en el salón de la casa de una piadosa pareja. Yo tenía algo que compartir ese miércoles por la noche. Era la primera y más significativa revelación que yo había recibido del Espíritu Santo desde mi conversión, un par de años antes.
Titulé la enseñanza La Cosa. Años antes habían hecho una película de terror con ese mismo nombre. Aseguré a mi audiencia que yo no iba a hablar de eso. Sin embargo, la cosa de la que hablé, era igual de monstruosa.
Comencé la enseñanza diciendo, “Eso que llamamos la iglesia no es la iglesia, sino una Cosa.” Con esa enseñanza, comencé mi viaje personal en el descubrimiento de la idolatría de la iglesia y la diferencia entre ella y la verdadera novia de Cristo.
Años más tarde, mi esposa y yo vivíamos en el oeste de Tennessee y estábamos esperando dirección del Señor. Mientras estábamos allí, Él me llevó a comenzar una reunión los domingos por la mañana y a invitar a algunas personas que conocía para que asistieran. Algunos vinieron.
Nos reuníamos en el Nombre de Jesús. Cantábamos. Yo compartía las revelaciones y enseñanzas que el Señor me daba; orábamos, nos despedíamos y seguíamos cada uno por nuestro camino. Estábamos bastante unidos unos con otros, y teníamos algún contacto unos con otros durante la semana. Comenzábamos a ser el cuerpo de Cristo unos a otros.
Después compramos un edificio, lo renovamos, abrimos las puertas, y tuvimos nuestras reuniones allí. Llamaba al edificio “Centro de Enseñanza Cristiano”. Hacía lo que creía que el Señor me decía, y la gente comenzó a asistir.
Éramos libres de las pesadas tradiciones de los hombres, formalidades, credos, reglas, normas y programas. Estábamos comprometidos a seguir al Espíritu Santo dondequiera que El escogiera llevarnos. Su presencia era poderosamente sentida en la mayoría de las reuniones en aquellos días de los principios.
Insistía en que no éramos una iglesia, que Dios no me había llamado a comenzar una iglesia, y que yo no era el pastor de una iglesia. Trataba de diferenciar entre el edificio, al que habíamos dado un nombre, y aquellos de nosotros que nos reuníamos en ese edificio, y a quienes yo rehusaba dar un nombre.
Explicaba que era un centro de enseñanza para el cuerpo de Cristo en esa área. Quizás fue un error, pero teníamos reuniones los domingos por la mañana para aquellos que escogían no ir a ninguna otra parte. Esa reunión del domingo por la mañana se convirtió en el evento principal de la semana.
La presión comenzó. Algunos de los que venían allí querían que fuera una iglesia, y querían que yo fuera su pastor. Yo pastoreaba a individuos, pero insistía en que no éramos una iglesia.
Un pastor local discutía mi polémica, insistiendo en que éramos una iglesia. Afirmaba que no había un precedente de la Escritura para justificar el ministerio para-eclesial que teníamos. Dijo, “Si tu pareces un pato, caminas como un pato y graznas como un pato, entonces debes ser un pato.
Pareces una iglesia, caminas como una iglesia y hablas como una iglesia.” Yo no quería escuchar esto en aquel entonces, pero al mirar atrás, tengo que admitir que tenía razón. Esta Cosa que llamamos la iglesia se había introducido sigilosamente en nuestro trabajo. Se suponía que el trabajo del Centro de Enseñanza nunca había de ser una iglesia.
Una vez que comenzamos a “tener” iglesia, comenzamos a buscar algo para nosotros mismos. Creamos una Cosa que había ido mucho mas allá de lo que Dios me había llamado a hacer. Regresamos exactamente a la cosa de la que habíamos salido.
Teníamos cultos los domingos por la mañana y por la tarde, escuela dominical, y un programa para jóvenes. Levantábamos ofrendas y las poníamos en una cuenta bancaria. Nuestro grupo empezó a ser conocido por el nombre que yo había puesto en el edificio.
Perdí mi visión de edificar a un pueblo, y en su lugar, comencé a edificar una Cosa. Comenzamos a ir tras ello en lugar de ir en pos del Señor Jesús. Nos reuníamos alrededor de ello, en lugar de alrededor de la presencia del Señor.
La gente comenzó a marcharse y no sabían por qué. Cuantos más se marchaban, mas trataba de aferrarlos. Me sentí abandonado. Pero era yo el que les había abandonado a ellos permitiendo que la obra se convirtiera en una Cosa.
Poco después de esto, el nombre Icabod se escribió sobre nuestra puerta, hablando espiritualmente. 1ª Samuel 4:21. Como con Elías, el torrente se secó y los cuervos dejaron de traer sus bocados.1ª Reyes 17:3-7. Era hora de proseguir hacia delante. Tardé un año en acumular todo el coraje necesario para cerrar finalmente.
Aunque la mayoría de nosotros sabemos que la palabra “iglesia”, tal y como se usa en la Escritura, se refiere al pueblo de Dios en Cristo, no obstante hemos hecho una Cosa de ello. Es una extensión de nosotros mismos y existe como una entidad para sí misma.
Quien haya leído mi primer libro (“Una Mosca en la Nariz”), ya sabe que a mí me sucedió casi lo mismo. Que no llegué a comprar o alquilar edificio ni a realizar reuniones o cultos de domingo. Pero el grupo de jóvenes que se reunían conmigo los días viernes simplemente para aprender de la Palabra, por poco se convierte en esa Cosa, que es como decir: más de lo mismo
LA EVOLUCIÓN DE LA IGLESIA
¿Cómo evoluciona esta Cosa que llamamos iglesia?
Los creyentes del Nuevo Testamento no tenían tal bagaje. Al principio, eran llamados simplemente los seguidores del camino. Se reunían espontáneamente en el templo y en algunas sinagogas durante un tiempo. La mayoría, sin embargo, se reunían por las casas, e iban de casa en casa. Eran atraídos por la Presencia del Señor en medio de ellos.
Los cristianos no tenían edificios de iglesia hasta que Constantino, el gran Emperador de Roma desde el año 306 DC hasta el 337 DC, abrazó el Cristianismo. Su aprobación de la fe creó un clima de libertad para levantar edificios “para la gloria de su Dios”.
Se cree que los primeros edificios cristianos fueron construidos según el patrón de la arquitectura de la basílica romana-arquitectura que estaba firmemente enraizada en las tradiciones del Imperio Romano y no tenía ningún fundamento en la Escritura.
Los edificios de iglesia se hicieron mucho más trabajados con las influencias bizantinas, románicas y góticas. El diseño de estas catedrales con frecuencia escondía a los monjes y a los coros de la gente, anticipando la idea de la separación del clero del laicado, que no tiene fundamento en la Escritura.
Durante la reforma, los protestantes interrumpieron la construcción de grandes edificios. Los reformadores se contentaban con edificios rectangulares simples. Estaban fundamentalmente interesados en reunir a la gente y tener un lugar donde predicar. Sin embargo, hacia el siglo diecinueve, la arquitectura de la iglesia protestante se había vuelto detallista, consistiendo en elementos de una variedad de estilos.
El encanto de los edificios de iglesia a lo largo de los siglos ha contribuido a la institucionalización del sistema de la iglesia tal y como lo conocemos.
Y no son pocos (Y en mi pasado más próximo tendría que contarme entre ellos) los que concurren a esos templos más por el orgullo indisimulado de pertenecer a esa hermosa obra arquitectónica que por lo espiritual que allí dentro se mueve.
LA ETIMOLOGIA DE LA PALABRA “IGLESIA”
Con la tendencia a la construcción de edificios para la adoración de Dios, no es sorprendente que los traductores de la Biblia en inglés, King James, escogieran traducir la palabra griega “ekklesia” usando la palabra inglesa “church” (“iglesia”, en inglés). Una mirada profunda a la etimología de la palabra “iglesia” puede ser bastante reveladora.
Yendo hacia atrás en el tiempo, la palabra inglesa “church” derivó de la antigua palabra inglesa cirice, relacionada con la palabra noruega/escandinava kirkja. Ésta, a su vez, procedía de la palabra Germánica kirka; que derivó de la palabra Griega Kyrite; y ésta, a su vez, derivó de la palabra Griega kurio, que significa “gobernador”, “señor”,”maestro”. En Griego, Kuriake oika significa “la casa del señor”.
Así, la palabra iglesia llegó a significar “un edificio apartado o consagrado para la adoración pública” {1}
Quiero recordarte dos términos muy conocidos en los ambientes de la Guerra Espiritual. Uno, es el de la Tergiversación. El otro, el de la Sutileza. Lo primero es cambiar una verdad por una mentira sin que nadie se percate de ello. Lo otro, es hacerlo con tal habilidad que parezca verdad. Ambas, son propiedades íntimas de Satanás y sus demonios.
Aunque la palabra inglesa “church” (“iglesia”, en inglés) no tiene su raíz en el término griego ekklesia, se usa para traducir ekklesia. Ekklesia es la composición de dos palabras Griegas: ek, que significa “fuera de”, y kaleo, que significa “llamar”.
Combinadas, la palabra significa literalmente “llamar fuera de”. Ekklesia se utilizaba comúnmente entre los griegos en referencia a un cuerpo de ciudadanos que se “reunían” para discutir los asuntos de estado {1}.
Una traducción correcta y bastante apropiada de ekklesia es “los llamados fuera de”, aunque hay veces en que el contexto demanda que “asamblea” o “reunión de los llamados fuera”, sean otras expresiones usadas. La palabra tiene que ver con una gente que son “llamados fuera de” para congregarse.
Quizás, los traductores de la versión de la Biblia King James tuvieran la idea de que el cuerpo de Cristo pudiera considerarse como una kuriake oika (La casa del Señor), puesto que somos el templo del Espíritu Santo. 1 Corintios 3:16.
Quizás. Pero desde entonces hasta ahora, la palabra iglesia se usa para referirse no solo a personas. Su uso ha sido adulterado de tal forma que nunca deberíamos usarla cuando nos estamos refiriendo al cuerpo de Cristo.
Es apropiado el uso de la palabra “church” (en español, “iglesia”), cuando estamos de hecho hablando sobre un edificio pero no cuando estemos hablando sobre el cuerpo de Cristo. (1). Lo que llamamos “church” en inglés (en español, “iglesia”) es una Cosa. La ekklesia, es un pueblo.
LA COSA
Organizamos esta Cosa. Le damos nombre, la legalizamos, escogemos responsables para ella, abrimos cuentas bancarias en su nombre y entrenamos y contratamos al personal para que la ponga en marcha.
Tomamos dinero para ella. Programamos campañas para reclutar más gente a unirse a ella. Llevamos un registro de asistencia a ella. La amamos, nos enfadamos con ella, dimitimos de ella, y la abandonamos. Si estamos particularmente contentos con ella, hacemos folletos y la publicitamos para promocionarla.
Evaluamos la Cosa para determinar su éxito o fracaso. “El culto de alabanza fue bueno”, decimos.”El sermón estuvo bien”, “la ofrenda fue pobre”. “La asistencia fue baja”.
Pregunta a un pastor como va su iglesia, y puede que conteste con comentarios como que “nuestro programa de edificación va muy bien”, “Tenemos nuevos miembros”, “Hemos duplicado la membresía en el último año”, “Estamos perdiendo gente por la puerta trasera en cuanto han entrado por la puerta principal”.
¿Puedes ver donde esta su corazón? Está evaluando la Cosa sobre la que él probablemente es la cabeza. El crecimiento de su iglesia se refleja en su éxito o fracaso como líder. Por otro lado, si contesta respecto del bienestar espiritual del pueblo, entonces entenderá más o menos lo que significa ser el cuerpo de Cristo. “Bueno, ya sabes, muchos han sufrido alguna aflicción, pero eso les ha hecho más fuertes en el Señor”.
Si habla sobre su gente de forma posesiva, esta atrapado por su propia vanidad. No son su pueblo. Por otro lado, si habla sobre las ovejas que pertenecen al buen pastor que es Jesucristo, puede que sea libre y que posiblemente libere al pueblo de Dios.
También he escrito que en mis escasos contactos persona a persona con el que fuera el pastor principal de mi última congregación evangélica, yo pretendía entablar conversaciones relacionadas con el Señor, mientras que a él no lo podía mover del hablar de Su iglesia.
POR CAUSA DE ELLO
Muy poco después de comenzar una iglesia, casi siempre comienza a tener una existencia de sí misma y comienza a existir por causa de ella misma. La gente en ella existe para servir a ella, más que para servir a la gente.
Aquellos que están dedicados a la supervisión de la marcha de la iglesia, esperan que sus miembros asistan a ella, la apoyen, y la sirvan. Planifican varios programas que encajen en el modelo de lo que piensan que debería ser un servicio completo de iglesia.
La familia Conners había sido apoyada por su iglesia durante ocho años de labor difícil pero fiel en el campo misionero. Después de regresar, asistieron a su iglesia durante un tiempo antes de abandonar.
La primera pregunta administrativa o pastoral referente a ellos fue echa por el contable de la iglesia. “¿Asisten los Conners a la iglesia?” “No”, contestó un amigo de ellos. “¿Por qué?” “Por ninguna razón en particular”.
Estaba indignado. “Después de todo el dinero que les hemos dado, ahora que pueden ayudar no vienen”. Quizás esta hubiera sido una genuina preocupación bajo otras circunstancias, pero su interés en ellos vino un año y medio después de su vuelta.
“Estaba frustrado por el hecho de que nadie del personal hubiera ni siquiera notado que ya no asistíamos, y cuando se dieron cuenta, el primer comentario fue el del dinero”. ¿Se había gastado el dinero de los Conners?
No. Estaban en otro país para gastarse a sí mismos en el Señor, a favor de los santos allí. Parece que se esperaba de los Conners que sirvieran a la institución, pero fueron en si mismos abandonados por el así llamado liderazgo dentro de esa institución.
El hermano Billy se convirtió en el pastor de la Iglesia West Side después de la muerte de su padre. Su padre fundó la iglesia. El hermano Billy anunció un domingo que el estaba cumpliendo su visión de tener un ministerio en la cárcel y con un autobús.
“Nos faltan estas cosas para ser una iglesia completa”, explicó. “Necesitamos voluntarios para el ministerio de la cárcel y para el ministerio del autobús. Hay formularios para quien quiera inscribirse, en la mesa de atrás”.
Muchos amados corazones que no sintieron ningún llamado para un servicio de este tipo, se inscribieron pera hacer que el hermano Billy se sintiera bien sobre si mismo y su iglesia. Tenían que servirle para que el cumpliera su visión de una Cosa.
Muchos a menudo se cansan de las obras de los hombres y se marchan. El liderazgo es difícil de encontrar. Si los cultos o programas estuvieran verdaderamente satisfaciendo las necesidades de la gente, la gente estaría dispuesta a apoyarlos. Una falta de apoyo puede ser un claro indicativo de que el acontecimiento ya no satisface una necesidad que sea digna de apoyo.
Pese a todo, aquellos que se van espiritualmente fuertes porque han visto más allá de la Cosa, siguen siendo evaluados como perdidos, conflictivos, insujetos, problemáticos o algunos epítetos de peor calidad. Babilonia se defiende.
PROVOCANDO CULPA
Si no damos el apoyo que se espera a la Cosa y sus programas, tanto si queremos como si no, si somos llamados a servir a una cierta capacidad o no, se nos hace sentir culpables. ¿Te has sentido culpable alguna vez por dejar de cumplir una función de la iglesia?
Esas vocecitas llenas de vergüenza en tu cabeza susurran: “malo, malo”. “Fue mi culpa que el programa fracasara. No di suficiente de mi dinero y de mi tiempo a ello.” Puedes estar seguro por estos sentimientos de que estas sirviendo a la Cosa, no al Maestro.
Cuando el liderazgo de la iglesia nos pide que hagamos un compromiso con la iglesia, en realidad se nos está pidiendo que hagamos un compromiso con la Cosa. Nuestra lealtad se mide por como servimos a esta Cosa. Se piensa de nosotros que somos cristianos perezosos si no la apoyamos; y si ni siquiera asistimos a una iglesia local, se asume que nos hemos apartado.
Por otro lado, cuando “hacemos” iglesia, tenemos expectativas de como ha de ser. Tiene que funcionar conforme a nuestras expectativas, o sentiremos que nos ha fallado.
Si la Cosa tiene que funcionar de un modo concreto antes de que tenga éxito, entonces aquellos que la apoyan van a sentir la presión de obrar de forma que la conviertan en un éxito. Si no se convierte en un éxito, habrá alguien a quién culpar. O bien es culpa de la gente, del pastor, del director del coro, o del consejo.
¿Qué pasa si tu y yo tenemos expectativas diferentes sobre como debería funcionar una iglesia? Tendremos conflicto. Siempre habrá conflicto en la iglesia porque siempre habrá expectativas en conflicto. Son las expectativas del hombre, no las de Dios.
Aquí es donde se abre un abanico de posibilidades. Sin embargo, las más clásicas son dos diametralmente opuestas. Los que se van porque tienen una visión distinta de cómo debe funcionar la iglesia, y los que se van porque tienen una visión distinta de cómo debe funcionar La Cosa.
ADICTOS A LA COSA
Algunos son clínicamente clasificados como adictos religiosos. Yo soy alguien que se está recuperando de adicción religiosa. Poco antes de mi conversión en 1978, vi como esta Cosa, la iglesia, era un sistema idolátrico de tradiciones de hombres. Yo lo deseché (no a la gente dentro de ella); y sin embargo, volví a sentir una atracción seductiva hacia ella.
La necesitaba. Había encontrado mi identidad previamente en ella. Tenía presencia, poder y posición en ella. Como pastor de la misma, pensé que al menos parte de ella era mía. Mi corazón se jactaba en lo secreto. “¡Esto es mío!”. Era mi fuente de apoyo financiero. Era la única cosa para la que había sido entrenado. Me uní a ella y ella se unió a mí.
Nos vinculamos a esta Cosa que llamamos iglesia y por ende, nos esclavizamos a ella. Nos unimos a ella y ella de alguna manera toma posesión de nosotros. De hecho, nos hacemos adictos a ella. Tal y como lo escribió Dennis Loewen, “Produce adicción. ¿Cómo lo sabemos? Una forma de saberlo es que todos pasamos por el síndrome de abstinencia cuando la dejamos”.
Algunos creyentes con discernimiento que asisten a iglesias espiritualmente estancadas, se dan cuenta de que ya no necesitan estar ahí. El Espíritu Santo esta ausente. Los cultos están muertos. El predicador es aburrido. La gente discute sobre asuntos irrelevantes y triviales. Sienten que sus diezmos se malgastan en salarios inútiles, programas e hipotecas.
Sus enormes edificios están vacíos la mayor parte del tiempo. Se sienten obligados a servir en comités que sirven a la institución más que servir a la gente. Ven al liderazgo probando un truco publicitario tras otro para convertir la Cosa en algo relevante con el fin de que más personas se unan a la misma y sean activas en ella.
Estos preciosos creyentes quieren salir, pero descubren que no pueden. La madre no lo entendería. “¿Por qué esa vidriera dedicada en el nombre del abuelo, y tú estás pensando incluso en marcharte?”. Razonan que han sido amigos de toda la vida aquí. “¿Cómo podría abandonarlos?”
Se les hace sentir como traidores, desertores, conflictivos, inconformistas. Algunos reniegan de los miembros de su propia familia por abandonar su “fe”. Algunas tradiciones afirman que una persona irá al infierno si abandonan su forma particular de iglesia.
Así, se sienten atrapados en el sistema. Se visten de sus sonrisas de mañana de domingo y esconden sus resentimientos secretos por sentirse atrapados. Saludan y hacen gestos en el pasillo, pretendiendo que “¿verdad que es estupendo estar en la casa del Señor?”. Se establecen en sus bancos y comienzan de nuevo a tener comunión con las nucas de la gente que hay delante.
Muchos de los que se atreven a dejar una iglesia, van por la calle deseando un “clima espiritual” mejor, solo para encontrar a la misma vieja ramera con un vestido nuevo. Solo que las reglas son ligeramente diferentes.
Van de iglesia en iglesia, buscando lo genuino solo para encontrar mas falsas fachadas religiosas; salen en busca de Espíritu y verdad solo para encontrar más carne e hipocresía. Sin embargo, continúan con la búsqueda, porque son adictos a ella. Cabecean sobre sus caballos de madera, incapaces de bajarse por causa de la velocidad del carrusel—el sistema de la iglesia que da vueltas perpetuamente sin ir a ninguna parte.
Unas pocas personas con discernimiento son capaces de romper la esclavitud de la iglesia, pero a menudo se marchan dañadas y resentidas. Algunos asisten a grupos anónimos, buscando recuperarse de los abusos religiosos que les han producido estos sistemas religiosos de las tradiciones de los hombres.
La iglesia, tal y como la hemos experimentado, impregna cada aspecto de nuestra sociedad. Es la única cosa que hemos visto y sabido que en teoría representa a Cristo. Al ir tras ella, como hizo el Israel de antaño, hemos cometido fornicaciones y provocado a celos al Señor.
Espero que estés orando para que el Espíritu Santo levante el velo de tus ojos para ver como la iglesia es un sistema falsificado, para ver como hemos hecho una Cosa de quienes somos en Cristo, hemos corrido tras ello en lugar de ir tras Jesús.
Notas
{1} Webster’s New World Dictionary, 2ª ed., sobre “church” (“iglesia”, en Inglés.
{2} Vine’s Complete Expository Dictionary of Old and New Testament words, N.T.,s.v. “assembly” (“asamblea”, en Inglés)
Nota del Traductor
(1) La palabra española “iglesia” si deriva de la palabra griega “ekklesia”, a diferencia de la voz inglesa “church”, con raíz germánica.
Capítulo 4
Celos: Cometiendo fornicación
La mayoría de la gente en la pequeña iglesia rural donde yo servía, aceptó el hecho de que yo creyera que hablar en lenguas, la sanidad divina, la expulsión de demonios, y todos los dones del Espíritu Santo fueran para hoy, incluso aunque la burocracia de la denominación no estuviera de acuerdo.
De cualquier forma, intenté hacer de Jesús el único asunto que importaba. Todo el mundo estaba muy contento con este arreglo hasta que el Espíritu Santo habló a mi Espíritu pidiendo que aboliera la Escuela Dominical.
“Señor, me estás confundiendo”, discutí. “Nadie cierra la Escuela Dominical, especialmente como pastor de esta denominación. La Escuela Dominical pertenece a los ancianos. Tú deberías saber eso, Señor”. Deseché el pensamiento por imprudente.
Tenía planes para levantar la Escuela Dominical. Había estudios que habían probado que la existencia de grupos pequeños como la Escuela Dominical, podían contribuir al crecimiento de iglesia, y en ese momento de mi entendimiento, quería edificar la iglesia.
Sin embargo, después de ser dirigido con severidad al cierre de la Escuela Dominical por tercera vez, supe que tenía que hacer algo. Llamé a los hombres de la iglesia y les presenté mi dilema.
La mayoría de ellos estaban dispuestos a probar para ver lo que Dios haría. “Después de todo”, muchos razonaron conmigo, “si no resulta provechoso, siempre podemos volver a tener Escuela Dominical”.
Sin embargo, no todos estaban dispuestos a probarlo. No sabía que Dios quería que diera tal paso hasta que traté de negociar el trato con la persona de mayor influencia en la iglesia. Lágrimas brotaron de sus ojos, hablando con voz entrecortada, pero firme. “Tú no vas a quitar Mi Escuela Dominical”. Entonces supe de qué iba todo esto. La Escuela Dominical era un becerro de oro para algunos de ellos, y yo me había atrevido a tocarla.
Esto se ha repetido en mi ciudad en muchas ocasiones, ya que la denominación que más escuelas dominicales conservaba en sus congregaciones, - De hecho, fui maestro de una -, decidió en conjunto suprimirlas. Hubo encarnizado combate por esos becerros de oro.
IDOLATRIA: LA EXTENSIÓN DEL YO
Judson Cornwall afirma acertadamente, “La idolatría es principalmente la respuesta de la adoración personal hacia algo inferior que Jehová Dios, sea el Yo, un objeto hecho por nosotros mismos, o un concepto que podamos abrazar.
Un ídolo es cualquier cosa, o alguien, incluido nosotros mismos, que recibe el crédito por las habilidades que solo Dios posee” {3} Monty Stratton añade, “Cualquier imagen que tenemos de nosotros mismos que no sea la imagen que Dios tiene de nosotros, es un ídolo, es un dios falso” {4}
Nosotros, como seres creados, hacemos cosas y logramos cosas que llegamos a adorar. Ponemos esas cosas delante de nosotros y les hacemos homenajes, tanto si son canciones o novelas que escribamos, los atletas que creamos, los jardines que plantamos, los negocios que levantamos, los trofeos que ganamos, los hijos de los que somos padres, los cohetes que ponemos en órbita, las curas que inventamos, los sermones que predicamos, o las iglesias que institucionalizamos.
Vivimos a través de los ídolos que hemos hecho de estrellas de cine, estrellas de la canción, o estrellas del deporte. Queremos el poder que imaginamos que la fama y la fortuna nos concederían. Queremos ser dios, especialmente de nuestras propias vidas.
Aunque somos más grandes que las imágenes que creamos, aún así nos inclinamos ante ellas y les rendimos obediencia. Nos enorgullecemos tanto en nuestras obras. Dejamos que controlen nuestras vidas, nuestras emociones, y nuestras relaciones. Las amamos. Las miramos y nuestros corazones se hinchan de orgullo. Son extensiones idolátricas de nosotros mismos.
En muchas ocasiones lo he enseñado: la gente que no ha podido trascender en nada secular en el ambiente del mundo, cuando entra a la iglesia, procura encontrar un sitio donde lograrlo. La búsqueda de prestigio personal, en la iglesia, es superior a la del mundo secular.
IDOLATRIA: LA ADORACIÓN DEL YO
Toda idolatría es la adoración del Yo. Es una extensión de nosotros mismos: nuestras adoradas opiniones, especulaciones, planes, programas, y proyectos; es el trabajo auto-exaltado de nuestras manos y las imaginaciones de nuestras mentes—todas las cosas que hacemos en la naturaleza de carne y de pecado de nuestro viejo hombre, lo que nos lleva a estimarnos a nosotros mismos mas de lo que deberíamos.
Es la actitud del la malvada madrastra de Blanca Nieves, que pregunta: “Espejito, espejito, ¿Quién es la más bella de todos?” Esperando completamente que el espejito responda: “Tú eres la mas bella de todas”.
El hombre caído idólatra, es ególatra por naturaleza. Para ser distintos, tenemos que ser transformados en una nueva criatura. Necesitamos una nueva naturaleza que nos dé el deseo de consagrar el Yo para un bien mayor, llamada la vida de Cristo en nosotros. Sólo Cristo, por su Espíritu, puede implantar esa nueva naturaleza en nosotros.
Esto, entre otras cosas, te sirve para que entiendas de una vez por todas que, por más que te esfuerces explicando cuestiones a la gente inconversa, no van a poder entenderte nunca. Si no llega Cristo a sus vidas, no hay entendimiento para aquello que a ti te es sencillo de entender.
Cualquier cosa que atraiga al ego, no es de Dios. El Yo esta enamorado del Yo. Busca lo suyo propio. Es vanidoso, orgulloso, arrogante, altivo, se permite todo, está absorbido por si mismo, tiene hambre de poder, y es lascivo.
Lucha por la independencia, dependiente de si mismo y se administra solo. Usa y abusa de los demás. SI es necesario, logra sus propias ambiciones. Miente, roba, hace trampas, asesina, envidia, culpa, justifica y hace lo que sea necesario para salvarse a si mismo. Llega a cualquier fin para protegerse a si mismo. Es adicto al más. Nunca puede sentirse satisfecho.
La naturaleza carnal del Yo generalmente mira a sus propias invenciones—ciencia, gobierno, militar, religión, educación, deportes, y cualquiera otras instituciones e invenciones humanas para salvarnos, alimentarnos, protegernos, hacernos felices, darnos nuestra identidad, y proveernos con un estilo de vida mejor. Creamos instituciones que nos sean útiles, y nos enfadamos cuando nos fallan.
Por causa de que el ego esté siempre centrado en si mismo, es un agujero negro en el espacio sobre el que se encuentra, siempre succionando hacia si como una aspiradora. El ego se consume a si mismo, es autodestructivo, y tiene a la muerte como su recompensa final. El ego vive y muere para sí mismo.
Listo. Este pequeño pero muy completo manual del Yo, te será útil para detectar y confrontar líderes con esa característica. No para que ellos cambien, (Sin Cristo nunca lo harán), sino para que tú sepas a qué atenerte.
IDOLATRIA: FORTALEZA DEL YO
La idolatría del Yo se ve en nuestra tendencia a lograr cosas en nuestras propias fuerzas. Vemos cosas que hay que hacer y debemos hacerlas. Estamos constantemente distraídos por la ocupación que creamos para nosotros mismos.
La ocupación es una distracción de la intimidad con Dios. Preferimos hacer algo para Dios que pasar tiempo con El. Sin embargo, El no nos creó para hacer cosas para El, sino para ser como EL es, para que podamos tener comunión con El y unos con otros en El.
Nos esclavizamos a nosotros mismos a las obras que demandamos de nosotros mismos. Aún más, esclavizamos a otros a nuestras obras cuando otros nos dejan. Adoramos nuestros logros. Consecuentemente, hemos hecho incluso ídolos de nuestro tiempo de silencio.
El estudio bíblico, la intercesión por la calle, el testificar y otras obras que nos parecen “buenas”. No son cosas malas en sí. Son maravillosas cuando son inspiradas por el Espíritu Santo. Se nos convierten en idolátricas cuando las usamos para hacernos sentir que estamos haciendo algo para Dios.
De cada diez correos que recibo, al menos cinco, traen lamentos y culpas por no estar “haciendo nada para Dios”. Yo les pregunto si procuran buscarle, pero es como si les hablara en otro idioma.
IDOLATRIA: LAS COSAS QUE NOS POSEEN
Nuestros ídolos tienen que ver con cosas que poseen a nuestros corazones. Lo que poseemos, posee una parte de nosotros. En el Antiguo Testamento, Jacob sirvió a su padre político, Labán, durante veinte años, para ganar a sus esposas, Lea y Raquel, y para ganar su rebaño para que pudiera regresar a la tierra de su padre.
Al impedirle la marcha Labán, Jacob dejó a Labán sigilosamente, con sus esposas y animales. Al marcharse, Raquel robó los ídolos de la casa de su padre y los llevó con ella. Génesis 31. Estos ídolos pudieron ser valiosos recuerdos de familia, lo que podría haber influido en sus motivos para llevárselos, aunque lo más probable es que fuera por causa de que su corazón fuera poseído por ellos.
Las cosas que perseguimos a menudo nos vencen. Yo vivía en Nashville, Tennessee, la capital mundial de la música country, donde hay un dicho sobre muchos de los candidatos musicales que viven allí, que afirma que “están siguiendo a la bestia”.
Esta bestia es una búsqueda imaginaria de significado a través de la fama a la que muchos de ellos esperan “llegar con la música”. Sin embargo, a mí me parece que la bestia les persigue. La bestia puede ser cualquiera de esas cosas que buscamos para que las posea el yo. Las cosas que buscamos a menudo nos poseen. Podemos ser poseídos por nuestra búsqueda.
UN DIOS CELOSO
Dios nos creó para Él. El quiere una relación íntima con nosotros. Él quiere que le conozcamos, le amemos, confiemos en Él, dependamos de Él y le obedezcamos. Es un Padre amoroso y fiel para nosotros lo que creemos, y demanda de nosotros que le demos nuestro amor y fidelidad a Él.
Él es profundamente celoso de cualquier cosa que levantemos entre Él y nosotros. Déjate sentir el desprecio apasionado de Dios hacia nuestra idolatría, al leer detenidamente el texto que aparece debajo. Los que amáis sinceramente al Señor, deberíais ser impactados para siempre con las citas de la Escritura.
Dios habló a través de Moisés a los hijos de Israel diciendo: “Yo soy Jehová tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra“. “No te inclinarás a ellas, ni las honrarás.” Éxodo 20:1-5, Deuteronomio 5:1-10.
Jesús contestó al fariseo diciendo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este el primero y grande mandamiento.” Mateo 22:37-38. Esta clase de amor es ágape, que tiene que ver con la entrega de tu vida para el bienestar de otros. En este caso, tiene que ver con querer sólo lo que Dios quiere, no querer nada para el Yo.
La idolatría rompe el corazón de Dios, que quiere celosamente un amor no dividido, adoración y fidelidad. Dios tiene celo por nuestros ídolos. El está celoso cuando nos jactamos en nosotros mismos y en nuestros logros, en lugar de reconocer que toda buena dádiva, y todo don perfecto procede de lo alto, del Padre de las luces” Santiago 1:17. Dios dijo, “No te has de inclinar a ningún otro dios (otros dioses), pues Jehová cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es”. Éxodo 34:14.
Moisés ordenó al pueblo que guardara las ordenanzas de Dios y les advirtió que no cometiesen idolatría diciendo: “Porque Jehová tu Dios es fuego consumidor, Dios celoso.” Deuteronomio 4:24. Josué reafirmó al pueblo que Dios es un “El es Dios santo y Dios celoso”. Josué 24:19
Elías expresó celo a favor de Dios: “He sentido un vivo celo por Jehová de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y solo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.” 1ª Reyes 19:14 (También lee Ezequiel 8:3, 16:38-42; 23:25; 36:5-6, 38:25.)
Asaf lamentaba: “¿Hasta cuando, oh Jehová? ¿Estarás airado para siempre? ¿Arderá como fuego tu celo?” Salmos 79:5.
El profeta Nahum, siendo el pulso de Dios, declaró que “Jehová es Dios celoso, y vengador; Jehová es vengador y lleno de indignación; se venga de sus adversarios, y guarda enojo para sus enemigos para sus enemigos”: Nahum 1:2
Joel, mirando al día de la renovación, profetizó, “Y Jehová, solícito (celoso) por su tierra, perdonará a su Pueblo”. Joel 2:18.
Sofonías habló: “Ni su plata ni su oro podrá librarlos el día de la ira de Jehová, pues toda la tierra será consumida con el fuego de su celo; porque ciertamente destrucción apresurada hará de todos los habitantes de la tierra”.
Sofonias 1:18. El siguió hablando por Dios, diciendo, “Por tanto, esperadme, dice Jehová, hasta el día que me levante para juzgaros: porque mi determinación es reunir las naciones, juntar los reinos para derramar sobre ellos mi enojo, todo el ardor de mi ira; por el fuego de mi celo será consumida toda la tierra.” Sofonias 3:8.
Zacarías escribió, “Y me dijo el ángel que hablaba conmigo: Clama, diciendo: Así ha dicho Jehová de los Ejércitos, Celé con gran celo a y a Sión”. Zacarías 1:14. Y de nuevo, “Celé a Sión con gran celo, y con gran ira la celé.” Zacarías 8:2
El apóstol Pablo preguntó a los corintios “¿O provocaremos a celos al Señor?” 1ª Corintios 10:22. Como lo hizo Elías, Pablo sintió el fuego del celo de Dios en su estómago y escribió mas tarde: “Porque os celo con celo de Dios, pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo”. 2ª Corintios 11:2
ISRAEL: ESCOGIDO POR UN PROPÓSITO
Israel fue escogido por Dios para que pudiera tener un pueblo que fuera llamado por su Nombre. Deuteronomio 28:10; 2ª Crónicas 7:14; Daniel 9:19; Hechos 15:14. Habían de ser un pueblo a través del cual Dios haría un Nombre para Sí mismo. 2ª Samuel 7:23; 1ª Crónicas 17:21. Serían para El un pueblo, un nombre, una alabanza, y una gloria. Jeremías 13:11.
Israel había de ser una nación (separada) de personas para el Señor. Después de tres meses de salir de Egipto y de haber acampado en el desierto del Sinaí, Moisés subió al monte a hablar con Dios.
Dios le dijo a Moisés que dijera al pueblo: “Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y como os tomé sobre alas de águila, y os he traído a mi. Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es la tierra: Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes y gente santa.” Éxodo 19:4-6.
Los seguidores de Cristo, sean judíos o gentiles, son el cumplimento de la expectativa divina. Pedro escribió respecto de los que creerían en Jesús: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido de Dios para que anunciéis las virtudes de Aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”: 1ª Pedro 9.
El Señor había de ser su Dios y ellos habían de ser Su pueblo. No debían tener otros dioses delante de ellos. No debían invocar el nombre de cualquier otro dios y darle a ese dios la gloria por las cosas que Dios había hecho a favor de ellos.
Eso sería un gran insulto a Dios, a su Nombre, y a aquellos que eran llamados por Su nombre. Dios esta celosamente celoso de todas aquellas cosas en las que ponemos más confianza, consuelo y placer que en Él mismo.
Esto está escrito y no se ha modificado un milímetro. Por tanto, deberíamos preguntarnos como se sentirá Dios observando a tantos “siervos” suyos que han dejado de tener en cuenta esta palabra.
LA PROHIBICIÓN
Dios sabía que la única forma de asegurar que los Israelitas permanecieran fieles a El, era prohibirles mezclarse con los paganos de la tierra. El hizo un pacto con ellos mientras estaban en el desierto. El les dijo que haría maravillas entre ellos expulsando al amorreo, al Cananeo, al Heteo, al ferezeo, al Heveo, al Jebuseo de delante de ellos cuando entraran en Canaán.
No obstante, Dios les advirtió que tuvieran cuidado de no hacer un pacto con los habitantes de la tierra hacia la que se dirigían. Dejar de destruir los altares idolátricos de los paganos, romper sus imágenes, y destruir sus lugares de adoración de ídolos, sería una trampa en medio de ellos. Los Israelitas “tomarían a sus hijas para sus hijos, y sus hijas fornicarían en pos de sus dioses, y harían a sus hijos fornicar tras sus dioses”: Éxodo 34:10-17.
La adoración de otros dioses es idolatría, y la idolatría es cometer fornicación, en lo que respecta a Dios. Dios también lo llama fornicación y adulterio. La versión King James de la Biblia en inglés lo traduce “fornicación”.
Este lenguaje radical describe el corazón de Dios en el asunto de la idolatría. Debería hacernos caer sobre nuestros rostros, arrepentirnos rápidamente de nuestras idolatrías, y volvernos a Él con un corazón puro no adúltero.
Hemos llegado, como cristianos organizado en iglesias, a establecer pactos con sectores paganos, con la única finalidad de acceder a ciertos privilegios.
LA VIOLACIÓN DE LA PROHIBICIÓN DE DIOS
Dios había dicho a Israel que no se mezclara con los habitantes de la tierra y que no fueran en pos de sus dioses, pero de cualquier forma eso es lo que hicieron. Dios sabía que lo harían. El le dijo a Moisés que después de su muerte, “este pueblo se levantará y fornicará tras los dioses de la tierra a donde va para estar en medio de ella; y me dejará e invalidará mi pacto que he concertado con él”.
“Y se encenderá mi furor contra él en aquel día; y los abandonaré, y esconderé de ellos mi rostro, y serán consumidos; y vendrán sobre ellos muchos males y angustias, y dirán en aquel día, ¿No me han venido estos males porque no está mi Dios en medio de mi? Pero ciertamente Yo esconderé mi rostro en aquel día, por todo el mal que ellos habrán hecho, por haberse vuelto a dioses ajenos.” Deuteronomio 31:16-18.
El fracaso de Israel en el desierto
Los israelitas violaron la prohibición de Dios mientras estaban en el desierto. Estaban en un lugar llamado Sitim, cuando se entregaron a sus fornicaciones con las hijas de Moab. Las moabitas sedujeron a los Israelitas a hacer sacrificios y postrarse a sus dioses. Israel se unió a Baal-Peor, el dios ídolo de Moab, y la ira del Señor se encendió contra Israel.
El Señor dio instrucciones a Moisés de que tomara a todos los príncipes del pueblo que hubieran roto la prohibición, y “los ahorcara ante Jehová delante del sol, para que la ira de Jehová se apartara de Israel”. Moisés, obedeció a los jueces de Israel para matar a los hombres que se inclinaban ante Baal-peor.
Uno de los Israelitas trajo descaradamente a una mujer madianita a sus hermanos delante de Moisés y el pueblo. Finees, el hijo de Eleazar, el hijo de Aarón el sacerdote, lo vio y se levantó de entre el pueblo, y tomó una lanza en su mano.
Fue tras el hombre de Israel a la tienda y los atravesó a ambos. Esto hizo que la plaga sobre los hijos de Israel cesara ese día. Su celo por Dios apartó la ira de Dios. Veinticuatro mil personas murieron en esa plaga. Números 25:1-11.
Deuteronomio 32:16-17 y 21 nos dice que los Israelitas provocaron a celos a Dios, con dioses ajenos, y que estos eran abominaciones para El. “Sacrificaron a los demonios, y no a Dios, a dioses que no habían conocido...
” A nuevos dioses a quienes sus padres ni siquiera habían temido. “Me movieron a celos”, dijo Dios; “con lo que no es Dios; me provocaron a ira con sus ídolos; Yo también los moveré a celos con un pueblo que no es pueblo, los provocaré a ira con una nación insensata”.
El fracaso de Israel durante los jueces
Dios sacó a Israel de Egipto con señales y maravillas que atestiguaban. Cruzaron milagrosamente el Mar Rojo por tierra seca. Recibieron el maná, el agua, las codornices. Oyeron a Dios en la Montaña y vieron Su gloria sobre el rostro de Moisés.
Anduvieron errantes durante cuarenta años y sus sandalias no se gastaron. Experimentaron el celo de Dios en Sitim. Entraron en la tierra de la promesa de Dios bajo el liderazgo de Josué, cruzando milagrosamente el río Jordán y tomando Jericó con la marcha, el sonar de los trompetas y el griterío.
Tenían que expulsar a todos los habitantes de la tierra, no fuera que se mezclaran con ellos y que se inclinaran a sus dioses. Muchas de las tribus de Israel no hicieron eso. No expulsaron absolutamente a los habitantes de la tierra, y por tanto, fueron desobedientes a Dios.
Un ángel del Señor vino de Gilgal a Boquim y dijo al pueblo de Israel: “Yo os saqué de Egipto y os introduje en la tierra de la cual había jurado a vuestros padres; diciendo: no invalidaré jamás mi pacto con vosotros, con tal que vosotros no hagáis pacto con los moradores de esta tierra, cuyos altares habéis de derribar; mas vosotros no habéis atendido a Mi voz.
¿Por qué habéis hecho esto? Por tanto, yo también digo: No los echaré de delante de vosotros, sino que serán azotes para vuestros costados, y sus dioses os serán tropezadero. “. La gente alzó su voz y lloró a las palabras del ángel. Jueces 2:1-4.
No obstante, una nueva generación creció después de Josué, e hicieron exactamente la misma cosa que era mala ante los ojos del Señor: abandonaron al Señor y sirvieron a los dioses idolátricos, Baal y Astoret. Jueces 2:13.
Y así sucedió, una y otra vez. Dios levanto individuos como Ehud, Débora, Gedeón, Sansón y otros jueces en Israel. Los Israelitas no escucharían a sus jueces, sino que fornicaron en pos de otros dioses. Después de caer bajo la mano opresora de sus enemigos en la tierra, se arrepentían y clamaban a Dios, y El cambiaba de opinión y los libraba (lee Jueces 2:17-20).
El período de los jueces acabó con este trágico comentario: “En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía”. Jueces 21: 25. La anarquía es la idolatría final del Yo.
El fracaso de Israel durante los reyes
Los Israelitas querían su propio rey como todas las demás naciones, rechazando así el reinado de Dios sobre ellos. Así, Dios le dijo a Samuel que les diera lo que pedían. 1ª Samuel 8:5-7. ¡Que terrible que Dios pueda darnos realmente lo que pensamos que necesitamos y queremos!
Nada cambió. Tenían corazones de ramera. 1ª Crónicas 5:25 nos dice que “se rebelaron contra el Dios de sus padres, y se prostituyeron siguiendo a los dioses de los pueblos de la tierra, a los cuales Jehová había quitado de delante de ellos”.
El salmista lamenta: “No destruyeron a los pueblos que Jehová les dijo; Antes se mezclaron con las naciones y aprendieron sus obras, y sirvieron a sus ídolos, los cuales fueron causa de su ruina.
Sacrificaron sus hijos y a sus hijas a los demonios, y derramaron la sangre inocente, la sangre de sus hijos y de sus hijas, que ofrecieron en sacrificio a los ídolos de Canaán; y la tierra fue contaminada con sangre. Se contaminaron así con su obras y se prostituyeron con sus hechos”.Salmos 106:34-39. Este salmo entero es una poderosa retractación del olvido de Israel.
¿Qué otra cosa que una reiteración de todo esto es cuando adoptamos cualquiera de los sistemas mundanos de publicidad o promoción, con la finalidad de difundir la labor de una iglesia o de sus pastores?
DIOSES DE LA CARNE
Los Israelitas levantaron sus propios lugares altos e hicieron altares a Baal. Esculpieron Astoret y se inclinaron a ellas. Sacrificaron a sus hijos a Moloc haciéndolos pasar por fuego.
El cronista de 1ª Reyes 14:22-23 escribió, “Y Judá hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y le enojaron más que todo lo que sus padres habían hecho en sus pecados que cometieron. Porque ellos también se edificaron lugares altos, estatuas e imágenes de Asera, en todo collado alto, y debajo de todo árbol frondoso. “
Asaf, el salmista, se lamentó por los pecados del pueblo contra un Dios celoso, cantando, “Porque Le enojaron con sus lugares altos, y le provocaron a celo con sus imágenes de talla” Salmos 78:58.
Baal significa “amo” o “señor”, que también ha sido traducido como “marido”. Baal era el dios de la agricultura, quién creían responsable del aumento de los rebaños, las cosechas, y las familias.
La adoración de Baal, tal y como existía cuando Israel comenzó a infiltrarse en Canaán, era conducida por sacerdotes en los campos y en los “lugares altos” de los montes, donde las comunidades traían sus impuestos a su deidad favorita, en forma de vino, aceite, primeros frutos y las primicias de los rebaños. El culto incluía gozosas danzas licenciosas y comidas ritualísticas” {5}
Astoret era el nombre dado a la diosa de la luna, la sexualidad, el amor sensual, y la fertilidad. Era también el nombre de las figuras de madera o postes que se levantaban para representarla. {6} Sus templos eran centros de prostitución sagrada. Astoret es mencionada unas cuarenta veces en el Antiguo Testamento.
Moloc significa “rey”.Su adoración era caracterizada por padres que sacrificaban a sus hijos empujándoles a caminar sobre o dentro de un horno de fuego. La ley hebrea prohibía estrictamente esta práctica.
El señor había hablado a Moisés diciendo: Dirás asimismo a los hijos de Israel: Cualquier varón de los hijos de Israel, o de los extranjeros que moran en Israel, que ofreciere a alguno de sus hijos a Moloc, de seguro morirá; el pueblo de la tierra lo apedreará.
Y Yo pondré mi rostro contra el tal varón y lo cortaré de entre su pueblo, por cuanto dio de sus hijos a Moloc contaminando mi santuario y profanando mi Santo Nombre”: Lev. 20:1-3.
Ezequiel hablo por Dios: Porque ofreciendo vuestras ofrendas haciendo pasar vuestros hijos por el fuego, os habéis contaminado con todos vuestros ídolos hasta hoy.” Ezequiel 20:31
Jeremías 3:9 lamenta que cometieron adulterio con piedras y árboles. Santiago 4:4 nos enseña que la amistad con el mundo es adulterio.
Dios demandaba una adoración no dividida, no adulterada, y obediencia a El. La verdadera adoración de Dios demanda que pongamos lo que El quiere de nuestra vieja naturaleza de carne y de pecado- que neguemos el Yo en total abandono a Dios.
DIOS SE DIVORCIA DE ISRAEL
Israel era considerada por Dios como su desposada. Jeremías 3: 14. Dios fue fiel a ella, pero ella era repetidamente infiel a Él. Intentó la fidelidad, ocasionalmente, y hubo momentos de arrepentimiento y de restauración. Los reyes buenos purgaron el templo de idolatría, pero ni siquiera completaron su obra totalmente. De forma insistente, mantuvieron sus lugares altos.
De Salomón, está escrito: “Salomón amó al Señor, andando en los estatutos de su padre David; solamente sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.” 1ª Reyes 3:3. Asa hizo lo que era bueno a los ojos del Señor.
Desterró a los sodomitas de la tierra y quitó los ídolos de su padre; privó a su madre, Maca de ser reina madre, porque había hecho un ídolo de Asera; pero “los lugares altos no se quitaron”. 1ª Reyes 15:11-14.
“Josafat anduvo en todos los caminos de Asa su padre, haciendo lo que era recto a los ojos del Señor”, pero no quitó los lugares altos. 1ª Reyes 22:43. Joás (2ª Reyes 12:1-3), Amasías (2ª Reyes 14 :1-4), Jeroboam (2ª Reyes 15:32-34), igualmente hicieron lo que era recto a los ojos del Señor, aunque no quitaron los lugares altos.
Las Escrituras nos dicen que Ezequías y Josías fueron los únicos reyes que quitaron los lugares altos. Ezequías “hizo lo que era recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho David su padre. El quitó los lugares altos, quebró las imágenes y cortó los símbolos de Asera” 2ª Reyes 18:3-4a.
Nos dice que Josías quitó los lugares altos “Y no hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de toda su alma, y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él se levantó otro igual.” 2ª Reyes 23:25. Pero a excepción de estos dos, un rey tras otro tuvieron lo mismo en común: no quitaron los lugares altos.
Durante los años que Josías era rey, el Señor preguntó a Jeremías si había visto lo que la rebelde Israel había hecho. Dijo que había ido tras todo monte alto y debajo de todo árbol frondoso, y había fornicado, y por todas las razones por las que la Israel rebelde había cometido adulterio, Dios la había desechado y le había dado carta de divorcio. Jeremías 3:6-8.
Por decir esto mismo pero en idioma sencillo, más de uno ha sido espiritual y moralmente apedreado en su congregación. Sobre todo en aquellas donde estiman que ser divorciado es un pecado más grande que el de la blasfemia al Espíritu Santo.
LLEVADOS CAUTIVOS
En la historia temprana de Israel, después del reinado de Salomón, el Reino de Israel se dividió. El reino de Israel (después llamado Samaria), consistía en las diez tribus del Norte, que se separaron del reino después de la muerte de Salomón durante el reinado de su hijo Roboam. Fue gobernada por Jeroboam. El Reino de Judá consistía en las dos tribus restantes en el sur, Judá y Benjamín.
A través del profeta Ezequiel, Dios describió a estos dos reinos como hijas de una misma madre. El dio a estas hijas los nombres Ahola y Aholiba. Ahola significa “tabernáculo de ella”, y Aholiba significa “mi tabernáculo en ella” o “el tabernáculo es de ella”.
Ahola era la hija mayor, Samaria, y Aholiba era la menor, Judá (o Jerusalén). Ezequiel dice: “fornicaron en Egipto; en su juventud fornicaron; allí fueron apretados sus pechos, allí fueron estrujados sus pechos virginales”: Ezequiel 23:3.
Aunque Ahola pertenecía al Señor, fornicó y adoró a sus amantes asirios. Cometió sus fornicaciones con ellos y se corrompió. Así, Dios la desterró en brazos de sus amantes, los asirios. Su hermana, Aholiba, vio todo lo que su hermana mayor había hecho y como había sido llevada cautiva por sus amantes asirios; aún así, ella multiplicó sus fornicaciones más que su hermana.
Dios envió a los babilonios en juicio, para llevar cautiva a Judá. Dios dijo: “Pondré mi celo contra ti, y procederán contigo con furor”: Ezequiel 23. Por tanto, por causa de sus idolatrías y fornicaciones, Samaria fue esparcida a las naciones por los asirios. Judá (Jerusalén) fue llevada cautiva a Babilonia por los Babilonios.
Las Escrituras dejan claro que estos hechos adúlteros de idolatría eran abominaciones para Dios. Ezequiel 16:51-52 revela que Judá había cometido el doble de pecados que su hermana Samaria. Ella había multiplicado sus abominaciones.
De todos los pecados que Israel y Judá cometieron, la idolatría era el más abominable para Dios. Su idolatría era lo que la llevó a su caída. Abandonaron a Dios a cambio de los lugares altos. No somos diferentes hoy. Nosotros también tenemos lugares altos y nuestros lugares altos son igualmente un cepo para nosotros.
Notas
{3} Judson Cornwall, Cosas que Adoramos: Como reconocerlas y ser libres de la Idolatría (Shippensburg, PA: Destiny Image Publishers, 1991), 18
Regreso al texto
{4} Monty Stratton, El Descubrimiento (Macon, GA: Foundation Ministries, 1998), 78
Regreso al Texto
{5} Harper’s Bible Dictionary (New York: Harper & Brothers, 1956), s.v. “Baal”.
Regreso al Texto
{6} Nelson’s New Illustrated Bible Dictionary, s.v. “Astoret”
Capítulo 5
Nuestros lugares altos
Rara vez veía a Benny sin escuchar algo lleno de profunda sabiduría, digno de un sabio. Aquel día no era ninguna excepción. Con ese típico parpadeo de su ojo, y esa irónica sonrisa de oreja a oreja en su rostro, típica del Tennessee Occidental, me preguntó: “¿Sabes como puedes distinguir si algo en tu vida es un ídolo?”
“No”. Esperé su respuesta. Sabía que sería buena. Su sonrisa se agrandó. Sus palabras eran lentas pero cortas. “Por tu forma de luchar por algo cuando te lo quitan”.
Muchas de las cosas por las que luchamos son probablemente ídolos en nuestras vidas. Nos enfadamos cuando algo que adoramos nos lo quitan o cuando tememos que nos lo quiten.
¡Sabio de sabios, Benny! ¿Has visto pelea más denonada que la que libran los líderes y asalariados de Babilonia cuando se dan cuenta que se derrumban sus templos?
NUESTROS LUGARES ALTOS
Nosotros, como con el Israel de antaño, tenemos nuestros ídolos. Nuestros ídolos son nuestros lugares altos. Nuestros lugares altos son esas cosas que deseamos por encima de nuestra consagración a Dios.
Nosotros también hemos ido tras las fornicaciones de los dioses de nuestra propia creación. Quemamos “Incienso” a la obra de nuestras manos y a las imaginaciones de nuestras mentes, cuando nos enorgullecemos en nuestros logros.
Cosas como la ciencia, el gobierno, la bolsa, la religión, las artes, las dietas, el entretenimiento y los deportes, pueden obrar para nuestro bien, pero pueden convertirse en idolátricos cuando ponemos nuestra confianza en ellos más que en Dios. Nos hacemos a nosotros mismos Dios.
Esta fue la mentira en el jardín del Edén: si pudiéramos haber conocido como Dios conoce, nos haríamos como Dios. Así, en Adán nos llenamos de conocimiento, y el conocimiento se convirtió en una maldición para nosotros.
Jugamos a Dios cuando nos gloriamos en nuestras capacidades intelectuales para figurar cosas, razonar cosas, entender cosas, inventar cosas, e imaginar incluso logros mayores. Exaltamos aquello que pensamos que sabemos por encima del conocimiento de Dios.
Nos mantiene a distancia de Dios y nos estorba para entrar en intimidad con el Padre-Dios, nuestro Creador. El conocimiento envanecido es la arrogancia del Yo, y el Yo es ese monte alto sobre el que edificamos nuestros altares.
En Argentina, hay un ejemplo muy explícito respecto a este sentir: Maradona. Ese tremendo y extraordinario jugador de fútbol, ha sido elevado a una categoría inmerecida y ni siquiera buscada por él. La de pasar de ser simplemente “El Diez”, en “El dios”, haciendo juego de palabras. Su vida no ha sido precisamente el modelo adecuado para comparar.
EXTENSIÓN DEL YO
Nuestros lugares altos son extensiones de nosotros mismos. Nos echamos hacia atrás como un pintor artista y vemos el lienzo de nuestras obras, y suspiramos, “Ah! ¡Esto es lo que he hecho!” Nuestras identidades se rodean de nuestros logros.
Queremos ser alguien, marcar nuestra señal, dejar nuestra huella dactilar en algo importante. La naturaleza de nuestro hombre viejo de la carne está atraída por la necesidad de poder, de posición, reconocimiento, posesiones y dominio.
Doblamos la rodilla ante aquellos que son ricos y famosos, y rechazamos, o por lo menos, tratamos con aire de superioridad a aquellos que son pobres o completamente desconocidos. Nosotros, como Nimrod, hemos peregrinado a nuestra tierra de Sinar, queriendo edificar una torre, una ciudad, y un nombre para nosotros. Gen. 11. Los que tienen “Ministerios”, también hacen esto.
Y cuando no lo hacen porque su único objetivo es servir al Reino de Dios, son mirados con desconfianza hasta por los propios hermanos genuinos. Porque ellos, enseñados por el mundo, se dicen: ¿Cómo va a ser un ministro del Señor si no tiene automóvil?
IGLESIA COMO UNA EXTENSIÓN DEL YO
Esta cosa que llamamos iglesia puede ser una forma tal de extensión de nosotros mismos. Es una de esas cosas que perseguimos en nuestros corazones porque la amamos tanto. Esto es lo mismo que decir que amamos las obras de nuestras manos y las imaginaciones de nuestros corazones, que se expresan en esa Cosa que llamamos iglesia. Estamos en la iglesia porque la iglesia está en nosotros. Es una extensión de nosotros. Por tanto, nos estamos sirviendo a nosotros mismos cuando la servimos.
“¡Venga ya!”, Dices. “No puede ser que hables en serio. ¿No estás siendo muy duro y crítico con la iglesia? Amo a mi iglesia. Tengo relaciones de toda la vida en mi iglesia. Tenemos un coro, buenas predicaciones, las almas se salvan, el Espíritu Santo se mueve con frecuencia en nuestros cultos. Los rituales y los símbolos me hacen sentir cerca de Dios. ¿Cómo puedes entonces justificar el hecho de que Dios se manifieste en la iglesia? ¿Cómo puedes llamar a la iglesia, mala?”.
Los buenos cristianos van a la iglesia. De hecho, cuanto mas fuertes son en su fe, es más probable que asistan a la iglesia. Identifican la “asistencia a la iglesia” con su fe. Su fidelidad a la iglesia es con frecuencia el criterio de medida de su fidelidad a Cristo.
Después de todo, las iglesias incluso pertenecen a los cristianos, al menos en nombre y percepción. La presencia de Dios es manifiesta en algunas de estas iglesias en ocasiones, pero eso no significa que estas Cosas que llamamos iglesia hayan nacido del Espíritu. Siguen siendo extensiones idolátricas del Yo.
Dios a menudo ha bendecido y prosperado a Su pueblo en cautiverio. Dios bendijo a Israel en numerosas ocasiones incluso aunque ella se hallaba comprometida con la idolatría. Incluso cuando Él exilió a Judá a Babilonia, El ordenó que se construyeran casas, que se plantaran jardines, que comieran del fruto de ellos y que hubiera crecimiento en las familias. Jeremías 29:4-6.
Dios incluso pronunció un severo juicio contra aquellos judíos idólatras que trataban de permanecer en Judá. Jeremías 29:16-18. “Después de que se hayan cumplido setenta años en Babilonia”, prometió el Señor a Judá, “te visitaré y obraré mi buena obra hacia vosotros, haciéndoos regresar a esta lugar” Jeremías 29:10. Dios tenía que visitar al pueblo en Babilonia para librarlos de Babilonia.
El Espíritu Santo se ha movido con frecuencia sobre su pueblo para salvar, sanar, y librarles a través de la historia del sistema de la iglesia institucionalizada. La reforma protestante, el gran despertar de 1800, y el avivamiento pentecostal de principios de 1900, son muestras históricas de cómo Dios buscaba liberar a su pueblo de un viejo orden, para llevarle a uno nuevo.
Unas pocas iglesias han experimentado lo que ellas llaman renovación. Dios está llenando las lámparas de aquellos dispuestos a estar preparados con suficiente aceite para atravesar la distancia hasta que suene la última trompeta.
Sería un error trágico, sin embargo, tomar la unción de Dios sobre su pueblo como una aprobación de sus ídolos. Si es Espíritu Santo se está moviendo en tu iglesia, no está presente para bendecir tus idolatrías, sino para preparar a un pueblo para Él mismo.
Dios cuida a su pueblo, que resulta estar en cautiverio a la iglesia. El esta preparando a su esposa. El tiene que entrar a esos lugares ilegítimos que llamamos la iglesia para prepararla de forma que El pueda sacarla de ahí.
Aquí tienes una explicación argumental altamente precisa respecto a esa pregunta que tantas veces me hacen y quizás también te hacen a ti: ¿Por qué, si eso es Babilonia, como tú aseguras, todavía sigue habiendo allí adentro sanidades, milagros y nuevos convertidos? Ahora ya lo sabes.
LA NOVIA PROSTITUIDA
Bill Shipman la vio de este modo. “Fue casi como una visión”, explicó. Yo estaba en las habitaciones y en las calles con ellos. Vi a Jesús esperando en la habitación del novio. La novia estaba en otra habitación.
Él estaba preparándose para ir a verla. Al retrasarse, ella se asomó a la ventana y se interesó en las actividades de la calle. La atracción de la calle arrastró a su corazón de ramera hasta que salió ella misma a la calle.
Pronto, después de caminar por las calles, fue violada. Su vergüenza la llevó a creer que no tenía otra opción que convertirse en una prostituta, y eso es lo que hizo. Estaba en un burdel, encerrada tras puertas medievales enormes, de roble sólido.
Parecían formidables. Estaban cerradas con pestillos, con una clase de pasamanería de cobre, y diferentes tipos de herrajes. Jesús salió en su búsqueda. Sabía donde estaba. Al acercarse a las puertas, los demonios le aullaban y le siseaban e intentaban meterle prisa, aunque tenían una actitud cobarde hacia Él.
Abrió las puertas y entró. Ella estaba echa un desastre y Él intentaba convencerla para que se fuera con Él. En su culpa y en su vergüenza, ella rehusó, y de esa forma, Él se marchó. Esperó un tiempo y la visitó de nuevo.
Todavía no le miraba al rostro. Una vez más, Él la dejó. Estando esperando en su habitación, fuegos de pasión e ira repentinamente se encendieron en sus ojos. Salió furioso de su habitación y a pasos largos por la calle, se acercó a la casa donde vivía su novia prostituida.
Todo el mundo le vio llegar. Huyeron delante de Él. Los demonios le vieron y corrieron delante de Él para cerrar las puertas, con la esperanza de evitar que entrara. Sin duda ni pausa, en su andar, golpeó las puertas con las palmas de sus manos. ¡BOOM! Explotaron. Las astillas salieron volando por todas partes.
Entró y la descubrió seca por su vergüenza. Su rostro estaba escondido en sus manos. Esta vez era distinto. Esta vez Él no le pidió que se fuera con Él. Esta vez Él agarró su mano y la llevó a la habitación de la novia, aunque estaba con su vestido sucio, manchado de semen.
Pude ver la pasión y el amor que Él tenía hacia ella en sus ojos. Jesús la veía sólo de una manera. La veía como una virgen. Sin embargo, ella no le miraba. Él la alcanzaba, la tocaba con ternura, y levantaba su rostro hacia el Suyo.
Con muchas dudas, ella lentamente levantó sus ojos para mirar a los suyos. La vio más allá de su vergüenza y la levantó más allá de su vergüenza. En el instante en que sus ojos coincidieron con los Suyos, fueron llenos de la misma pasión que El había tenido para ella.
Yo estaba ahí mismo con ellos. Casi podía ver en sus rostros. Me eché hacia atrás y vi que ella había cambiado. Era hermosa. Tenía el mismo brillo que Jesús. Eran uno. No había atracción o anhelo para nadie más que el uno para el otro.
Ella solo tenía ojos para Él. Ella se parecía a ÉL, y Él a ella. Estaban en pie en una misma luz. Él no había disminuido en absoluto, más bien ella había crecido en Él. Aunque ella se parecía a Él y tenía el mismo fuego en sus ojos como el que tenía Él en los suyos, ella estaba todavía bajo Sus pies, bajo Su autoridad. Eso es lo que lo hacía tan hermoso como era.
Creo que la visión de Bill es del Señor y revela perfectamente como Él ve a su novia en su prostitución, y como Él trata de venir a nosotros. De hecho, incluso siendo Su novia, nos hemos prostituido con nuestros sustitutos de Jesús. Quizás, incluso ahora sentimos las ondas expansivas de sus pisadas acercándose a nosotros para librarnos de nuestra vergüenza y vestirnos con mantos de justicia.
EL LUGAR ALTO DE LA IGLESIA
Sustituir a Jesús por la iglesia es idolatría en enormes proporciones. No hemos de levantar la iglesia y convertirla en el camino de la salvación. Solamente Jesús es nuestra salvación. Cuando la gente acusó a Dios y a Moisés de sacarles de Egipto para morir en el desierto, el Señor envió serpientes voraces entre ellos, y las serpientes mordieron a la gente por causa de su murmuración.
Muchos israelitas murieron. El pueblo se arrepintió y Dios cedió. Dios le dijo a Moisés que hiciera una serpiente y la pusiera sobre un poste. Todos lo que hubieran sido mordidos, podían vivir tan solo mirando a la serpiente. Números 21:4-9.
Ese debía haber sido el final de la historia. ¡Pero lee 2ª Reyes 18:4! Ezequías había sido hecho Rey de Judá, y la Biblia dice que el hizo lo que era recto a los ojos del Señor. “Quitó los lugares altos, quebró las imágenes y cortó los símbolos de Asera e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés: porque hasta entonces, le quemaban incienso los hijos de Israel.” Tomaron una obra de Dios, y la convirtieron en un ídolo. En este mismo espíritu de idolatría, la gente ha convertido el mover de Dios en las denominaciones que ha terminado adorando mas tarde.
El padre de un hermano muy amigo solía decirme, cuando le expresaba cual era la denominación de mi congregación, que me quedara allí, pero que él no estaba muy seguro de mi salvación. Él creía fielmente que sólo los de su denominación eran salvos. ¿Y por que lo creía? Acertaste. Porque se lo habían enseñado.
Lo que hoy llamamos la iglesia es un sistema idolátrico de tradiciones de hombres que es prostitución espiritual. La iglesia es lo que hacemos en adición a lo que Cristo nos ha hecho ser en Él.
Si lo que llamamos iglesia puede ser legalizado, unido, nombrado y referido como “esa”, y nos puede ser quitado, entonces no es lo real. La verdadera ekklesia es un cuerpo colectivo de personas que han nacido en ella. Solo han tomado el nombre de Jesús porque están en relación con Él. Esa relación no les puede ser quitada.
Si la iglesia no es la cosa real, entonces es algo falsificado. El problema con las falsificaciones es que aparentan ser muy semejantes a lo real. La iglesia, como algo falsificado, se presenta y se percibe como lo real. Y aunque sea extraño, sin embargo no se asemeja remotamente a lo real. No obstante, hemos sido engañados en creer que lo es.
Muchos queman el incienso de la adoración del yo a todo lo que se asocie con esta Cosa que llamamos iglesia. Han hecho ídolos de sus doctrinas, formas de gobierno, herencias, programas, rituales, liturgias, edificios, cultos del Domingo por la mañana, asistencia a la iglesia, presupuestos, personalidades, la Escuela Dominical, las reuniones de jóvenes, los grupos misioneros, las reuniones de hombres, las ventas anuales, y las actividades—todo ello asociado con la iglesia.
Retozan alrededor de sus logros colectivos: sus cementerios, denominaciones, escuelas bíblicas, residencias de la tercera edad, hogares de niños, hospitales, misiones y ministerios de la cárcel.
Puede que algunos de ellos sean genuinos ministerios y causas dignas puestas por Dios, pero se han vuelto idolátricos cuando los operamos para darnos un buen aspecto y hacernos sentir piadosos. Mucha actividad no es piedad. Estas instituciones, con frecuencia giran más alrededor de quienes las operan, que alrededor de aquellos a quienes pretenden servir.
Muchas de estas Cosas de iglesia fueron originalmente comenzadas para satisfacer las necesidades de la gente, pero pronto se convirtieron en un fin en sí mismas. Muchas de las instituciones se han vuelto orientadas hacia el beneficio, en lugar de hacia el servicio.
Jesús dijo: “El sabbath fue hecho para el hombre, y no el hombre para el Sabbath”. Marcos 2:27. Hemos reservado ese dicho. Ahora bien, es como si existiésemos por causa de la iglesia y no la iglesia para nosotros.
Por otra parte, puede que tengamos la actitud de que nuestra iglesia tiene el personal correcto. Si es posible, construimos competitivamente un templo más grande y mejor que los chicos que tienen otro, en la misma calle, un poco más abajo. Planeamos nuestros cultos y albergamos la esperanza de tener el mejor espectáculo de la ciudad.
Algunos de nosotros anunciamos nuestra alabanza y adoración, nuestras oraciones, nuestra predicación, e incluso nuestras ofrendas para convencernos incluso a nosotros mismos, de que quizá el Espíritu Santo esté en medio de nosotros.
Podemos planear programas en nombre del evangelismo y hacer tal marketing de nosotros mismos, con el fin de acorralar mas personas—para enseñarlos, arrojarlos y marcarlos con nuestra marca especial, para clonarlos a nuestra semejanza.
Y sin embargo, queremos estar separados de las otras iglesias en la ciudad. Fabricamos nuestros credos artesanalmente para distinguirnos a nosotros mismos de ellos. Los nombres que nos damos a nosotros mismos reflejan nuestra separación de ellos.
Incluso a veces nos jactamos de nuestras diferencias. Un joven en una reunión de hombres trataba de comunicar una inocente pero pegadiza frase; sin embargo, revelaba esta noción separatista. Decía: “Iglesia Vineyard: Experimenta la diferencia”.
Para muchos corazones engañados, su iglesia es su plan de salvación, y tenemos tantos planes de salvación como iglesias. Enfatizamos la necesidad de membresía de iglesia y asistencia regular a la iglesia, y a través de ellos comunicamos el mensaje sutil de que somos salvos a través de estas Cosas. Se nos considera no sujetos a la Escritura si no vamos a la iglesia.
Muchas iglesias asocian el bautismo en agua con la membresía de su iglesia. Algunas denominaciones (sectas) predican que estás perdido a menos que seas un miembro de su iglesia. Para algunos, ser aceptados en su redil involucra una adhesión a su rígida doctrina. “Tenemos la sana doctrina. Tienes que estar de acuerdo con nosotros y bautizarte en nuestra iglesia, y serás salvo.” Absolutamente ridículo. ¿No es Jesús nuestro Salvador?
Hemos levantado sepulcros para nosotros mismos y nos hemos convertido en nuestros propios cadáveres dentro de ellos. Nos hemos sepultado en una grandeza que hemos buscado para nosotros mismos.
No hay vida en estos sepulcros ni la puede haber jamás. No hay esperanza de vida de resurrección dentro de ellos porque existen para proveer algo para el Yo. La vida de Resurrección viene a través de la negación de uno mismo, y no a aquellos que buscan salvarse a sí mismos.
NUESTRA IDOLATRÍA ES PROSTITUCIÓN ESPIRITUAL
Cuando la novia se prostituye, se convierte en una junto con la ramera, y distinguir a la novia de sus prostituciones se hace difícil. Si te prostituyes, te conviertes en ramera. El apóstol Pablo escribió: “¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?
¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne Pero el que se une al Señor, un espíritu es con Él. “ 1ª Corintios 6:15-17.
Pablo estaba escribiendo a los creyentes corintios, que eran, junto con todos los santos en todos los lugares y en todos los tiempos, la novia de Cristo. Una novia es femenina en género. Una ramera es femenina en género.
No pretendo ningún menosprecio hacia alguien que esté sexualmente roto, pero cuando la novia de Cristo se une a la prostitución del Yo, opera en el espíritu perverso del lesbianismo espiritual y en la práctica del sexo con el yo. Nos llenamos de “ambición con nosotros mismos” más que con nuestra relación sacrificial con nuestro novio, el Señor Jesucristo. Él está celoso de eso.
Esto es muy revelatorio. No he oído algo así como “lesbianismo espiritual”, pero si lo llevamos al hecho concreto de una dudosa unión entre la novia y la ramera, se nos presenta con máxima claridad.
FORTALEZAS DE LA MENTE
Estas idolatrías del Yo son fortalezas de la mente. Una fortaleza espiritual es la preocupación por un objeto, una persona, o una institución, con ira o temor; con un fetiche, una adicción o un pecado.
Una fortaleza espiritual es cualquier cosa que nos fascine, domine nuestras mentes, y nos haga comportarnos obsesiva y compulsivamente. Estas son cosas que gobiernan sobre nosotros. Aparentamos no tener ninguna fuerza para hacer algo con respecto de las mismas. Y sin embargo, no podemos negar que estas cosas son dañinas a nosotros o a otros.
Una fortaleza espiritual puede también ser la parrilla de salida por la que vemos cosas. La iglesia es una de tales fortalezas de la mente. Nos han lavado el cerebro para llegar a creer que la iglesia, tal y como la conocemos y practicamos, es lo que deberíamos hacer.
Jamás hemos conocido otra cosa que la iglesia tal y como la practicamos. Así que cuando digo que la iglesia es un ídolo y una fortaleza en tu mente, puede que te sea muy difícil creerlo. No puedes verlo.
Incluso si lo vieras, te cuesta trabajo aceptarlo por causa de tu mente o forma de pensar. Sin embargo, una vez que ves el engaño, recibes la verdad y comienzas a caminar en la luz, comienzas a notar como cambia tu mente. La fortaleza está siendo derribada.
Sacar a la novia de Cristo de la iglesia no es una tarea fácil porque la iglesia es una fortaleza en su mente. Dios tiene que sacar a la iglesia de nosotros, y también tiene que sacarnos a nosotros de ella. Lenguaje extraño, ¿cierto?
Porque a la par que Dios trata de sacarnos de la iglesia, nosotros estamos tratando de meter gente en ella. Si tratamos de abandonar la fortaleza de la iglesia antes de que haya sido sacada de nosotros, simplemente regresaremos a ella.
Navidad. La Navidad es una de esas fortalezas de la mente. No había sido celebrada de ninguna forma antes del siglo tercero. Alexander Hislop explica: “Mucho antes del siglo cuarto, y antes de la era cristiana en sí, los paganos celebraban un festival en ese preciso momento de año, en honor del nacimiento del hijo de la reina Babilonia de los cielos; y puede que presumiblemente, para conciliar a los paganos, y para engrosar las filas de los adheridos nominales del Cristianismo, el mismo festival fuera adoptado por la iglesia Romana, dándole el nombre de Cristo” {7} Tomaron esta celebración estrictamente pagana y pusieron a Jesús en el centro de la misma.
Roma instituyó una misa que era llamada la misa de Cristo (Christ-Mass, en inglés), y que luego se abrevió a Christmas (“Navidad”, en Inglés”). La navidad siempre ha sido, es y siempre será una fiesta pagana. Ha crecido a lo largo de los siglos para convertirse en el insulto encantado, mágico, lleno de mercadería, a Dios, que es hoy día.
Somos hipnotizados por ella. Enganchados a ella. Esclavizados por ella. En deuda con ella. Dennis Loewen añade: “La navidad es otro ejemplo de lo poderoso que es el falso espíritu de fornicación. Hay un espíritu de la navidad. Es cálido. Es maravilloso; es bueno.. pero no es de Dios.
El mundo ama la Navidad tanto como la aman los cristianos. ¿Qué nos dice eso? Una celebridad “cristiana” dijo en un programa de televisión nacional que la navidad son tres cosas: “decorar, dar regalos y comer”: Debemos saber que lo que ama el mundo no puede ser de Dios.
El apóstol Juan nos exhorta: “No améis el mundo, ni las cosas que hay en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, y los deseos de lo ojos, y la vanagloria de la vida, no es del Padre, sino del mundo” 1ª Juan 2:15-16.
El hecho de que lo que la mayoría de la gente hace en Navidad tenga sus raíces en este festival de invierno pagano, debería ser en sí razón más que suficiente para que los Cristianos no lo celebraran—el árbol y las luces, las velas, el muérdago, el intercambio de regalos, el tronco en la chimenea, los pasteles, el pavo, la borrachera e incluso la fecha del 25 de Diciembre.
El hecho de que esta época del año sea completamente centrada en las compras hoy, debería añadir a nuestro desprecio por esto. Sin embargo, el verdadero bofetón a Dios es que amamos estas cosas del alma mas que a la obediencia a ÉL. Son fortalezas emocionales en nuestras mentes. Nos faltaría un juicio sano si creyéramos que podemos celebrar estos días y épocas tenazmente, y ser libres de su cautividad.
La idea de no celebrar la Navidad produce tal afrenta a los demás, que la mayoría no podría sacrificarla incluso estando convencidos de que era una abominación para Dios. Se nos considera leprosos por no seguir con ella. Agradamos a los hombres más que a Dios.
He escuchado el cliché en mi niñez, de “devolver a Jesús a la Navidad”. Con frecuencia se inscribe de la siguiente manera: “Pon a Cristo de vuelta en la Navidad” (en inglés, la palabra “Navidad” se inscribe con frecuencia como X-mas, la “X” simbolizando a Cristo).
Incluso aunque la “X” probablemente signifique la letra griega chi que aparece en Christ (Cristo en inglés), tenemos la tendencia a pensar en ello como si quitásemos a Jesús. Durante años he estado pensando en esto y ahora me atrevo a decirlo: en lugar de devolver a Jesús a un festival pagano al que Él, en primer lugar, nunca perteneció, saquémosle de ahí completamente y devolvámoslo al mundo al que pertenece.
Después de todo, la Biblia nunca demandó esta celebración, y Jesús nunca habría impuesto una atadura enloquecedora sobre nosotros. Pablo escribió: “Para libertad Cristo nos hizo libres; por tanto, permaneced firmes y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud” Gálatas 5:1. Eso es lo que tenemos que enseñar a nuestros niños.
La Navidad es uno de esos “lugares altos” que la mayoría de nosotros aparentan no estar dispuestos a derribar, incluso sabiendo como Dios pueda sentirse al respecto. Nuestras mentes están ya decididas. “Me gusta la Navidad”, me dijo una madre joven. El resto de su frase lo podemos imaginar, “Así que voy a seguir con ello”.
Construimos escenas de los pesebres en nuestros jardines y levantamos Papá Noeles luminosos junto a ellos. Buddy, en una caja registradora, ilustraba esta mezcla de forma muy simple. Tenía un gorro de Papa Noel sobre su cabeza y una cinta de W.W.J.D. (Siglas en Inglés de la frase: ¿Qué haría Jesús?) alrededor de su cuello. Buddy, Jesús no habría llevado ese gorro.
Después de decirle a una anciana el por qué yo ya no celebraba la Navidad, ella respondió, “Pero no pienso en dioses paganos cuando miro mi árbol de Navidad. Yo pienso en Jesús”. Eso me pareció razonable. Pregunté a Dios al respecto. El contestó: “¿Qué pensarías tú si encontraras a tu esposa en adulterio y ella te contestara, ‘pero cariño, estaba pensando en ti todo el tiempo’!”
Mucha gente se justifica, “lo hacemos por los niños”. Si la Navidad es idolátrica para los padres, entonces por qué los padres quieren sacrificar a sus hijos a estos ídolos?”
Declaro y confieso pertenecer, todavía, a la legión de los que no hemos podido evadirnos a esta celebración supuestamente “cristiana”. He escrito y me habrás leído más de un artículo al respecto donde doy a conocer mi posición. He sido bastante criticado por ello. Y hasta se ha pedido oración por mi, ya que parezco haberme perdido en el rumbo, por esa causa…
Y sin embargo, debo reconocer que todavía participo de estas cosas. Indirectamente, sin sentir absolutamente nada, es cierto, pero presente. ¿Por qué? Por no desairar a mi familia. ¿Y sabes que? Especialmente a mi familia no creyente. Sin dudas. Este será un nuevo precio a pagar.
Semana Santa. La Semana Santa es igualmente idolátrica y escalofriante. Muchos cristianos usan el término Semana Santa con cariño, y en asociación con la preciosa resurrección de nuestro Señor Jesucristo, sin considerar el hecho de que Semana Santa (“Easter” en Inglés) es la palabra Inglesa para la diosa Ishtar (también llamada Astarte y Eostre en otras culturas paganas).
Ishtar se celebraba como la reina del cielo. Mucho de lo que hacemos en Semana Santa tiene su origen en el paganismo. La fecha de la celebración de la Semana Santa no coincide regularmente con la resurrección de Jesucristo, que ocurrió tres días después de la Pascua. La Cuaresma, los cultos al amanecer, la decoración de los huevos, los conejitos, son todos ellos abominaciones no sujetas a la Escritura, para Dios.
¡Uff! ¡Al menos de esta celebración, somos inocentes con mi familia. Hace ya mucho tiempo que esos cuatro días donde las iglesias elaboran actividades especiales, traen invitados y hacen campañas de evangelización, dejaron de tener significado espiritual alguno para nosotros.
La última vez que adherí a la celebración de la Semana Santa, fue como invitado a predicar los cuatro días en una congregación. Yo les aseguro que llevaba cuatro bosquejos de temas muy distintos a los que luego prediqué, pero lo cierto es que el Señor me guió, precisamente, a hablar de estas falsas festividades. Obviamente, fue debut y despedida. Nunca más me llamaron allí.
Entonces, ¿Cómo llegamos a practicar todas estas cosas? Alexander Hislop escribe, “para conciliar los paganos con el Cristianismo nominal, Roma, siguiendo su política normal, tomó medidas para amalgamar los festivales paganos y cristianos, y mediante un ajuste muy complicado pero ingenioso del calendario, no resultó ser una tarea difícil en general, conseguir que el Paganismo y el Cristianismo-- este último ya muy hundido en la idolatría—se dieran la mano”. {8}
Dennis Loewen hace la siguiente observación, “La ramera no tiene cuidado de estas cosas. Se acostará con cualquier cosa siempre que sea otro Jesús. Su razonamiento es el siguiente: “¿Para qué molestarse con estos detalles?”. Por otro lado, a Dios si le importa. ¿Cómo puede alguien leer las Escrituras y verle de otra forma?
POTENCIANDO NUESTROS LUGARES ALTOS
Potenciamos esas cosas ante las que nos inclinamos y homenajeamos. Liberamos el poder de Dios en nuestras vidas cuando nos inclinamos y Le adoramos. De la misma forma, potenciamos a nuestros ídolos cuando nos inclinamos ante ellos, sean hombres, edificios, instituciones, ideas, ciencia, opiniones, demonios, o esa Cosa que llamamos iglesia.
Patrick vino a comenzar una nueva iglesia. Como suele suceder, la unción del Señor estaba presente, y la gente entraba libremente en la alabanza y la adoración. Se estaban formando relaciones. La visión en un principio parecía estar enfocada hacia la edificación del pueblo en Cristo.
Había libertad. Después surgió un deseo de tener un edificio, después la necesidad de un préstamo, después la necesidad de más dinero, y finalmente, una atracción por la membresía. La gente se encontró a sí misma llevada hacia aquello de lo que precisamente habían intentado salir.
Patrick los estaba llevando de vuelta hacia aquello de lo que él mismo había salido antes, porque aquello de lo que él había salido, nunca había salido de él. En lugar de edificar a un pueblo, estaba consumido por un edificio, una iglesia-su iglesia. Unos pocos de los que asistían a su iglesia y que discernían, se marcharon cuando se dieron cuenta de que permaneciendo, servían solo para adherirse y potenciar su idolatría.
Potenciamos la idolatría de la iglesia cuando asistimos a sus cultos.
Potenciamos la idolatría de la iglesia cuando contribuimos a ella.
Potenciamos la idolatría de la iglesia cuando insistimos en el uso de la palabra iglesia en referencia al cuerpo de Cristo.
Potenciamos la idolatría de la iglesia cuando nos preguntamos unos a otros a qué iglesia vamos.
Potenciamos la idolatría de la iglesia cuando medimos la espiritualidad de la gente por la iglesia a la que asisten.
Tenemos nuestros lugares altos; y sin embargo, conocemos el corazón de Dios en estos asuntos porque Él nos habla claramente:”No tendrás dioses ajenos delante de mí”. Éxodo 20:3.
El Espíritu Santo puede llevar a un creyente maduro, liberado, a asistir a una iglesia, y quizás contribuir a ella con un propósito que solo conocen Dios y ese creyente. Sin embargo, si ese creyente se une en su corazón a ese sistema, una vez más levantándolo, ha vuelto a la idolatría y a la prostitución espiritual de ello.
Ha caído en el engaño. El que siente el llamado de Dios para permanecer o regresar a las situaciones de esos sistemas de iglesia ramera, tiene que ser honesto consigo mismo respecto de su verdadero motivo, no sea que él diga, “Dios me lo pidió” para justificar los deseos de ramera del corazón.
“Parece que Dios me está pidiendo que retorne allí”, es lo que más leo expresar a gente que anteriormente me había contado de las maravillas de haber salido del sistema. Reitero algo que he dicho mil veces y probablemente este autor también diga: Babilonia no es ESE lugar en sí mismo; Babilonia es una mentalidad. Por tanto, mientras no la abandonas, donde quiera que estés, sigues en ella.
PRESAGIANDO LA IDOLATRÍA
La mayoría de las veces, los creyentes del siglo primero iban de casa en casa, lo cual podría ser un plan ideal para reunirse hoy día. Cada vez un mayor número de creyentes se reúnen en los salones de las casas para tener alabanza y adoración, participar de la Palabra, del rompimiento del pan, la oración y la comunión.
Estos escenarios pueden dar una libertad tremenda en el Espíritu Santo, crear oportunidades para que cada uno-a pueda usar sus dones, formar relaciones más fuertes entre ellos y mantener el apoyo del uno al otro en tiempos de necesidad.
Sin embargo, tenemos que comprender que nuestra salvación no depende de reunirnos en células hogareñas, como tampoco depende de pertenecer a la iglesia.
Totalmente correcto. Porque lo más probable es que, si llegamos a pensar así, en un corto lapso, estemos conduciéndonos exactamente igual que una iglesia, aunque sea en una casa de familia.
Nuestra salvación está en el Señor. Podemos convertir en un ídolo las células hogareñas tan fácilmente como podemos hacerlo de la iglesia. El problema no está en tener o no un edificio, mantener o no reuniones regularmente, tener o no actividades, tener o no una estructura.
El problema tiene que ver con lo que hay en nuestros corazones respecto de estas cosas. Puede ser posible tener todas estas cosas y no unirse a ellas, aunque lo dudo. Tarde o temprano, sin darnos cuenta, hacemos una Cosa de ellas y comenzamos a ir tras esa Cosa más que en pos del Señor.
De esa manera funcionan nuestros corazones de ramera. Puesto que, después de todo, esas cosas salieron de nuestros corazones. Pienso que es poco probable que podamos organizarnos como un grupo de creyentes, con un edificio, un nombre, una cuenta bancaria, un sistema de creencias, y cosas así, sin que esas cosas, tarde o temprano se conviertan en una fuente de orgullo en nosotros como extensiones idolátricas de nuestra necesidad carnal de exaltar el Yo.
Encuentro una mezcla en muchas iglesias. Hay carne y Espíritu a la vez, porque hasta ahora, Dios ha respondido a Su pueblo dondequiera que hayan invocado Su Nombre. El responde a pesar del hecho de que hayamos convertido a estas Cosas en ídolos en nuestras vidas. Él responde al Espíritu Santo y a Su naturaleza en nosotros.
Sin embargo, Él rechaza nuestra carne y nuestras idolatrías. No me atrevo a tocar lo que Dios esté haciendo en una persona o iglesia. Yo solo deseo expulsar a la parte idolátrica de todo ello y exponer los corazones de ramera para que podamos arrepentirnos de eso.
Si tú estás en una de esas Cosas que llamamos iglesia y estás ciertamente creciendo en el Señor, no querría decirte que te marcharas físicamente, sino que abandonaras cualquier forma de idolatría de la misma. ¡Ten cuidado!
Phil Perry hizo la observación de que “cuánto más aparente moverse el Espíritu Santo en una de estas Cosas, más engañoso es. La gente ve lo que Dios está haciendo pero fracasan en ver todas las cosas que están mal.”
Las “cosas que están mal” están terriblemente mal. El cepo está todavía preparado para atraparte y para que te ocupes de por vida al sistema como esclavo. Muchos grupos pueden comenzar en el Espíritu, pero continuar después en la carne. Gálatas 3:3.
Hemos de ser un pueblo dirigido por el Espíritu Santo en todo lo que hacemos, decimos y somos. Hemos de adorar en espíritu y en verdad. Cualquier cosa, incluida la iglesia, que nos estorbe para hacer esto, no puede ser de Dios. Nuestros lugares altos son nuestros amantes babilonios, y la iglesia, es la cautividad babilónica del Pueblo de Dios de hoy día.
Notas del Autor
{7} Alexander Hislop, Las Dos Babilonia o la Adoración del Papado (Neptune, NJ: Loizeaux Brothers, 1959), 93. El libro de Hislop es bastante exhaustivo, bien documentado y convincente.
Regreso al Texto
{8} Hislop, p.105
Capítulo 6
Babilonia Espiritual
¿Qué es la Babilonia espiritual hoy? Hay opiniones muy opuestas.
Alexander Hislop afirma que la mujer de Apocalipsis 17 dijo estar “sentada sobre siete montes”, y que tenía sobre su frente el nombre escrito, “Misterio, Babilonia la Grande”, en asociación con la apostasía romana (la iglesia católico-romana) {9}
Otros opinan que Babilonia es todo el sistema mundial que está bajo el dominio de Satanás. Un amigo mío tiene un argumento muy convincente de las Escrituras de que los Estados Unidos de América es la moderna Babilonia. Un profeta de nuestro tiempo reconocido internacionalmente ha dicho que la ciudad de Nueva York es la Babilonia moderna.
Yo digo que Babilonia es todo lo de arriba, y aún más. Babilonia fue una ciudad en un tiempo, en Mesopotamia. Ha sido espiritualizada en las escrituras como algo que esta en contradicción a Dios. Ahora es un tipo de algo espiritual.
Babilonia no es la Iglesia católico-romana, sino un tipo de algo que a menudo se encontraba en la Iglesia católico-romana. Babilonia no es los Estados Unidos de América, sino un tipo de algo que hay en los Estados Unidos de América.
Babilonia no es la Ciudad de Nueva York, sino un tipo de algo que hay en la Ciudad de Nueva York. Babilonia ciertamente no es el cuerpo de Cristo, sino un tipo de algo que hay en los corazones de muchos en el cuerpo—algo que no debería estar ahí.
Tal y como lo definí en el capítulo uno, Babilonia es todo lo que la mente carnal del hombre maquina en la exaltación del Yo—la preeminencia del Yo sobre Dios, sea en naciones, ciudades, políticas, gobierno, ciencia, tecnología, religión, filosofía, psicología, sociología, comercio, educación, entretenimiento o la iglesia. Es todo lo que hay en el mundo y del mundo. Describe la condición espiritual de la iglesia.
Tal cual. Coincido totalmente. Una mentalidad. Algo que nace de adentro hacia fuera.
LA MENTE CARNAL
La Babilonia espiritual se caracteriza principalmente por la idolatría de la mente carnal. Carnal hace referencia a la carne. La “carne” a menudo se refiere a esa naturaleza de pecado caída del hombre, que está en enemistad con Dios.
La mente carnal es todo pensamiento, razón, lógica, imaginación, opinión, y especulación que se asocia a la vieja naturaleza caída adámica del hombre. Practicamos Babilonia cuando hacemos cosas conforme a nuestra noción más que conforme a la de Dios.
El apóstol Pablo explicó que los que hacen cosas conforme a la carne, ponen su mente en las cosas de la carne; pero aquellos que hacen conforme al Espíritu, ponen su mente en las cosas del Espíritu.
“Porque los que son de la carne, piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios”. Romanos 8:5-7ª
El llamamiento del jardín trataba de que Adán y Eva ejercieran el poder de su propio intelecto, que Dios les había dado, para exaltarse a ellos mismos en sus propias mentes. Dios dijo a Adán que podía comer de todos los árboles del jardín excepto de uno.
No había de comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. “Porque en el día que lo comas, ciertamente morirás”, advirtió Dios. Génesis 2:16-17. Esta prohibición era clara y simple. Dios dijo lo que quería decir, e iba en serio. Eso debía haber dejado el tema zanjado.
Sin embargo, Satanás se deslizó hasta el extremo de su intelecto y razonó: “No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”: Génesis 3:4-5.
El conocimiento del bien y del mal era un llamado a la idolatría de la mente. Una vez que se entregaron a la tentación y comieron de la fruta, sus mentes se hicieron carnales. Fueron transformados en una naturaleza que era distinta de la forma en que Dios los había creado.
Génesis 3:6 dice tres cosas sobre Eva: Vio que la fruta del árbol era buena para comer y que era agradable a los ojos, y deseable para ser sabio. Este versículo también nos dice que Dios creó al hombre con la capacidad de tomar decisiones, con el deseo de ser como Dios, y con la vulnerabilidad de ser engañado. Eva fue engañada con la posibilidad de tener conocimiento y de ser igual a Dios. Así que mordió la mentira y también se la dio a comer a su marido. Génesis 3:6.
La capacidad de tomar decisiones no es pecado. Es un don de Dios. Pecamos cuando tomamos decisiones contrarias a la voluntad de Dios. Pensamos que sabemos más que Dios. Por tanto, exaltamos nuestro conocimiento, lógica, razonamiento, opiniones, imaginaciones, especulaciones y toda cosa altiva por encima del conocimiento de Dios. 2ª Corintios 10:5.
Ignoramos esa parte de la Palabra de Dios que no está de acuerdo con nuestras aspiraciones, expectativas, teologías y doctrinas. Creemos lo que queremos creer. Locamente nos hacemos a nosotros mismos Dios. Incluso hacemos que Dios sea como queremos que Él sea. Por tanto, estamos en rebelión contra Dios, así como Adán y Eva lo estuvieron.
Pablo escribió contra la arrogancia del conocimiento diciendo: “Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña”: Gálatas 6:3. De nuevo escribió: “Si alguien imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo” 1ª Corintios 8:2.
Esto es para leer con mucha atención y en más de una ocasión. Porque es apto para enseñarlo, tal como se nos ha enviado a hacer. Pero también es apto para que revisemos nuestros propios comportamientos, ya que muy fácilmente podríamos estar cometiendo el mismo pecado que buscamos erradicar.
ENGAñO
La Babilonia espiritual se caracteriza por el engaño. Satanás engañó a Eva. Les dio a entender que Dios les había engañado. Si de hecho, comían del árbol del conocimiento del bien y del mal, afirmaba Satanás, se harían como Dios, conociendo el bien y el mal.
Eva creyó las mentiras de Satanás e inmediatamente estructuró su propia falsa realidad alrededor de esas mentiras. Ella incorporó esas mentiras en su propio paradigma de la realidad. Ella construyó su propia verdad sobre Dios y suspiró: “¡Oh, ahora veo!”. Sin embargo, en lugar de tener sus ojos abiertos, se convirtió en una ciega espiritual.
Antes de que fueran a poseer la tierra de Canaán, Dios advirtió a los israelitas que guardaran sus corazones para evitar ser engañados. Deuteronomio 11:6. Pablo escribió, “Nadie se engañe a si mismo. Si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio” 1ª Corintios 3:18.
Él pidió a sus lectores varias veces que no fueran engañados. 1ª Corintios 6:9; 15:33; Gálatas 6:7. A los Efesios, les escribió: “Que nadie os engañe con palabras vanas” Efesios 5:6. A los Colosenses les escribió: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo”. Colosenses 2:8.
A los Tesalonicenses les escribió: “Nadie os engañe en ninguna manera.” 2ª Tesalonicenses 2:3. Podemos estar cegados a la verdad por la lascivia, los placeres, la malicia, la envidia y el odio. Tito 3:3. Podemos estar endurecidos por el engaño del pecado. Hebreos 3:13.
Podemos engañarnos a nosotros mismos siendo solo oidores de la Palabra y no hacedores. Santiago 1:22. Podemos engañarnos a nosotros mismos siendo religiosos. Santiago 1:26; 1ª Juan 1:8. Juan añade: “Hijitos, nadie os engañe”. 1ª Juan 3:7.
Con todas esas escrituras en mente, ¿Crees que es posible que seamos engañados, incluso siendo creyentes en Cristo? “Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo”. 2ª Juan 1:7.
Oseas habló en nombre de Dios diciendo: “Oíd la Palabra de Jehová, hijos de Israel, porque Jehová contiende con los moradores de la tierra, porque no hay verdad, ni misericordia ni conocimiento de Dios en la tierra. Mi pueblo fue destruido porque le faltó el conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento.” Oseas 4:1,6ª. La Babilonia espiritual—todo lo que maquina la mente carnal—es la exaltación de lo que construimos como verdad, por encima de lo que Dios dice que es la verdad.
Si podemos ser engañados cuando, en lugar de pensar en los beneficios para el Reino de Dios, pensamos en los beneficios para nuestro prestigio, intelecto, emociones, sentimientos y posiciones jerárquicas.
Y no salgamos después a defendernos con el clásico: “¡Estoy bajo ataque del diablo! Porque es cierto que estarás bajo ataque, pero no porque seas alguien muy importante y Satanás te dedique el día completo, sino porque tus propias vanidades e idolatrías religiosas habrán abierto las puertas suficientes para que ese ataque te llegue.
ORGULLO
La Babilonia espiritual se caracteriza por el orgullo. La naturaleza orgullosa del YO piensa que sabe. Piensa que sabe mejor que Dios. Toma decisiones todo el día, cada día, sin consultar con Dios, sin ni siquiera pedir sabiduría.
Cuando somos golpeados con el orgullo, somos levantados en quienes pensamos que somos y lo que pensamos que sabemos. El Yo es orgulloso, arrogante, y altivo. “El conocimiento envanece”. 1ª Corintios 8:1.
La Babilonia espiritual esta asociada con la arrogancia de aquellos que seguían a Nimrod a la tierra de Sinar (Babel). {10} La Biblia dice que todos eran de una sola lengua, y un discurso, y se decían el uno al otro, “Hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego”.
Y sustituyeron la piedra por el ladrillo, y cambiaron la mezcla por el asfalto. Y dijeron, “Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue el cielo, y hagámonos un nombre”. Génesis 11:3-4.
Las iglesias y los ministerios están atrapados por la tentación orgullosa de congregar a un gran número de personas, edificar grandes edificios con campanarios apuntando al cielo, y hacerse nombres para sí mismos, sucumbiendo a la tentación de exaltar el Yo.
Damos nombre a nuestras iglesias, ministerios e instituciones, por nosotros mismos. Dedicamos las vidrieras y los bancos en memoria de los hombres. Ponemos nuestros nombres sobre objetos para nuestra propia gloria.
¡Que contraste con los que siguen a Jesús! Como Pablo exhortó, “Haya pues en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz.” Filipenses 2:5-8.
Créeme, hermano; cuesta mucho a un ministro bien intencionado, lograr que las personas no lo tomen como delegado personal de Dios en la tierra, superdotado espiritualmente o una especie de Mesías moderno. Es como si los cristianos buscaran más a un líder espectacular, que al espectacular Dios que tienen.
En una ocasión me tocó dar una conferencia respecto al sentir íntimo de un verdadero liderazgo y, además de rechazar públicamente a esa palabra, “líder”, dije que el máximo trabajo ministerial genuino, era evitar que la gente te adorara a ti en lugar del Señor.
YO EXALTADO
La Babilonia espiritual se caracteriza por la exaltación del Yo. El Yo exaltado dice “Yo puedo salvarme, sanarme, librarme y arreglarme a mi mismo”. “Aumentaré mi conocimiento de la ciencia, mi poder en la política, mis obras en la religión, mis inversiones en la bolsa, mi percepción de la psicología del hombre”.
“Cambiaré la genética de los humanos, los clonaré, abortaré bebés, y cambiaré las leyes de tal forma que me sienta cómodo haciendo estas cosas”. “Me transformaré en un artista, en una estrella del rock, en un modelo, en una estrella del deporte, en un político, en un escritor, músico, o tele-evangelista para poder conseguir fama y fortuna. Podré edificar una ‘iglesia’ en torno a mis revelaciones, y mis programas por los que puedo dar a entender a otros que pueden ser salvos, sanados y liberados”.
Este es el espíritu del rey de Babilonia en nuestros corazones, que Isaías llama Lucifer (“el que lleva la luz”-el otro nombre de Satanás). De él, escribe Isaías: “¡Como caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste de la tierra, tú que debilitabas a las naciones.
Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte de mi testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré y seré semejante al Altísimo. Más tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo.” Isaías 14:12-15.. “YO”,”YO”, “YO”.
El rey de Babilonia, Nabucodonosor, caminaba por el palacio de su reino y dijo: “¿No es ésta la gran Babilonia, que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? Daniel 4:30.
Los que nos exaltamos a nosotros mismos como el rey Nabucodonosor, seremos humillados como el rey Nabucodonosor. “Aún estaba la palabra en la boca de rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti.” Daniel 4:31.
Fue apartado de los hombres para morar en el campo con las bestias, donde comía hierba como los bueyes, posiblemente durante siete años. Esto le sucedió para que pudiera llegar a saber que el Dios Altísimo gobierna en el reino de los hombres y da reinos a quien Él quiera. Daniel 4:32.
Hemos creído la mentira de la serpiente en el jardín. Creemos que somos nuestro propio dios. ¡Qué patético! Nos adherimos de tal forma a esta mentira que es percibida como verdad y como algo digno de ser deseado. Nos estimamos a nosotros mismos más que a Dios.
Jesús dijo: “Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla, será enaltecido.” Mateo 23:12.
Yo sé muy bien que los pastores o titulares de ciertos ministerios que promocionan casi hasta la exageración a sus hombres, difundiendo fotografías de ellos con sus familias casi en tamaño natural, como si fueran actores, no suelen propiciar mayoritariamente estas cosas, sino que son pensadas y ejecutadas por algunos de sus obsecuentes servidores.
Sin embargo, no podrán quedar marginados del juicio del Señor al respecto, por una simple cuestión de omisión. Una cosa es que yo no vaya personalmente a pegar en la fachada de ingreso de mi templo una monumental fotografía mía, pero otra muy distinta es que no haga absolutamente nada cuando veo a otros hacerlo o sencillamente lo encuentro hecho.
CONFUSION
La Babilonia espiritual se caracteriza por la confusión. Babel significa confusión. Génesis11:9. El Señor vio que los moradores de Sinar eran un pueblo y hablaba una sola lengua, lo que significaba, de acuerdo con las propias palabras de Dios, que nada les detendría en lo que se propusieran.
Por tanto, Dios dijo, “Descendamos y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero” Génesis 11:7. El Señor los dispersó por todas las partes de la tierra para que no pudieran terminar la construcción de su ciudad.
Todo lo que hay en el mundo continúa siendo marcado por la confusión. Tenemos confusión entre las naciones, confusión entre grupos étnicos, confusión en el gobierno, confusión en el mercado de valores, confusión en la educación, confusión en la ciencia y la tecnología, confusión en el hogar, y confusión en la iglesia local.
Al rehusar los cristianos seguir la dirección del Espíritu Santo y haber insistido en la construcción de sus pequeñas torres hacia el cielo, tenemos una gran diversidad, desunión y confusión entre nosotros. Si nos encontramos a nosotros mismos en confusión, algo aparte de o añadido a Dios, nos está hablando. La mente carnal esta operando y en oposición al Espíritu de Dios.
Santiago dice: “Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa” Santiago 3:16. Si tenemos la mente de Cristo, seremos de una misma mente. Si no somos uno en mente, uno o todos estaremos revolcándonos en el lodo de la mente carnal. Sin embargo, cuando nosotros, como pueblo de Dios, buscamos Su voluntad, El no nos hará estar en confusión. Dios no es autor de confusión. 1ª Corintios 14:33.
La lectura de este concepto legítimo y real es simple: si hay confusión en la iglesia local, como mayoritariamente la hay, es porque allí no se está buscando al Dios real y genuino de la Biblia, sino a uno fabricado a partir de ciertas coincidencias con la doctrina denominacional o pastoral.
IMAGINACIONES
La Babilonia espiritual se caracteriza por imaginaciones vanas. Dios vio respecto de los de Babel, que “nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer”. Génesis 11:6. Estaban construyendo para si mismos, con sus propias manos, con ladrillo y lodo, lo que habían imaginado en sus mentes.
La capacidad para imaginar, igual que la capacidad de razonar y tomar decisiones, es una virtud dada por Dios. Las imaginaciones no son malas en y por si mismas. Se hacen malas cuando nos gloriamos en las cosas que inventamos como resultado de ellas.
Podemos conseguir logros espectaculares con el trabajo de nuestras manos, a partir de las imaginaciones de nuestras mentes. Caminamos por la Luna y ponemos vehículos sobre Marte. Cargamos gigabites de memoria en pequeños chips de ordenadores.
Surfeamos millas infinitas sobre la inmensa autopista de información que es Internet. Empequeñecemos las grandiosas pirámides de Egipto con modernos rascacielos. Una persona en el lugar correcto con la forma de pensar equivocada, puede pulsar un botón y aniquilar grandes ciudades en unos cuantos minutos.
Por las mismas fuerzas del intelecto e imaginación, podemos construir mega-ministerios, universidades, catedrales, y dar la vuelta al globo con “televisión cristiana” y “programación cristiana”. Hacemos lo que aparentan ser “poderosas explosiones para Dios” con el brazo de la fuerza del yo. Nada nos parece imposible a nosotros si tan solo podemos imaginarlo.
María dijo de Jesús mientras El estaba aún en su vientre: “Esparció a los soberbios en la pensamiento de sus corazones” Lucas 1:51. Pablo escribió respecto de los injustos que “no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido”. Romanos. 1:21.
Tenemos que echar abajo “imaginaciones y todo pensamiento altivo que se exalta por encima del conocimiento de Dios” y “llevar a la cautividad todo pensamiento que no se someta a la obediencia a Cristo” 2ª Corintios 10:5. A menos que nuestras obras sean inspiradas por Dios, no aguantarán el fuego de Dios. Serán madera, heno y hojarasca. 1ª Corintios 3:11,15.
Hoy, en cualquier buena iglesia, se le otorga mayor credibilidad, confianza y posicionamientos a gente con inteligencia y formación profesional. Nadie podría decir que eso esté incorrecto, pero mucho más sabio sería hacerlo con aquellos que son fieles, genuinos y verdaderos.
BALBUCEO
La Babilonia espiritual se caracteriza por el balbuceo. El Balbuceo es charla inútil. “En las muchas las palabras no falta pecado, pero el que refrena sus labios es prudente” Proverbios 10:19. Palabras, palabras, palabras. ¿Has oído decir de algunos que solo balbucean y balbucean?
Con frecuencia, sus palabras no tienen sentido, son aburridas, tóxicas. Hablan cuando necesitan estar escuchando. Responden antes de escuchar. De los tales, Proverbios 18:13 dice:” Al que responde palabra antes de oír, le es fatuidad y oprobio”. De tal gente se dice que no tiene oídos.
Proverbios describe la palabrería de Babilonia en estos versículos: “El que mucho abre sus labios, tendrá calamidad”. Proverbios 13:3. “En la boca del necio está la vara de la soberbia” Proverbios 14:3. “Las vanas palabras de los labios empobrecen” Proverbios 14:23. “La boca de los necios hablará sandeces” Proverbios 15:2. “Los labios del necio traen contienda; y su boca los azotes llama.
La boca del necio es quebrantamiento para sí, y sus labios son lazos para su alma. Las palabras del chismoso son como bocados suaves, y penetran hasta las entrañas.” Proverbios 18:6-8. “¿Has visto hombre ligero en sus palabras? Más esperanza hay del necio que de él”. Proverbios 29:20
Algunos hablan y nunca dicen nada. Algunos hablan hasta que dicen algo. Pocos son los que hablan cuando tienen algo que decir. Pedro escribió: “Si alguno habla, hable conforme a las Palabras de Dios” 1ª Pedro 4:11. ¡Ojalá fuera hoy ese día!
Obviamente, he oído a muchísimos de los primeros, a muchos, pero algo menos, de los segundos y solamente a dos, que recuerde, de los últimos. Y como no podría ser de otro modo, estos dos moldearon y marcaron a fuego mi vida y ministerio actual.
ACUMULACIÓN DE CONOCIMIENTO
La Babilonia espiritual se caracteriza por la acumulación de conocimiento. El incremento tan extremadamente rápido del conocimiento en el día de hoy, es predicho en Daniel 12:4 “Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará.”
La hora que vivimos ha sido clasificada como la era de la información. El conocimiento se extiende como hongos. Cada nueva pieza de conocimiento multiplica lo que aprendemos. Parece no haber límite al conocimiento que podemos acumular hoy.
Parece no haber límite a lo que los humanos podemos hacer con el conocimiento que acumulamos. Por causa de lo que sabemos, nuevos umbrales en el espacio se van cruzando constantemente con cada lanzamiento de éxito.
Los ordenadores y sus programas se quedan anticuados para cuando llegan al mercado. Se hacen operaciones quirúrgicas grandiosas sin incisiones intrusivas. Guerras de alta tecnología pueden ser ganadas en cuestión de días. El conocimiento se hace más poderoso que el dinero.
Dependemos de nuestra capacidad para investigar, explorar examinar, conocer, entender y descubrir cosas. Tenemos un apetito insaciable de más conocimiento, para arrancar las cosas desde la raíz para ver de qué están hechas. Nos hemos convertido en una sociedad de tecnomaníacos. Presumimos de poder resolver nuestros problemas con más conocimiento.
El conocimiento es una de nuestras Babilonias, uno de nuestros lugares altos, y somos el dios que adoramos. El conocimiento que lleva a la auto-idolatría es el conocimiento del bien y del mal. Cada año, hombres y mujeres se gradúan de seminarios a miles, para llenar púlpitos por todo el mundo.
Aplicarán las más altamente críticas y casi ateas interpretaciones de las Escrituras, que han aprendido. Están en bancarrota espiritual por causa de un aprendizaje tan noble, y llevan a la bancarrota a sus seguidores.
Pablo tendría hoy el mismo temor que tuvo por los corintios:”Pero me temo que como la serpiente engañó a Eva, así vosotros también hayáis sido engañados para apartaros de la simpleza que hay en Cristo Jesús.” 2 Corintios 11:3.
Esto parecería ser contrapuesto a lo que se nos dice en Oseas, respecto a que el pueblo perece por falta de conocimiento. Sin embargo no lo es, porque el conocimiento del cual se habla en Oseas, es traducción de intimidad y no de estudio sistemático.
SECTARISMO
La Babilonia espiritual se caracteriza por el sectarismo.
Después de que la gente de la tierra de Sinar se hubiera propuesto en su corazón edificar una ciudad, una torra, y un nombre para ellos mismos, el Señor bajó y dijo “descendamos y confundamos allí su lengua”. El lugar fue llamado Babilonia porque el Señor confundió su lengua y los esparció por todas las partes de la tierra. Génesis 11:2-9.
Puesto que esta Cosa que llamamos iglesia es de la carne y es un aspecto de la Babilonia espiritual, está bajo la misma maldición de confusión y sectarismo. Está fundada en el sectarismo, e incluso florece sobre ello.
Promociona la desunión del cuerpo de Cristo. Su misma existencia depende de cómo cada sistema de iglesia difiere uno de otro. Esto se ve fácilmente en la forma en que sus nombres anuncian sus diferencias.
El sectarismo dice: “Yo soy de Pablo, Yo soy de Apolos”: Pablo acusó a los creyentes corintios de ser “carnales” y “meros hombres” por causa de su sectarismo. Había celos y contiendas en medio de ellos.
Ponían su identidad en personalidades (Pablo, Apolos, Cefas) en lugar de ponerla en la persona de Jesucristo. Apolos y Pablo era ambos siervos del mismo Jesús. Uno plantaba; el otro regaba; pero era Dios quien daba el crecimiento.
El que planta y el que riega no es nada, sino que es Dios quien importa, porque El es el que da el crecimiento. Cuando entendemos que todos somos compañeros de obras, el campo de Dios, el edificio de Dios, entonces el sectarismo será quitado de en medio.
La desunión en el cuerpo de Cristo se convierte en unidad, unicidad. Solo puede haber un fundamento, Jesucristo. Si lo que tenemos es sectario y contribuye a la desunión del cuerpo, ha sido edificado sobre el fundamento equivocado. 1ª Corintios 2.
Una vez que vemos esta verdad, no deberíamos tener necesidad ni de nombrarnos a nosotros mismos para poder identificar de lo que vamos. Todos estamos en los negocios del Padre, dejando que el Espíritu Santo que mora en nosotros nos edifique como el Templo del Espíritu Santo.
“Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él, porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es”. 1ª Corintios 3:17. Cuanto más nos separamos del cuerpo de Cristo, más destruimos el templo del Espíritu Santo.
Claro está que es aquí cuando comienza a tener preponderancia el resultado de las apetencias del Yo. La pertenencia, la posesividad y todo lo que tiene que ver con lo personal priva por encima de los intereses del Reino. No importa si no crees en Él, ven aquí y trabajemos duro.
RELIGION
La Babilonia espiritual se caracteriza por la religión. Aunque las masas de almas parecen aborrecer la religión, sea de la clase que sea, nuestra naturaleza de pecado tiene una tendencia hacia ello, porque eso se halla bajo la condenación y las obras.
El primer Adán fue arrastrado lejos de la presencia de Dios (condenación), y recibió el mandato de labrar la tierra y comer su fruto con el sudor de su frente (obras). Génesis 3:19,23. Puesto que el hombre caído del pecado y de la carne está bajo la maldición, siente vergüenza y quiere hacer algo para sentirse bien.
El hombre pagano hacía dioses y después establecía rituales (cosas religiosas qué hacer), para tratar de apaciguar a sus dioses. Algunos de ellos incluso sacrificaban a sus niños a estos dioses de su propia creación.
Aunque muchos pueden haber sido genuinamente redimidos por el Señor, siguen trayendo sus tendencias carnales de vergüenza a la vida de la iglesia; solo conocen un camino para relacionarse con Dios, y es a través de la religión. La gente inclinada hacia la religión ama la religión. No importa nada en absoluto que la gente escoja expresarse a sí mima religiosamente. La religión sigue siendo religión.
Aman las atmósferas religiosas de la iglesia porque la iglesia les da algo qué hacer con el fin de salvar la culpa de la condenación. Muchos cristianos bien intencionados son inconscientes de que van a la iglesia y hacen cosas religiosas a partir de un falso sentido del deber.
Asisten porque les hace sentirse bien. Quizá no hayan comprendido completamente que “ya no hay condenación para lo que están en Cristo Jesús, los que no caminan en la carne sino en el Espíritu.” Romanos 8:1.
La religión es ajena a Dios. Él no demanda una cosa religiosa de nosotros. Hemos sido hechos seres espirituales por la presencia y poder de Su Espíritu Santo morando en nosotros. Su presencia y poder en nosotros nos hace ser y hacer lo que el Padre demanda de nosotros.
No hay forma de ser justos sin que sea Su justicia obrando en nosotros. Por eso se llama gracia.” Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y eso no de vosotros, pues es don de Dios, no por obras, para que nadie se gloríe.
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios ordenó de antemano para que anduviésemos en ellas”: Efesios 2:8-10. La religión apesta en la nariz de Dios porque nos impide tener relaciones íntimas con Él. Nuestra relación es con nuestra religión o con nuestra iglesia.
El hombre de la carne se engaña a si mismo pensando que si su religión le hace sentirse bien, debe ser buena; por tanto, sigue adelante haciendo sus cosas religiosas. Para el tal, la iglesia es con frecuencia la actividad religiosa que hace.
Sin embargo, al final del día, después de que todo se haya dicho y hecho, nada hay diferente en él que antes de involucrarse en esta actividad religiosa. Está tan vacío por dentro como lo estaba antes. Una relación permanente con el Padre a través de Jesucristo es el único alimento que sacia el alma hasta la satisfacción plena.
Yo sabía dar un ejemplo a mis alumnos deseosos de testificar. Les decía que, tal como estábamos, si nos plantábamos delante de alguien confrontándolo a entregarse a Cristo, ese alguien nos iba a preguntar para que tendría que hacer eso.
Entonces la respuesta nuestra, sería que debería entregarse a Cristo para pasar a ser un hijo suyo, leer la Biblia, venir a la iglesia, orar por los demás y testificar. Y ese alguien preguntaría: “¿Y para ser como eres tú, por ejemplo? ¡¡¡No, muchas gracias; por el momento no quiero ser así!!!”
SISTEMAS RELIGOSOS
Los sistemas religiosos que constituyen y gobiernan esa Cosa que llamamos iglesia caracterizan a la Babilonia espiritual. De la misma forma que Judá y Jerusalén estuvieron un día bajo cautiverio babilónico, así esta hoy el pueblo de Dios unido a la iglesia en su corazón.
El ladrillo y el barro son las doctrinas sectarias, credos, tradiciones, festivales y celebraciones, liturgias, rituales, conferencias, políticas, herencias y calendarios eclesiásticos. Estas cosas permanecen sustituyendo a una relación dinámica, viva, personal con Dios, o junto con ella. Estas cosas que gobiernan la iglesia tienen poco que ver con el Reino de Dios.
La mayoría de nosotros hemos nacido y crecido en la Babilonia espiritual, y nunca hemos conocido otra cosa. No hemos visto lo que el cuerpo de Cristo es, como una novia pura y santa. Aunque sabemos que no todo está bien dentro de lo que llamamos la iglesia, pensamos que puede arreglarse, o por lo menos, mejorarse, pero no es posible.
Muchas veces, hoy, en la distancia, me he preguntado por qué si yo veía todas esas cosas no reaccionaba. He llegado a entender que, además de una proverbial ceguera espiritual, también existen dentro de La Cosa llamada iglesia, vendas mágicas que tapan nuestra visión espiritual.
LA ABOMINACIÓN DESOLADORA
La mente carnal rebelde-inmersa en el engaño, el orgullo, la exaltación del Yo, confusión, imaginaciones, balbuceos, la acumulación de conocimiento, sectarismo, religión y sus sistemas religiosos-está en la iglesia como lo está en el mundo. La abominación desoladora del lugar santo del Templo de Dios, del que somos nosotros, como creyentes, es el gobierno de la mente carnal por encima de la obediencia a Dios.
Jesús habló sobre esto. Mientras describía las señales del fin a sus discípulos, mencionó la abominación desoladora que había sido predicha por el profeta Daniel. Les dijo que cuando viesen la abominación desoladora en medio del lugar Santo, habían de tomar varios pasos. (lee Mateo 24:15, Marcos 13:14).
La abominación desoladora es descrita por Daniel para el futuro. Daniel 12:9-11. Daniel recibió la revelación de que una persona vil se levantaría, reuniría las fuerzas, profanaría la fortaleza del santuario, quitaría los sacrificios diarios, y pondría ahí mismo la abominación desoladora. Daniel 11:21-31.
Algunos piensan que la profecía de Daniel se cumplió alrededor del 165 AC., cuando Antíoco IV (Epífanes), gobernador griego de Siria, hizo lo impensable. Sacrificó a un cerdo inmundo sobre el altar santo del Templo Judío.
Otros creen que se cumplió cuando los Romanos destruyeron el Templo, alrededor del año 70 DC. Otros también sugieren que se cumplirá cuando el “el hombre de pecado” tome el Templo y obligue a la gente a inclinarse ante él, haciéndose a sí mismo igual a Dios.{11}
Todas estas sugerencias apuntan hacia hechos naturales, históricos. Quizá fue o será uno de ellos. Quizá tenga un cumplimiento múltiple que incluya todos ellos. Sin embargo, consideremos que lo qué es expresado generalmente en lo natural, se cumple también en el ámbito espiritual. Los escritores del Nuevo Testamento explicaron que lo espiritual no es primero, sino lo natural. Después viene lo espiritual, que sigue a lo natural. 1ª Corintios 15:46; Hebreos 9:11.
Jesús estableció el acontecimiento de la abominación desoladora en el futuro, incluso como una señal del fin de los tiempos. Los escritos de Pablo concuerdan que sería para un tiempo futuro después de él. 2ª Tesalonicenses 2:3-4. Mateo indicó que el lector necesitaría entendimiento. Mateo 24:15.
Considera que el cuerpo de Cristo es el Israel espiritual, y el templo del Espíritu Santo. Por lo tanto, ¿Donde tendría lugar la abominación que asola al Lugar Santo? Tendría lugar en las mentes y espíritus de los miembros del cuerpo de Cristo. Ya hemos comprobado en las Escrituras que es posible que los creyentes sean engañados.
La abominación ocurre cuando la mente carnal recibe preeminencia sobre la Palabra de Dios y la mente de Cristo. Cuando permitimos que esto suceda, el lugar santo de nuestros espíritus queda asolado.
Cuando nos inclinamos antes esos sistemas idolátricos de las tradiciones de los hombres como incorporados en nuestras iglesias, dejamos entrar a la abominación al lugar santo que es nuestro espíritu. Nuestras idolatrías profanan el templo del Espíritu Santo. La mente carnal gobierna.
LA CAIDA DE BABILONIA
Esta iglesia Babilónica caerá como cayó la Babilonia histórica.
La Babilonia histórica fue usada por Dios para juzgar a Judá por sus idolatrías. Isaías 10:5-6. Daniel describió el juicio de Judá en Babilonia como un tiempo de indignación (ira). Daniel 11:36. Cuando el período de 70 años de la indignación de Dios se cumpliera, Dios traería su juicio contra Babilonia. Jeremías 25:12. Dios profetizó a Babilonia a través de Isaías diciendo: “Me enojé contra mi pueblo, profané mi heredad y los entregué en tu mano; no les tuviste compasión”. Isaías 47:6
Dios ve el orgullo de Babilonia: “Oye, pues, ahora esto, mujer voluptuosa, tú que estás sentada confiadamente, tú que dices en tu corazón: Yo soy, y fuera de mí no hay más; no quedaré viuda, ni conoceré orfandad.” Isaías 47:8.
El predice lo que va a sucederle: “Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible.
Porque todas las naciones han bebido del furor de su fornicación; los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites.” Apocalipsis 18:2-3
“Y oí otra voz del cielo, que decía, salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas“ Apocalipsis 18:4.
Esto habla de la persona en Apocalipsis 17:5 que había escrito sobre su frente el nombre: “MISTERIO, BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA”.
Salir de la Babilonia espiritual no es fácil. Estamos cómodos en ella. La iglesia institucionalizada nos hace sentir seguros, protegidos y autosuficientes. Nos da un status, posición, reputación, seguridad, identidad. Nos hemos institucionalizado con las instituciones de nuestra propia creación.
Esto es tan cierto que podría asegurarte que hay una franja de cristianos muy amplia que ya ha visto por el Espíritu Santo, como son las cosas; pero que ha decidido quedarse allí porque se siente tal como aquí se explica.
Notas
{9} Hislop, p.1
{10} Sinar era el territorio que más tarde fue conocido como Babilonia. Babel es el nombre Hebreo de Babilonia.
{11} Nelson’s New Illustrated Bible Dictionary, s.v.
Capítulo 7
Institucionalizada
Bob y Joy, Chris y Jena, Troy, Rachel y Darlene se sintieron conectados unos con otros en el Espíritu de Cristo y comenzaron a reunirse en sus respectivos hogares. Cantaban canciones espirituales, compartían revelaciones y enseñanzas que el Señor les daba.
Bob se encargaba principalmente de la enseñanza. Tenía el don para ello. Oraban por las necesidades de cada uno. Eran libres para ir y venir como quisieran. Cuando corrió la palabra de que el Señor se estaba manifestando es sus reuniones, más personas comenzaron a asistir.
Pronto eran demasiados para los salones de sus casas y decidieron alquilar un lugar para reunirse. Comenzaron a levantar ofrendas para cubrir los gastos. El grupo creció y decidieron que Bob tenía que dedicarse al pastorado a tiempo completo.
Había suficiente dinero y para actuar de forma responsable, decidieron abrir una cuenta bancaria. El banco exigía un nombre. De esta forma, se pusieron un nombre. Siguieron creciendo y decidieron ahorrarse el dinero del alquiler comprando un local de su propiedad.
Escogieron ancianos para supervisar el negocio en el que se estaban convirtiendo. Años mas tarde ocuparon el hermoso local para el que se habían endeudado. Pero algo diferente había sucedido. La gente ya no se sentía libre de ir y venir a su antojo.
Se esperaba que estuvieran allí y que pagaran sus diezmos allí. Ahora tenían un presupuesto. Pasaron de ser una comunidad de creyentes a una iglesia. En el momento en que se pusieron nombre, se convirtieron en una Cosa. Se institucionalizaron a si mismos.
Las instituciones parecen tomar su existencia de si mismas, como si tuvieran mentes en sí. A menudo se hacen más grandes que la suma de los individuos que las instituyen. Pueden conquistar y consumir todo y a todos a su alrededor.
Sin embargo, estas instituciones están vacías de vida. Nos hipnotizan, neutralizan, atrapan y esclavizan. Nos enredamos en ellas y se convierten en nuestros ídolos. No pasa mucho tiempo hasta que nuestras instituciones altruistas, orfanatos, casas de la tercera edad, colegios, universidades, seminarios, hospitales, cementerios, edificios de iglesia y “ministerios”, cobren mayor importancia que las personas para quienes se iniciaron.
Finalmente, las personas existen para servir y preservar dichas instituciones en lugar de que esas instituciones existan para servir a esas personas. Sus programas de marketing pueden defender estar satisfaciendo necesidades personales e incluso que ya estén satisfaciendo necesidades personales, pero la motivación subyacente de sus programas de marketing es con mucha frecuencia, aumentar la clientela para mantener o hacer crecer la institución.
Don Potter escribió en el Morning Star Journal que había hablado con Jim Bakker después de su salida de la cárcel, y Bakker admitió haber cuestionado que Dios estuviera en alguna de las cosas que ellos hacían en su mega ministerio de televisión.
Todo creció tan rápido que nada le haría parar. Bakker no podía imaginar poder llegar a fallar a tanta gente. Don comentó: “Estaba atrapado en una maquinaria de ministerio que había comenzado a funcionar sola, por sí misma” {12} Esto sucede a iglesias y ministerios de todos los tamaños.
La Instituciones con frecuencia acumulan grandes sumas de dinero de la gente asociada a ellas. La gente se siente bien dando a esas instituciones, pero con frecuencia, descubren que la mayor parte de su tiempo, de sus energías, y de sus recursos, se consume meramente para alimentar el sistema.
El altruismo en el sistema es con demasiada frecuencia reducido a una ficha. Muchos ministerios de la televisión utilizan llamados altruistas para arrastrar las emociones de los donantes potenciales, pero terminan usando la mayor parte del dinero para que la propia maquinaria de su ministerio siga dando vueltas.
INSTITUCIONALIZADO
Es bastante extraño que parezca que estas instituciones tengan vida propia. Es de por si extraño como nuestras instituciones nos institucionalizan.
El tiempo que pasó Brooks en la cárcel de Shawshank fue cincuenta años. La mayor parte de esos años fue el bibliotecario de la cárcel. Sucedió repentinamente. Le dieron la condicional. ¿Buenas noticias? No para Brooks. Se volvió loco.
Le liberaron, y unos días después apareció ahorcado de una soga hecha por el mismo. Los internos nuevos no comprendían. Estaban confusos esperando que Red les explicara. Red había pasado la mayor parte de su vida detrás de esos muros. El conocía la historia.
Red contestó filosóficamente, “Estaba institucionalizado. Había estado aquí cincuenta años. Es lo único que conocía. Aquí era un hombre importante. Un hombre educado. Pero fuera no era nada. Solo un viejo con artritis en ambas manos.
Probablemente ni siquiera pudiera coger una tarjeta de biblioteca aunque lo intentara... Estos muros son divertidos. Al principio los odias. Después te acostumbras a ellos. Pasa bastante tiempo, y empiezas a depender de ellos. Eso es estar institucionalizado.” {13}
Tremenda la comparación. Tremenda y muy dura, pero auténticamente cierta. Gracias a Dios no me ha tocado experimentarlo en cárceles, pero sí en otras instituciones en donde he prestado servicio. Y créeme que no hay un ápice de error en esto que se ha dicho.
Y si no lo terminas de entender o de creer, o te da la sensación que hay cierta exageración en lo expuesto, piensa en mucha de la gente que has conocido como “importante” dentro de las iglesias. ¿Serían tan importantes afuera de ellas? ¿No? ¿Y entonces por qué supones que van a aceptar lo que Dios les diga y retirarse de ellas?
VOLVIÉNDONOS COMO ELLAS
Cuanto más tiempo pasamos en nuestras instituciones, mas nos volvemos como ellas. Hace unos años me desperté de un sueño en el que alguien me decía: “Ten cuidado de no volverte como el club al que te unas”. Este dicho tenía un giro de humor cuando lo oí en el sueño.
Por otro lado, sonaba como una advertencia de no volverme como aquello a lo que uniera. Por otro lado sugería que ya estaba en el club al que me había unido. ¿Por qué otra razón me uniría a ello? Un club está compuesto por gente. Una vez que te unes al club, tú eres el club. Una vez que te unes a una iglesia, tú eres esa iglesia.
Algo dentro de nosotros nos atrae a las cosas a las que nos unimos. Poco después de unirnos a esas cosas, parece que tenga la forma de poseernos. Se convierten en nosotros, y nosotros nos convertimos en ellas.
Encontramos nuestra identidad en ellas. Nos jactamos, “Soy presbiteriano”, “Soy bautista”, “Soy metodista”, “Soy católico romano”, “Soy pentecostal”. Después no podemos resistir preguntar, “¿Qué eres tú?”
Jesús nos dijo que nosotros estábamos en Él y Él en nosotros, así como Él estaba en el Padre y el Padre en Él. Esa no fue mi experiencia al crecer en la iglesia institucional. Yo me sentía mas unido a ella que a Cristo.
Yo estaba en ella y ella estaba en mí. Estaba programado para ser uno con ella, y para llevar a otros a esa unión mística, profana, e ilegal con ella. O estamos en Cristo o estamos en la ramera.
Sin dudas. Es como si un domingo por la tarde, estando en el culto, tú te sientes muy a gusto con tus bancos nuevos y cómodos, quizás con aire acondicionado en verano o buena calefacción en invierno, aunque allá adelante no suceda gran cosa. Entonces tú te dices: “Y bueno…si Dios hoy no viene aquí, igualmente nos podremos arreglar sin Él…
CREER LO QUE ELLOS CREEN
Para pertenecer sinceramente a una de estas instituciones, se requiere de alguna manera que creamos lo que nos dicen aquellos que las gobiernan. A menudo desconocemos lo que creemos aparte de las doctrinas de nuestra iglesia.
Jerry Wilson dice: “Mientras estudiaba para el ministerio, un compañero comenzó a hacerme preguntas sobre lo que creía. Contesté a cada una diciéndole lo que los bautistas creían. Seguí así un rato. Después sonrió y me dijo, ‘¿Así que tú no crees en nada?’”
Hemos de creer en Jesús. Nuestra fe en Dios a través de Jesucristo es la forma de entrar al Reino. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios.” Efesios 2:8. Creer lo que nos dice que creamos nuestra institución no nos salva. Y sin embargo, tendemos a pensar que sí.
No creo que tú puedas llegar a imaginarte la cantidad de cristianos que todavía andan por la vida convencidos de lo contrario. Viviendo como pueden, cayendo día tras día en groseros pecados pero conformándose con que total, por formar parte de tal o cual denominación, su salvación está asegurada y nadie se la puede quitar. Pregunto: ¿Alguna vez fueron salvos?
HACIÉNDONOS DEPENDIENTES DE ELLOS
De la misma forma que Brooks se hizo dependiente de esos muros en la Cárcel de Shawshank, así nosotros también nos hacemos dependientes de nuestras instituciones. Confiamos en que ellas cuidarán de nosotros.
De forma similar, nuestras instituciones nos necesitan. Las autoridades dentro de ellas necesitan que seamos dependientes de dichas autoridades y de la institución, para poder perpetuar su existencia y la de la institución.
Bill Shipman descubrió este principio de la dependencia cuando trabajaba en un centro de desarrollo de delincuentes menores. En lugar de animarles a convertirse en ciudadanos productivos, las autoridades procedían de forma que convertían a los internos en personas más dependientes.
Si alguno de los internos mostraba signos de individualismo, le prescribían más valium. Aquellos que cuidaban de ellos querían ajustarse a ellos en lugar de reformarlos. Necesitaban que los internos dependiesen de ellos.
En varias ocasiones Bill intentó conseguir que algunos de los internos salieran de la dependencia, pero fue detenido por otros miembros del personal. Usaban el miedo para conseguir que los jóvenes siguieran sintiéndose inseguros con respecto de ellos mismos. “Lo mejor es que no escuchéis a Bill”, decían. “Saldréis y en cuestión de días, estaréis de vuelta aquí”.
“Veía cosas en esta institución,” contaba Bill, “que se parecían muchísimo a lo que yo había visto en la iglesia, a través de líderes muy fuertes, con ambiciones egoístas. Todo va bien cuando tratas de mejorar la institución o sus posiciones, pero cuando lo que tratas de mejorar es los clientes—la gente necesitada—entonces eres abucheado.”
“Lo mismo sucedía en Haití”, recordaba Bill. “Los sacerdotes primero llegaban a Haití con una misión genuina de ayudar a la gente. Bajo la influencia del gobierno, los superiores de la iglesia, con actitudes politizadas, persuadían a los sacerdotes a actuar de forma distinta.
Se les decía que enseñaran a los esclavos que eran ciudadanos de segunda en el Reino de Dios, y que la única forma de entrar al Reino era sirviendo a los blancos. Los haitianos negros llegaron a creer eso de ellos mismos. Todavía les cuesta romper esa forma de pensar. La idea está institucionalizada en su pensamiento”.
No puedes preservar la institución y al mismo tiempo, trabajar para salir del negocio. Las instituciones pueden comenzar a hacer el bien, pero por su propia naturaleza, casi siempre terminan fomentando la dependencia.
Recuerdo que en una ocasión vino a hablar conmigo un hermano que había sido diácono de una iglesia por más de veinte años, siempre con el mismo pastor. Finalmente, él había tomado la decisión de irse de esa congregación.
Cuando le pregunté el motivo, sólo me miró y sonrió casi con picardía, mientras me decía: ¿Sabes que? Un buen día, descubrí que nunca había estado sirviendo al Señor, sino sirviendo al pastor. Y yo no creo ni haber nacido ni haber aceptado a Jesucristo para eso…
PREEMINENCIA DE LA INSTITUCIÓN
Nuestras instituciones con frecuencia se vuelven más importantes que la gente para las que se crearon. Aquí tenemos un buen ejemplo. Corría el año 1750.
Los misioneros jesuitas se hallaban alrededor de las tierras fronterizas de Argentina, Paraguay y Brasil. Los portugueses querían tomar la posesión del territorio y hacer que la misión les transfiriera la tierra a ellos. Comenzó la guerra contra la misión y muchos de los nativos perdieron sus vidas en la batalla.
En la película La Misión, sobre esta historia verídica, el padre Gabriel estaba perplejo por la decisión de sus superiores de sacrificar las vidas de los nativos para que pudieran cumplir con las demandas portuguesas.
El Señor Hatar, tratando de lograr que el Padre Gabriel entendiera, preguntó lo que él pensaba que estaba en juego en este asunto.
“Yo creo que la obra de Dios esta en juego aquí”, contestó el Padre Gabriel ingenuamente. “no”, contestó el Señor Hatar. “Lo que está en juego es la misma existencia de la orden Jesuita tanto aquí como en Europa”.
Para salvar la orden, el Señor Hatar hizo lo que él pensaba que tenía que hacer. Permitió la matanza de muchos nativos y la destrucción de la misión. Su base lógica “Si los Jesuitas resisten a los portugueses, entonces la orden jesuita será expulsada de Portugal—y si de Portugal y España, quizás también de Italia, quien sabe.
Si tu orden (jesuita) ha de sobrevivir, Padre, la misión aquí tiene que ser sacrificada.” {14}. La preservación de la institución—en este caso la orden Jesuita—era una causa mayor que las vidas de la gente que vino a salvar.
Cuando vemos la verdad e intentamos hablar en contra de los abusos de la institucionalización, se nos mira como el enemigo. No somos útiles a la institución. Cuando cesamos de ser de útiles a la institución, la institución busca formas de expulsarnos.
Tal cual. Yo fui separado de la última emisora de radio “cristiana” en la que trabajaba, por causa de un comentario que hice respecto a la demanda de los pastores al gobierno nacional respecto a percibir un sueldo determinado cuando sus iglesias superaran los cien miembros.
El sueldo, equivalente al de un párroco católico romano, le permitiría vivir dignamente y oxigenar diezmos y ofrendas para mejores perspectivas. Mi pregunta, fue: si un gobierno nos impulta a vivir en cierta clase de pecado, ¿Qué posición habrán de tomar estos hombres que, en definitiva, son empleados de ese gobierno? Como decimos por aquí: chau y fuera.
LA IGLESIA EMPRESA
Muchas organizaciones de iglesia han escogido legalizarse de acuerdo con las leyes de los estados, principalmente con el fin de obtener ventajas fiscales, y ofrecer deducciones de impuestos a los donantes.
Las iglesias con frecuencia tienen este status fiscal sin necesidad de legalizarse oficialmente. Sin embargo, tanto si se han legalizado oficialmente o no, la mayoría se han estructurado conforme a los principios y políticas de las empresas. Han convertido lo que son como comunidad de creyentes en un negocio y han dado al negocio el poder de controlar las actividades de sus miembros.
La iglesia empresa, como las empresas del mundo, tiene características específicas. Son típicamente iniciadas por el ser humano, gobernadas, dirigidas y orientadas al beneficio, movidas por el éxito, amigables con sus clientes, centradas en su producto (programas y servicios) y conscientes de su propia imagen.
Tiene que hacerse una clara distinción entre las empresas de los hombres y el cuerpo de Cristo. No estamos necesariamente sirviendo a Dios y contribuyendo a Sus causas solo porque servimos y contribuimos a estas empresas.
El ministerio de Cristo se logra en y a través de los miembros del cuerpo de Cristo, al servirse unos a otros, y no a través de documentos legales dentro de archivadores. El edificio de Dios no se hace con las manos, sino que es eterno, en los cielos. 2ª Corintios 5:1.
La mentalidad de la iglesia empresa es un invento moderno del mundo occidental, que es completamente ajeno a la expresión del Nuevo Testamento de lo que significa ser el cuerpo de Cristo. Sin embargo, comités misioneros y celotes cristianos venden los principios y políticas de la mentalidad de iglesia empresa por todo el mundo.
Este concepto mundano es promovido como la única manera de hacer iglesia. Los creyentes que se atreven a quedarse fuera de este sistema, se les considera apartados. Bob Hughey afirma, “Lo que comenzó como un movimiento en Israel, se convirtió en una filosofía en Grecia, una institución en Roma, una cultura en Europa y una enorme y rica empresa en América.
JERARQUÍAS INSTITUCIONALES
Todas las instituciones, sean gubernamentales, educativas, sociales, científicas o religiosas, tienen alguna forma de posiciones de poder jerárquicas estructuradas dentro de sí. Estas son la vieja guardia, por así decirlo, aquellos a los que no sólo les ha sido conferida la autoridad, sino que también tienen el poder para ejercitar un control muy estricto. Muy poco puede suceder o permitirse sin su autorización. Esto no es menos verdad en las iglesias.
Esta jerarquía a menudo se establece en capas, como en la iglesia católico-romana, anglicana, o en las tradiciones ortodoxas de Oriente. La posición más alta dentro de la iglesia romana es el papa, que ha recibido una autoridad extraordinaria y una gran estima.
La escuela de cardenales se haya por dejado del papa, habiendo sido nombrada por el papa para ayudarle. Los obispos en la iglesia católico-romana, anglicana, o en las tradiciones ortodoxas de Oriente, son clérigos que están por encima de los curas, y tienen autoridad para ordenar y confirmar, y con frecuencia para gobernar una diócesis.
En estas tradiciones, los curas son clérigos que se encuentran por debajo del obispo, y están autorizados a realizar los ritos sagrados de sus iglesias. Los diáconos en estas tradiciones son clérigos que se encuentran por debajo de un cura. En la mayoría de las otras tradiciones de iglesias cristianas, los diáconos son laicos, elegidos para desarrollar varias funciones en la adoración, el cuidado pastoral o la administración.
Tradiciones menos litúrgicas, como las que existen en la mayoría de las iglesias protestantes, tienen su propia forma de jerarquía. Casi todos los grupos de iglesia tienen alguna forma de tribunal superior en sus asambleas generales, convenciones o conferencias, en las que se eligen oficiales y se les dan poderes limitados. La gente rara vez permanece en un puesto tiempo suficiente para edificar una maquinaria política.
Sin embargo, el control en estas tradiciones probablemente brote a través de ciertos individuos de influencia que a menudo se hallan escondidos dentro del sistema. Hugh era uno de estos hombres.
Él influyó en silencio mucho de las políticas sociales de su denominación. Durante mas de cuatro décadas desde que fuera contratado para su posición burocrática por el centro administrativo de su denominación, el transformó la teología de su iglesia desde una posición conservadora hacia otra liberal.
Algunas asociaciones se han formado para englobar iglesias de naturaleza semejante. Estas asociaciones son generalmente encabezadas por una personalidad carismática, que a cambio, tiene un círculo interno de zánganos que le ayudan a cumplir su agenda—una variación del escenario del papado y del cardenal.
Igualmente, las asambleas locales tienen posiciones de autoridad jerárquica dentro de ellas—pastores, ancianos, diáconos, comités. Muchas tradiciones pentecostales tienen obispos que reciben mayor estima que otros. Estas jerarquías dentro las iglesias son las tradiciones de los hombres y no tienen ningún fundamento en las Escrituras, pero parecen necesarias para la perpetuación de las instituciones.
Nos bastaría recordar que una de las tareas que Jesús vino a realizar durante su ministerio terrenal, fue la de romper con la tradición de los ancianos, ¿No es así?
NORMAS INSTITUCIONALES Y REGULACIONES
Muchas cosas que han comenzado por el Espíritu y que han sido fundadas sobre sólidos principios bíblicos, luego se han institucionalizado. El proceso es muy simple, natural y común. Una vez que ha comenzado la actividad, los hombres tienden a organizarla.
Desean darle alguna forma de estructura para controlarla o al menos para mantener el control dentro de ella. La estructura institucionalizada se hace generalmente por medio de rígidas normas y regulaciones.
Una vez que se han colocado en su lugar, estas reglas son difíciles de cambiar. Se convierten en la autoridad sobre aquellos que las han hecho. Incluso la gente que las hace, se sujeta a las reglas y por tanto, las levanta hasta convertirlas en su máxima autoridad.
Hay un conocido “pacto” interno en una denominación que, entre otros puntos, sostiene el de la prohibición de beber vino a sus miembros. No alcohol en todas sus expresiones, sólo vino. Nadie recuerda ya que ese pacto fue elaborado por misioneros estadounidenses que bebían largamente cerveza y buen wisky, pero sentían repulsión y asco por el vino que bebían los nativos.
Cualquier tipo de organización demanda unas reglas. Una vez que instituimos reglas y normas para gobernar nuestras relaciones unos con otros, casi nos hemos institucionalizado a nosotros mismos. Limitamos la libertad del Espíritu Santo para dirigirnos.
El control es uno de los mayores enemigos a nuestra libertad en el Espíritu. Lo más probable es que las reglas que los hombres hacen para controlar la vida de la iglesia se conviertan en limitaciones insanas. Con frecuencia terminamos esclavizándonos a estas reglas.
No obstante, las reglas buenas dan límites sanos y son necesarias incluso para nuestra participación en las vidas de los demás en el cuerpo de Cristo. Estas reglas están generalmente en la categoría de “amaos los unos a los otros”.
La Palabra de Dios es la ley de Dios y sirve al bienestar de aquellos que la guardan. Tenemos la capacidad de guardar la ley de Dios por el poder del Espíritu Santo obrando en nosotros.
Sin embargo, con mucha frecuencia, las reglas de la institución reemplazan la palabra y el Espíritu de Dios. Tal fue el caso cuando yo creía que el Espíritu Santo quería abolir la Escuela Dominical. Las reglas de la organización no permitían eso. “No hacemos eso aquí”, es la excusa común. Las reglas de la iglesia confinan las actividades del Espíritu Santo.
Necesitamos distinguir entre la ley de Dios que nos hace libres en Cristo, y las leyes de la iglesia, que imponen restricciones sobre nosotros y nos atan a los hombres.
La institución de la iglesia es uno entre muchos de nuestros inventos Babilónicos, y es perpetuado por los que están en EL ministerio.
Cuando a Argentina llegó aquella “onda de la unción” de los años 90, que había partido de Benny Hinn y se había derivado al pastor Claudio Freidzon, y la gente comenzó a caerse durante las ministraciones en el altar de muchas iglesias, en algunas más conservadoras, sus pastores dejaron de orar por temor a que eso también sucediera allí, donde nunca jamás se había visto algo así.
No abro juicio si fue bueno o malo, ni siquiera pretenderé indagar si vino total o sólo parcialmente de Dios. Lo que sí sé, es que las iglesias más tradicionales eligieron continuar con sus agendas, proyectos, costumbres y modismos por sobre todo lo que se veía en los alrededores.
Notas
{12} Don Potter, “Talento en venta”, The Morning Star Journal (Charlotte, NC: Morning Star Publications, Summer 1997) Vol.7 No. 3,63
Regreso al Texto
{13} The Shawshank Redemption, producido por Nike Marvin, dirigida por Frank Darnbont. Basada en una novela de Stephen King, titulada Rita Hayworth y la Redención de Shaswshank
Regreso al Texto
{14} La Misión, producida por Fernando Ghia, David Puttmen e Ian Smith (asociado), dirigida por Roland Jaffe, créditos escritos a Robert Bolts. Distribuida por Warner Brothers, 1986.
Capítulo 8
El Ministerio
Mientras conducía a casa un gélido día de invierno, después de compartir con algunos creyentes en Georgia, yo seguía escuchando las palabras que retumbaban a mi alrededor: “Deja el Ministerio”. La palabra era de lo más preocupante porque yo pensaba que ya lo había dejado. Y sin embargo, ahí estaba, acosándome sin parar: “Deja el Ministerio”.
Después descubrí el énfasis en el artículo: “Deja EL Ministerio”. Sabía que se trataba de una palabra purificadora de Dios obrando en mí. EL Ministerio, con el énfasis en el artículo “EL” y “M” mayúscula, era una fortaleza dentro de mí que me habían pasado a través de generaciones de tradición religiosa. Esta fortaleza es lo que llamamos estar en EL Ministerio.
“¿Qué significa dejar EL Ministerio?”, Pregunté a mi esposa Nancy. Como siempre, con una percepción muy aguda, sabiendo que tenía que ver conmigo en particular, contestó pensativamente:
”Significa no sentirte responsable de la gente de los grupitos a los que ministramos, haciendo un temario o un libro de todo lo que te viene, sistematizando todo hasta convertirlo en una enseñanza formal, con la idea que tienes de enseñarlo, comenzar una escuela ministerial, enviar circulares de información, ni pastorear a nadie. Significa simplemente ser”.
“Eso lo entiendo”, le dije, “pero no sé como parar. ¿Cómo paro lo que ha sido programado dentro de mí desde mi infancia?” Desde ese comienzo, el Espíritu Santo abrió mis ojos para ver algunas cosas sobre EL Ministerio y comencé a ser libre de las falsas expectativas que van junto con el hecho de estar en EL Ministerio.
Y sí, es así sin ninguna duda. En mi casa, con mi familia, hablamos de “la página”, jamás usamos la palabra Ministerio, aunque estamos conscientes que lo es, pero conforme a la visión de Dios, donde lo más importante es Él y no su ministro de turno.
EXTENSIÓN IDOLÁTRICA DEL YO
Por fuera, EL Ministerio parece ser una vida noble entregada al sacrificio del Yo; pero cuando lo interno es expuesto a la luz, se descubre una vida de egocentrismo y auto-exaltación. Como sucede con la Cosa que llamamos iglesia, así sucede con EL Ministerio.
Puede ser igualmente una extensión idolátrica del Yo, algo que existe fuera de y en adición al que está en el ministerio. Es un manto que nos ponemos nosotros mismos que Dios no ha tejido para nosotros.
Hacemos algo de estar en el ministerio cuando suponemos, “Estoy en ministerio, por tanto, yo tengo un ministerio.” Muchos santos bien intencionados han comenzado Ministerios sobre el fundamento de un testimonio poco usual, o unos dones poco usuales.
Es bueno compartir nuestros testimonios. Probablemente ésa sea la razón por la que los tenemos, pero no tenemos que entrar en EL Ministerio sólo porque tengamos un testimonio. No tenemos que entrar en EL Ministerio sólo porque tengamos dones para evangelizar, profetizar, sanar, enseñar, cantar o predicar. No tenemos que entrar en EL Ministerio sólo porque sintamos el llamado de Dios al servicio. Dios nos ha llamado a todos a ministrar. Todos tenemos que hacer el ministerio de los santos.
Pablo, el apóstol, ilustró como todos somos miembros del cuerpo de Cristo y como cada uno tiene una función diferente. Estas funciones son dones y servicios de unos a otros, en el cuerpo. Pablo dijo que si tenemos el don de profecía, entonces hemos de profetizar de acuerdo con la medida de nuestra fe.
Si tenemos el don para el ministerio, entonces tenemos que ministrar. Si enseñanza, enseñar. Si exhortación, exhortar. Si dar, dar con simplicidad. Si el de dirección, dirigir con diligencia, si muestras misericordia, entonces con alegría. Romanos 12:6-8.
En ninguna parte sugiere él remotamente que hemos de comenzar una empresa, un nombre privado de entidad sin ánimo de lucro, darle nombre, y solicitar los fondos para que pueda ser quienes somos en el cuerpo de Cristo. Tan solo tienes que hacer conforme con quien tú eres.
Cuando comenzamos en EL Ministerio, comenzamos algo que Dios no ha comenzado, porque estamos queriendo algo para el Yo. Nos volvemos posesivos de esta cosa que llamamos Ministerio.
Nos referimos a ello como “MI Ministerio”, o “ESTE Ministerio”. Incluso lo convertimos en un negocio. Le damos nombre, lo legalizamos, le preparamos una base de datos, solicitamos los fondos para ello, y traficamos con nuestros dones, como mercadería de una tienda de toma y daca.
Muy cierto. Esto se llama “Tiempo de Victoria” porque nació como un programa de radio y los programas de radio tienen que tener, obligatoriamente, un nombre para poder salir al aire. Pero a ese nombre me lo dio el Señor…
Cuando iba a modificar una estructura periodística que tenía radialmente y convertirla en enseñanza, pregunté en oración como debía llamarla. De inmediato vino a mi mente una idea que jamás podría haber salido de mi mismo: “Este es tu tiempo de victoria, avanza.” Y allí fui.
Incluso, a la hora de elegir la cortina musical, también consulté a mi Padre celestial. NO deseaba quedar bien con algún cantante o músico conocido difundiendo su tema. Entonces Dios dijo a mi sentir: “Pon lo que quieras, pero recuerda que yo no te traje hasta aquí para que te vuelvas hacia atrás”. Punto. Cuando entras a mi Web, lo puedes oír. Es el mismo durante quince años.
OBLIGACIONES DEL MINISTERIO
Cuando alguien escoge entrar en EL Ministerio como una carrera, una profesión, una forma de pensar, adopta innecesariamente un sistema de obligaciones falsas que siente dentro de él mismo y que le esclavizan a esa Cosa que llamamos EL Ministerio. Estas son algunas de las obligaciones falsas:
El que entra en EL Ministerio se siente obligado a pensar de si mismo, a comportarse y a cumplir sus obligaciones de una cierta manera para poder vivir a la altura de las expectativas que acompañan a la posición ministerial.
Se siente obligado a producir sermones, realizar rituales, conducir servicios, visitar a sus feligreses, desarrollar programas, imprimir boletines, enviar circulares informativas, aumentar el crecimiento numérico, aumentar las finanzas, escribir libros, vender cintas casete, estar en la televisión y en la radio, vestir conforme al código, y en algunos círculos, sanar a los enfermos y obrar milagros. Estas son la clase de cosas que atestiguan falsamente de su éxito.
El que está en EL Ministerio se siente obligado a establecer el escenario en el que puede interpretar la iglesia, para poder guiarnos a todos los demás a interpretar la iglesia. Interpretar la iglesia es hacer algo religioso que no esta inspirado ni potenciado por el Espíritu Santo.
Es hacer fielmente todas las cosas que hacemos en la iglesia que nos hacen sentir que hemos cumplido nuestra responsabilidad religiosa. Interpretamos la iglesia por la forma en que vestimos para ir a allí, por la forma pretenciosa en que nos saludamos unos a otros, por los programas y rituales que seguimos, por la forma en que nos colocamos en filas en los bancos, y por la forma en que hacemos cosas unos por otros sin ni siquiera tener un sentir de estar involucrados unos con otros.
Expresamos más exactamente lo que significa ser el cuerpo de Cristo cuando hacemos cosas con y para los demás. Nuestras reuniones deberían ser para “considerarnos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras, exhortándonos unos a otros, y tanto más cuando veis que aquel día se acerca”. Hebreos 10:24-25.
Cumplimos estas cosas siendo sensibles al Espíritu Santo, que es el único que sabe como ministrar a nuestras necesidades individuales. Nos ministramos unos a otros por el Espíritu con los dones del Espíritu nombrados en 1ª Corintios 12:1-11.
El que está en EL Ministerio se siente obligado a justificar Su Ministerio. Descansa sobre pruebas externas fingidas de su éxito, contando narices, aumentando el presupuesto, multiplicando su salario, edificando grandes edificios, haciendo muchas visitas, pasando largas horas en la oficina, aconsejando a mas gente, aumentando el numero de programas, adquiriendo mas invitaciones para ministrar, programando mas apariciones por televisión, comprometiéndose con una audiencia cada vez mayor y vendiendo mas libros y casetes.
¿Podría ser ésta la fuerza de atracción para aquellos que registran la asistencia y ofrecen cifras en el tablón de anuncios sobre la pared de la iglesia cada domingo, en comparación con las del año anterior?”
El que está en EL Ministerio se siente obligado a presentarse a sí mismo de una cierta manera delante de su público, con el fin de impresionarlo, para que le den su aprobación. Puede ser mediante su forma de vestir, su forma de peinarse, o su forma de hablar; puede ser la clase de coche que conduce y la casa en la que vive.
El que está en EL Ministerio se siente obligado a ser piadoso y religioso, pretendiendo ser más espiritual de lo que es realmente. Se convierte en un hipócrita al ponerse su fingida máscara religiosa. La piedad y la religión no tienen nada que ver con la simplicidad de seguir a Jesús honestamente y en quebrantamiento, y dejando que Su Espíritu Santo nos cambie de dentro a fuera.
EL que está en EL Ministerio se siente obligado a permanecer distante de los otros santos. Como resultado, lo que están en EL Ministerio a menudo crean fraternidades exclusivas, como evidencia la existencia de asociaciones ministeriales, la celebración de conferencias para el clero, y otras reuniones que refuerzan la existencia antibíblica del clero y el laicado.
El que está en EL Ministerio hoy se siente mas frecuentemente obligado a establecer una entidad legal que ofrezca deducciones de impuestos para sus contribuyentes. Sin embargo, a menudo, esta entidad de papel se convierte incluso en algo más que en una empresa que ofrece ventajas fiscales.
Se convierte en el nombre y la imagen de “su” ministerio. El se presenta a sí mismo como el presidente y el fundador de ello. Habla de “este Ministerio” en tercera persona, como si fuera la fuente de la que emana el ministerio de Cristo. Al hacer esto, se presenta a sí mismo incluso más grande de lo que Dios le ha hecho ser.
El que está en el Ministerio, se siente obligado a comenzar algo—sea lo que sea. No puede presentarse improductivo. Organiza, institucionaliza, formaliza, establece y sistematiza las cosas. Con una profunda preocupación sincera, comienza cosas por sus propias fuerzas, y tiene que mantener la marcha de dichas cosas en su propia fortaleza. Cuando deja de trabajar su plan, sus planes dejan de funcionar para él. Pero lo que Dios comienza en el poder del Espíritu Santo, Dios lo acaba en el poder del Espíritu Santo.
El que está en EL Ministerio se siente obligado a edificar su reputación y a promocionar sus talentos, dones y mercancías. Consecuentemente, tiene que tener su propio programa de relaciones públicas para promocionarse a sí mismo.
Con orgullo pone su nombre y su rostro en el trabajo que él cree que Dios le ha llamado a hacer. Sin embargo, Santiago escribe: “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Humillaos delante del Señor y Él os exaltará”. Santiago 4:6,10.
El que está en EL Ministerio se siente obligado a conocer más de la Biblia y de la religión que aquellos a quienes él ministra. Por tanto, se siente obligado a obtener proezas académicas que a menudo le exponen al orgullo y al intelectualismo.
No está satisfecho de que la gente tenga conocimiento. Necesita que la gente sepa que él sabe. Se siente obligado a competir con otros ministerios para conocer tanto o más que ellos, y para ser tan bueno o mejor que ellos. A veces siente que es necesario mantener a los que ministra en ignorancia, y por tanto, dependientes de él.
El que está en EL Ministerio se siente obligado a solicitar apoyo para su ministerio, sea de sus “asociados” o desde una posición salarial. Cuando recibe un sueldo por su “así llamado” papel de liderazgo en el cuerpo de Cristo, él distingue entre el mismo y las ovejas.
Ignora el hecho de que él, también es una oveja y que todas las ovejas están en el ministerio. El que está en EL Ministerio no tiene la fe en la capacidad de Dios de usarle a su debido tiempo y proveer para él sin tener que manipular a otros para apoyar “su” ministerio.
Paréntesis. Innegable lo que se dice aquí. Sin embargo, existimos un grupo, no sé si pequeño o grande, que hemos entendido estas cosas y hacemos nuestro trabajo casi en silencio, confiando sola y únicamente en la provisión de Dios que Él hará como le parezca.
El que está en EL Ministerio se siente obligado a tener un título para sí mismo—Pastor, Reverendo, Obispo, Apóstol, Doctor. Cuanto más prestigioso sea el título, mejor. Bob Hughey afirma, “Los títulos dividen, la función unifica. Un testimonio es mejor que un título”.
También es veraz totalmente. Uno de los trabajos más continuos en la tarea de responder correos de lectores de la Web, es el de poder convencerlos que no deben llamarme “pastor”, ni “maestro”, ni “apóstol” ni nada con lo que deseen honrarme. Sólo Néstor. Si tú alguna vez me has consultado al respecto, eres mi testigo de ello.
El que está en EL Ministerio se siente obligado a clonar a otros para que sean como él o como su clase de iglesia. Necesita clonarles con el fin de poseerlos. Si no los posee, teme perder su apoyo.
El que está en EL Ministerio se siente obligado a apartarse del “laicado”, mediante la ordenación. Muchas tradiciones de iglesia ordenan a su clero a través de lo que la iglesia histórica llama “sucesión apostólica”.
La sucesión apostólica es la perpetuación de la autoridad espiritual mediante la ordenación sucesiva del clero desde los tiempos de los apóstoles. En las iglesias católico-romana y anglicana, y en las tradiciones ortodoxas orientales, el clero es ordenado por sucesión apostólica para poder administrar los sacramentos y las órdenes.
Aunque Bernabé y Pablo fueron confirmados apóstoles por los profetas y maestros en Antioquia (Hechos 13:1-3) y los ancianos tenían que ser nombrados en cada ciudad (Tito 1:5), la tradición común de la ordenación tal y como se practica en el Cristianismo occidental, no se encuentra en el Nuevo Testamento.
Bernabé y Pablo no fueron apartados por los doce apóstoles sino por unos ciertos maestros y profetas en Antioquia. (Hechos 13:1-3). La unción para el ministerio procede de Dios y no de los hombres. Efesios 4:11.
El que está en EL Ministerio se siente obligado a perpetuar la industria del Ministerio. EL Ministerio es un gran negocio. Controla la economía de seminarios y escuelas bíblicas, iglesias con los puestos de su personal, construcción de nuevas empresas, mobiliario de iglesia, Ministerios, casas editoriales, empresas de grabación, librerías, conferencias y programas de radio y televisión.
Es una red de apoyo económico en la que el Ministro mismo es atrapado y que no puede romper fácilmente. Los que están en EL Ministerio viven vidas comprometidas bajo las influencias de espíritus de agradar al hombre.
Los mercantes que venden su mercadería a los que están en EL Ministerio y los que están en EL Ministerio dependen unos de otros para su existencia. Esta dependencia mutua para su existencia es otra razón por la que todo este sistema es una fortaleza que no es derribada fácilmente.
EL que está en EL Ministerio se siente obligado a perpetuar la institución de EL Ministerio así como la institución de la iglesia. EL Ministerio es una institución dentro de la institución de la iglesia y es la fuerza más poderosa y singular que perpetúa la institución de la iglesia.
Si hubiéramos de erradicar esta noción errónea de EL Ministerio de la ecuación de la iglesia, esta cosa que llamamos iglesia caería en pedazos. Igualmente, sin el sistema de la iglesia, EL Ministro no tendría contexto en el que practicar su oficio.
La iglesia es sostenida por el dinero. Cuando se acaba el dinero, la institución de la iglesia se viene abajo. De igual modo, cuando se acaba el dinero, EL Ministerio se termina, porque los que están en EL Ministerio dependen del dinero y del sistema.
LA BASE DE DATOS
El que está en EL Ministerio se siente obligado a construir una base de datos para mantener la visibilidad con sus supuestos ayudadores. Vive bajo el código de temor: “fuera de la vista, fuera de la mente”.
Puede que mantenga un registro de bautismos, bodas, funerales que él haya presidido, así como del número de asistentes a sus reuniones y los nuevos miembros que trae, como si fueran muescas en el gatillo de pistola espiritual.
El que tiene una base de datos con el propósito de traer ganancia personal para sí en el ministerio, quiere ampliar su esfera de influencia.
Tiende a pensar que es dueño de la gente de su base de datos.
Tiende a pensar que tiene una responsabilidad hacia la gente que aparece en su base datos—que necesita responder a ellos.
Tiende a pensar que la gente que hay en su base de datos debe apoyo a “su ministerio”.
Tiende a medir su éxito en EL Ministerio por el tamaño de su base de datos. Los Nombres son como trofeos. Cuantos más tenga, más quiere y mejor piensa de sí mismo. Periódicamente, con orgullo hará un inventario de los números solo para ver cuántos hay en su lista de direcciones de correo.
Puede terminar sintiéndose obligado hacia su base de datos, incluso si esos nombres solo ocupan el tamaño de un fax corto o de una pequeña lista de direcciones de e-mail. La base de datos puede poseer parte de él y atarle a ella.
El no habrá cesado en EL Ministerio hasta que el haya destruido sus bases de datos que utiliza para su propio provecho. La incapacidad para desechar bases de datos que le sirvan de provecho propio, puede ser un indicativo de que son un ídolo en su vida.
La palabra clave para los que están en EL Ministerio es “provecho propio”. La mayoría de los “boletines” que yo he visto, se leen como un panfleto que promociona al que está en EL Ministerio, es decir, a quien los ha enviado. La mayoría de ellos busca apoyo financiero para sí mismos.
Tenemos que evaluar honestamente: ¿Existe nuestra base de datos para nosotros mismos o para Jesús? Juan el Bautista tuvo una visión del Reino de Dios cuando dijo: “El (Jesús) debe crecer, pero yo debo menguar”. Juan 3:30. EL Ministerio es un ministerio de crecimiento del Yo, mientras que el verdadero “ministerio” es el ministerio del crecimiento de Cristo en otros.
PROFESIONALES A TIEMPO COMPLETO
El que está en el Ministerio a menudo lo busca como una carrera a tiempo completo, o una ocupación con la esperanza de poder obtener unas entradas para él. Tal es el caso de John y Sue. Ellie escribió lo siguiente sobre ellos:
Había pasado un tiempo desde la última vez que había oído de Sue. Me alegré mucho de tener noticias de ella pero sentí las mismas emociones que siento cuando llaman los amistosos tele-vendedores. Insegura en cuanto a mi percepción, continué una amable conversación.
Ambas familias éramos libres para no ser parte de una iglesia local y habíamos decidido independientemente quedarnos en casa los domingos por la mañana. Sin embargo, desde entonces, Sue y su marido John, habían comenzado una iglesia por si mismos.
Finalmente terminó preguntándome a qué iglesia íbamos. Le dije que sentíamos que no debíamos estar en una iglesia en ese momento. Suspiró e hizo un comentario sobre cuánto tiempo ellos dedicaban a la oración.
“Cuando comienzas una obra, tienes que pasar mucho tiempo en oración”, dijo. “De hecho”, añadió, “todavía no sabemos si”... Su voz y su vocabulario le fallaron. Yo podía afirmar que ella estaba triste de pensar que su obra bien podría dejar de proveerles un modo de vida.
En un intento por animarla, le dije: “No importa lo que suceda, el crecimiento que tú ves y la relación que estás desarrollando con estas otras personas es eterna y está por encima de El Ministerio y de Una Obra.”
Sue contestó con toda sinceridad,”realmente sentimos el llamado al ministerio, y si el ministerio va a ser nuestro modo de vida, entonces de alguna manera tendrá que ser viable y algo más que un par de familias reuniéndose en un salón”.
El Ministerio en el Espíritu Santo procede de lo que somos en Jesús y no es una posición que buscar en el mundo. Cuando necesitamos una congregación para obtener unos ingresos para nosotros mismos, tenemos la condición de ramera en nuestros corazones.
Estamos buscando algo para el Yo. Si somos realmente llamados a ser ancianos que pastorean a las ovejas de Dios, hemos de alimentar a Sus ovejas. Dios no quiera que nos alimentemos de ellos.
Ha sido dicho, pero conviene reiterarlo hasta que sobreabunde. El yo tiene una manía casi ancestral: busca más, busca más y busca más. No por lo que pueda beneficiar a la gente, sino a nuestra propia ambición. El ministerio carnal jamás te dará paz o gozo. Sólo te aportará stress, angustias y alegrías transitorias.
LA SILLA DE MANOS
“Supuestamente era un tiempo de celebración”, recordaba Bill Shipman. “Estamos enviando a algunos líderes desde nuestra iglesia a Chicago para comenzar una nueva iglesia. Les inundamos de costosos regalos, ignorando las necesidades de los demás en medio de nosotros. Una pareja, necesitaba un refrigerador. Tenían que comprar hielo. Era un desequilibrio”, recordaba.
Bill, compartiendo una visión que tuvo del Espíritu Santo en referencia a esto, vio a estos hombres siendo levantados sobre llamativas y recargadas sillas de manos.
Las sillas eran doradas y tenían forma de espiral rizada, y con tapices elegantes que colgaban con borlas en la parte superior. Las sillas de mano parecían pesadas. Estos hombres estaban siendo levantados y llevados por los pequeñitos de la iglesia. Los pequeñitos estaban contentos de llevarlos en peso cuando comenzaron a atravesar un desierto.
El Espíritu Santo habló una palabra de advertencia a aquellos líderes que estaban siendo enviados diciendo, “Salís, pero salís en vuestra propia voluntad. No vais en Mi voluntad”.
Tengo hermanos amigos con llamados muy claros y serios para salir a misionar al extranjero. También tengo hermanos amigos que, por causa de una tremenda crisis económica y carencia de trabajo, tuvieron que emigrar a otros países. ¿Sabes que? Ambos dicen lo mismo: “El Señor nos llevó allá”.
Poco después de su marcha, yo vi que aquellos que llevaban a los líderes se debilitaban y las sillas de mano se tambaleaban. La gente siguió intentando sostenerlos financieramente, orando por ellos, intercediendo por ellos, pero todo el mundo se cansaba cada vez más. Finalmente, cayeron exhaustos y tuvieron que soltarlas. Las sillas de mano se cayeron y de hicieron pedazos.
“Esos hermanos y hermanas en Chicago estaban pasando un mal momento financieramente,” dijo Bill. “Vendieron sus casas antes de marcharse. No hicieron el mejor uso de los recursos de Dios tal y como lo hicieron. Todo se hizo en egocentrismo.
La gente comenzó a marcharse. No podían seguir sosteniéndoles por más tiempo. El liderazgo se sintió abandonado, pero no era abandono. Los niños nunca tenían que haber sostenido a los Padres; los padres son los que están hechos para sostener a los hijos”.
Esta es una de las mejores definiciones que he leído respecto a este asunto del sostenimiento ministerial. Mira hermano: si te caes en la miseria, más que falta de apoyo de tu gente, lo que tienes, es una negativa del Señor a lo que estás haciendo. De estar de acuerdo contigo, Él se encargaría de sostenerte como sea. Y sin que debas pedirle nada a nadie.
TABLAS DE SUMINISTROS FALSAS
“Los líderes falsos todavía quieren quitar el polvo de esas sillas de mano para conseguir que las personas les estén sometidos”, matizó Bill. “Esto sucede por todo el mundo. Los líderes de esta misión Haitiana mostraban la tabla de suministros de su organización con mucho orgullo.
El nombre del líder principal de la misión se había colocado en la parte superior de la pirámide. Seguidamente estaban los otros líderes con la gente que formaba la línea base. Me preguntaron, “¿Qué piensas de esto?”
“¿Quieres saberlo de verdad?”, Respondí.
“Seguro, hermano Bill”.
“Si Jesús entrara en este instante, el la arrancaría de la pared, la pondría boca abajo y diría, “Ahora si es una tabla de suministros”.
Bill terminó, “Los líderes verdaderos ponen a la gente en lugares de honor y les llevan en silla de mano que son adornadas con tierno cuidado y misericordia. Si el ministro no se ve a sí mismo como uno entre la novia desposada de Cristo, violará a la novia, usándola para beneficio propio”.
El Ministro Babilónico se ve a sí mismo no solo como alguien que ha sido apartado, sino como alguien que ha sido puesto por encima del “laicado”. El es el “profesional”. Se pone títulos en su ambición personal de edificar para sí mismo una ciudad, una torre, y un nombre. La reputación es algo muy importante para él.
Aunque a sí mismo se llama el siervo de ellos, con más frecuencia que no, llama al rebaño para que le sirva, para sus planes y para sus programas. Sin embargo, él está eternamente atareado haciendo el trabajo de la iglesia en lugar de la gente—obra de iglesia, no obra del reino de Dios.
La tradición ha obligado a este ministerio --que es el único hombre en su propio show-a cumplir muchas funciones que no están dentro de sus dones. Muchos en EL Ministerio caen en orgullo cuando intentan tomar responsabilidades que no pertenecen a sus dones. Ese orgullo y ambición lleva a la frustración y al agotamiento.
SIERVOS
Tanto si decimos que estamos “en EL Ministerio“ o que “tenemos un Ministerio”, asumimos algo que es ajeno a la idea del ministerio del Nuevo Testamento. EL Ministerio con “M” mayúscula es un concepto babilónico, mientras que la idea de ministros con “m” minúscula es bastante neotestamentaria. No tenemos “un” Ministerio. Todos somos el ministerio de Cristo.
EL Ministerio, tal y como ha sido conceptualizado, es un estorbo al verdadero ministerio del Nuevo Testamento, porque reprime a los santos del cumplimiento de sus ministerios. EL Ministerio está en directa oposición al verdadero ministerio del Nuevo Testamento.
La palabra “ministerio” en el Nuevo Testamento se traduce de diversas palabras griegas. Doulos (esclavo) y diakonos (siervo) son dos de los términos que han sido traducidos como “ministerio”.
Todos los santos son ministerios/siervos de acuerdo con el patrón establecido en el Nuevo Testamento. Aunque hay algunos a quienes el Señor Jesús nombra apóstoles, profetas, evangelistas, pastores (ancianos) y maestros, son dados al cuerpo para equipar a los otros santos para la obra del servicio (ministerio). Efesios 4:11-12.
Esos siervos que equipan (apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros) son posiciones clericales dentro de la iglesia. No son oficios. El término oficio no es una palabra griega del Nuevo Testamento. {15}.
Los nombramientos de siervo son funciones dentro del cuerpo de Cristo. Los que se exaltan a sí mismos como apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros son manchas en nuestros ágapes y nubes sin agua. Judas 12.
Los que tienen el manto de un verdadero anciano no usan sus dones para enseñorearlo sobre los santos. Se ven a sí mismos iguales que al rebaño. Pablo advirtió a los ancianos de Éfeso cuando estaban con él en Mileto: “Mirad por vosotros y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la Iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre” Hechos 20:28. Los ancianos se encuentran entre las ovejas, y no colocados piadosamente sobre las ovejas.
Pablo les advirtió que se guardasen en sus propios corazones porque después de su marcha, sabía que entrarían lobos rapaces para atacar el rebaño. Algunos, en medio de ellos, ganarían preeminencia, retorcerían la verdad, y atraerían a los discípulos para conseguir que les siguieran. Hechos 20:29-30.
Los Ministros de las iglesias de hoy son igualmente territoriales. Persiguen a cualquiera que perciban como ladrones de “sus” ovejas. ¡Parecen olvidar que los santos de Dios no son sus ovejas! ¡Son Sus ovejas!
El siervo no busca exaltarse a sí mismo—aumentarse en poder, posición, riquezas, y dominio. Está contento de permanecer sin nombre y sin rostro para servir cuando, donde y como el Espíritu Santo dirija. Hace esto sin esperar nada para el Yo.
¿Estás viendo? Ante la duda que se forma a partir de la abundancia de falsos ministerios y ministros, esa es la mayor tranquilidad que tenemos los que creemos ser genuinos: nuestra propia vida, nuestros frutos cotidianos y la presencia del Espíritu Santo dando discernimiento adecuado a cada hombre y mujer.
SIGUIENDO A JESÚS
Llamé a Bill Shipman para decirle que había dejado EL Ministerio. Después de valorar mis noticias durante un instante, me contestó lleno de alegría en su voz: “Yo pensaba que se suponía que solo teníamos que seguir a Jesús”.
Cesar en EL Ministerio no significa inactividad. Tenemos un camino que andar. Hemos de seguir a Jesús dondequiera que ÉL vaya y no tenemos que convertirlo en un negocio, darle un nombre o utilizar un título sobre nosotros mismos.
Cada uno de nosotros tiene un don—un ministerio—con “m” minúscula, tanto si es grande o pequeño, y del que tenemos que ser fieles mayordomos. Tenemos una responsabilidad de responder al Espíritu Santo cuando nos llame a operar en ese don o ministerio para la edificación del cuerpo, para que podamos edificarnos unos a otros para morada espiritual, como la familia de Dios. Efesios 2:19-22. Estas son funciones, no posiciones.
EL Ministerio implica que algunos entre nosotros son peces gordos, mientras que el resto, carecemos completamente de trascendencia. Implica una relación de arriba a abajo entre los que disponen de grandes dones sobre todos los demás.
Si alguna vez ha habido peces gordos en el Reino de Dios, los doce apóstoles escogidos ciertamente estarían aprobados. Sin embargo, Jesús enseñó a sus doce que no habían de ser como los príncipes de los gentiles que se enseñoreaban de la gente. Mat. 20:25-26.
Con los doce de entonces, e incluso con nosotros hoy, “el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo (diakonos, que significa literalmente, “siervo”(doulos, que significa literalmente “esclavo”); como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir (diokonesai, que literalmente significa, “servir”), y para dar su vida en rescate por muchos “. Mateo 20:27-28.
Los cinco siervos que equipan en Efesios 4:8 tienen las unciones para equipar al resto del cuerpo de Cristo para la obra del servicio, pero esto no los hace mayores que el resto del cuerpo de Cristo.
Los que tienen la unción apostólica son los mejores remadores. Recordando su experiencia de conversión ante Agripa, Pablo citó al Señor, como si le hubiera dicho, “Pero levántate, y ponte en pie, porque te he aparecido para este propósito, para hacerte un ministro.” Hechos 26:16.
La palabra para ministrar usada aquí viene de la raíz huperetes que significa “remero”. Este término náutico generalmente se refiere a cualquier subordinado que trabaja bajo la dirección de otro.
Los Apóstoles están subordinados a la autoridad de Cristo, que los ha apartado y los envía. En 1ª Corintios 3:21-41, Pablo incluye a Apolos y a Cefas como remeros: “Téngannos los hombres por servidores de Cristo”. Este término también se uso en referencia a Juan Marcos en Hechos 13:5.
He descubierto que cuando intento hacer un ministerio—es decir, cuando intento hacer que suceda en mis propias fuerzas, la unción me evade. Cuando descanso en ser quién soy sin tratar de hacer ministerio, la unción me empuja.
Soy mucho mas productivo para el Reino cuando mantengo resignación respecto del EL Ministerio que cuando lo busco activamente. Cuando persigo EL Ministerio, no encuentro el Reino. Cuando persigo el Reino, el ministerio (no EL Ministerio), me persigue. EL verdadero ministerio es la medida de Jesús que Él desea derramar a través de mí.
Muchos individuos que están en esta Cosa que llamamos EL Ministerio son Nicolaítas y tienen un espíritu Nicolaita.
Notas
{15} La versión King James utiliza la palabra “office” (oficio en inglés), en varios pasaje, pero es traducida de varias palabras griegas que significan cosas diferentes. En Lucas 1:8, en referencia a Zacarías, que esta operando bajo su sacerdocio del Antiguo Testamento, la palabra “office” significa “servir como sacerdote” y en Lucas 1:9, simplemente se refiere al sacerdocio. En Romanos 11:3, la palabra “office” ha sido derivada de diakonian que significa “servicio”. Esta frase es traducida literalmente, “Magnifico mi servicio”. En Romanos 12:4, la palabra “oficio” procede una palabra griega que significa “acción”. En 1ª Timoteo 3:1, no existe ninguna palabra en absoluto en el texto griego en la que la palabra “office” haya sido implicada. En 1ª Timoteo 3:10, de nuevo, la palabra procede de la palabra raíz diakonas (servicio), y no debería leerse, “Que usen el oficio de un diácono”, sino en su lugar, “Que ministren (o sirvan)”. En 1ª Timoteo 3:13, la palabra usada aquí, bathmon, habla de la forma en que uno camina con dignidad, rango y presencia.
Capítulo 9
Los Nicolaítas
¿Nicolaítas?¿Quiénes fueron los Nicolaítas? Sólo son mencionados dos veces en la Escritura y ambas veces, en contienda. La primera mención de ambas aparece en Apocalipsis 2:6. Jesús glorificado dijo al viejo apóstol Juan que escribiera al ángel (mensajero) de los llamados fuera de Éfeso.
En esta carta, Jesús alabó a los efesios por sus obras, su trabajo, su paciencia, y por el hecho de no poder soportar a los malos. Además, habían probado a los que se decían ser apóstoles pero no lo eran, y los habían hallado mentirosos.
Sin embargo, el Señor les amonestó severamente por haber dejado el primer amor. Quizá tenían todas las doctrinas correctas y estaban haciendo las buenas obras de un cristiano, pero estaban mostrando mas afecto por las cosas del evangelio que por la persona del evangelio.
Lo que fuera que estaban haciendo los efesios que les había causado abandonar el primer amor, era lo suficientemente severo para que el Señor les llamara al arrepentimiento. Si no se arrepentían, El quitaría su candelero de ellos.
Quitaría el poder, presencia y la luz de su Santo Espíritu. Después el Señor les alabó diciendo, “Pero tienes esto, que aborreces las obras de los Nicolaítas, las cuales Yo también aborrezco”.
La única otra referencia a los Nicolaítas está en Apocalipsis 2:15. Los llamados-fuera de Pérgamo estaban entre los que sostenían la doctrina (enseñanza) de los Nicolaítas. Respecto de ellos, Jesús dijo, “Tienes a los que retienen la doctrina de los Nicolaítas, la que Yo aborrezco.” El aborrecía lo que ellos enseñaban.
Por estas dos referencias, sabemos que el Señor odiaba sus “obras” y sus “doctrinas” (enseñanzas). Parece que solo nos queda especular sobre quienes eran, cuales eran sus obras y que enseñaban. Pero no es así. La evidencia de lo que hacían y enseñaban se revela en la Escritura. Sabemos quienes eran por lo que hacían y enseñaban. A través de esto, sabemos quienes son en las iglesias hoy.
EL NOMBRE DE LOS NICOLAÍTAS
La primera pista en cuanto a quienes eran podemos encontrarla en como se llamaban—Nicolaítas. La palabra Nicolaíta procede de dos palabras griegas: nike y laios. Nike significa “conquistar”, “someter”, “vencer”, y laos se refiere a un cuerpo de personas, personas comunes.
Nikos es el equivalente a nike y ha sido traducido como “victoria”. Cuando ambos se combinan, estos dos términos se traducen como “conquistador” (o el que somete) de la gente común. Estos conquistadores de personas estaban entre la asamblea de los llamados-fuera en Éfeso y Pérgamo. Obviamente tenían una influencia grande entre los santos.
(Algunos expertos dicen que eran seguidores de Nicolás, uno de los diáconos en Hechos 6:5. Especulan que Nicolás cayó en error y apartó a algunos creyentes de la fe. Esto es imposible de documentar.)
Su nombre representa quienes fueron los Nicolaítas y lo que enseñaban. Eran los que se colocaban a si mismos por encima de la gente “común”, como teniendo alguna autoridad sobre ellos y enseñándoles que ésta era la forma en que se suponía que tenían que ser la cosas. Creo que este fue el comienzo del sistema del clero que se hizo vigente en el sistema de la iglesia histórico-institucional.
El clero se refiere a personas que son ordenadas para el servicio religioso tales como ministros, sacerdotes y rabinos. La palabra clerical se usa a veces en relación hacia la persona del clérigo.
El Clericalismo es la “influencia política o el poder del clero, o una política o principios que favorecen esto: generalmente un término despectivo” {16}. El sistema del clero en las iglesias aboga por la elevación de los ministros “profesionales” por encima de los creyentes comunes.
ASOCIADOS CON BALAAM
La segunda pista en cuanto quienes fueron los Nicolaítas la encontramos en la asociación de su nombre con Balaam. En Apocalipsis 2:15, la traducción inglesa King James dice: “Y así tenéis también a los que retienen la doctrina de los Nicolaítas.”
La Palabra “también” procede de la palabra griega kai, que puede ser traducida por “y”, “también”, o “Incluso”, dependiendo del contexto en el que sea usado. El texto griego tiene en adición a kai, la palabra omoios, que significa, “de igual manera”.
Algunas de las traducciones no usaron omoios y perdieron un aspecto importante de interpretación. La New American Standard lo mantuvo y lo tradujo así: “De la misma manera”. “Así, también tenéis entre vosotros de la misma manera a los que retienen las enseñanzas de los Nicolaítas”.
Preguntamos, “de la misma manera”, ¿De la misma manera que quién? La respuesta a esa pregunta la encontramos en los versículos anteriores. En Apocalipsis 2:14-15, el Señor dijo “Pero tengo unas pocas cosas contra ti; que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación.
Y también tienes ahí a los que retienen la doctrina de los Nicolaítas, la que yo aborrezco.” Por tanto, sugiero que esta referencia a Balaam es el antecedente de la frase “De la misma manera”. “La doctrina de Balaam” (v.14) y “la doctrina de los Nicolaítas” (v.15) se refieren a la misma cosa o cosas.
Por tanto, si “la doctrina de Balaam” es a lo que se refiere la frase “de la misma manera”, entonces es necesario investigar más sobre Balaam para poder saber más sobre los Nicolaítas.
DÍ, HAZ Y SÉ
Sin embargo, primero que nada, consideremos las tres virtudes de los verdaderos ministros de Dios: dirán lo que Dios diga, harán lo que Dios hagan, y serán lo que Dios quiere que sean. No pueden hacer ninguna otra cosa. Son diferentes de Balaam en el Antiguo Testamento, tal y como menciona Números 22-24. Balaam no podía ser lo que no era.
Balac era Rey de los Moabitas en el tiempo en que los Israelitas tenían levantadas sus tiendas en la tierra de Moab. Balac tenía temor de lo que los Israelitas pudieran hacer a su pueblo porque había visto que habían golpeado a los Amoritas, y que habían tomado sus ciudades. Así, envió mensajeros para contratar a Balaam con el fin de que viniera y pronunciara una maldición contra estos Israelitas que habían salido de Egipto. Balaam no era un profeta Israelita.
Balaam fue engañado por el precio que le ofrecieron, pero advirtió a Balac que estaba sujeto a decir las palabras que Dios pusiera en su boca. Balaam hizo eso exactamente. Pronunció cuatro profecías favoreciendo a Israel y una en oposición a Balac. ¿Por qué entonces, fue Balaam mencionado con tanto desprecio tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento?
Recuerda, se necesitan tres virtudes para ser un verdadero ministro de Dios: decir lo que Dios dice que digamos, hacer lo que Dios dice que hagamos y ser lo que Dios quiere que seamos. Balaam se quedó terriblemente corto en cuanto a la tercera virtud de ser. Por medio de esto, podemos saber.
EL ASUNTO EN PEOR
Más adelante, en Números 31, leemos cuando Dios dijo a Moisés que se vengara de los Madianitas por los Hijos de Israel. Había enviado a sus capitanes y guerreros de cada tribu y los sacerdotes con los vasos santos y las trompetas de alarma. Mataron a cada varón de Madián y a sus reyes. Quemaron las ciudades y tomaron del botín, pero capturaron a las mujeres y las trajeron con ellos.
Moisés y los demás salieron a recibir al ejército que regresaba, y vieron lo que habían hecho. Moisés se enfadó con los oficiales y les preguntó porque habían salvado a las mujeres. Parecía que era una cosa muy noble de hacer, ¿verdad?
Moisés explicó su ira en el versículo 16: “He aquí, por consejo de Balaam ellas fueron causa de que los hijos de Israel prevaricasen contra Jehová en lo tocante a Baal-Peor, por lo que hubo mortandad en la congregación de Jehová.”
¿Qué es lo que pasó en Peor y qué tuvo Balaam que ver con ello? ¡Aparentemente todo! Vemos en Números 25 que Israel fornicó con las hijas de Moab: ”Invitaron al pueblo a los sacrificios de sus dioses: y el pueblo comió y se inclinó ante sus dioses.
E Israel se unió a Baal-peor y la ira de Jehová se encendió contra Israel”. Números 25:2-3. Recuerda, Dios dejó muy claro que los israelitas no debían mezclarse con el pueblo de la tierra. Deuteronomio 7:1-6.
No se hace ninguna referencia a Balaam en Números 25, pero Números 31:6 nos informa que este “pecado” en Peor fue causado por el consejo de Balaam. En Números 22-24 leemos como Balac ofreció dinero y prestigio a Balaam para que pronunciara una maldición contra los israelitas. Balaam no iba a perder una oportunidad como esa para obtener fortuna y preeminencia.
Balaam debía conocer la prohibición que Dios había establecido, tal y como aparece en Deuteronomio 7 y la usó para derrotar a los israelitas. “Enseñó a Balac a poner piedra de tropieza a los hijos de Israel, a comer cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación:”
Apocalipsis 2:13. Con otras palabras, Balaam aconsejó a Balac a engañar a los hijos e hijas de Israel a mezclarse con los hijos e hijas de Moab. De esta forma, Balaam no tenía que pronunciar la maldición, sino que se aseguró de que Israel cayera por sí misma bajo maldición. Eso es exactamente lo que hizo Israel. Cometieron fornicación y trajeron la maldición de una plaga sobre ellos mismos que mató a veinticuatro mil de los suyos. Números 25:9.
Balaam cobró su dinero de sangre y se preparó para vivir lujosamente entre los reyes de Madián. Sin embargo, su vida no duró mucho después de ese episodio. Números 31:8 nos dice que murió a espada cuando Israel se vengó de los Madianitas. Era un falso profeta. Estaba sujeto a decir lo que Dios quería que dijera. Incluso fue obligado por su asno a hacer lo que Dios quería, pero no estaba en él ser quien Dios quería que fuera.
Era avaricioso y buscó para si mismo poder, posición, riquezas y dominio. Se puso a sí mismo por encima de los asuntos de Dios y de su pueblo. Nosotros somos muy parecidos a Balaam cuando pedimos a Dios que bendiga nuestra carne en lugar de negarla para obedecer a Dios.
Ni lo dudes. He participado de reuniones de ministerio eclesiástico, donde el pastor presenta a la comisión su proyecto de actividades para el año. La comisión lo lee, lo analiza, lo evalúa, lo corrige si es necesario y luego lo aprueba.
La aprobación es la señal de largada para poner en marcha el plan. Eso sí; antes de iniciarlo, se ora para que Dios bendiga lo que esos hombres ya decidieron. ¿En que Biblia estudiaron eso? ¿Nunca nadie se atreverá a decirles que cualquier plan de trabajo eclesiástico tiene, necesariamente, que comenzar con esa oración y no terminar en ella?
EL NOMBRE Y LA REPUTACIÓN DE BALAAM
Otra conexión entre Balaam y los Nicolaítas está grabada en su nombre. El nombre de Balaam es la combinación de dos palabras del hebreo, beli, y haam. Beli significa “conquistador” y haam significa “el pueblo”.
Si las unes, obtenemos “conquistador de pueblos”. Por tanto, el nombre de Balaam se traduce igual que “Nicolaíta”. ¿No es esta una evidencia suficientemente fuerte de que la referencia a Balaam es el antecedente de la frase “de la misma manera”?
Balaam también aparece mencionado en 2ª Pedro 2:15 en el contexto de los falsos maestros. Los falsos maestros eran los que “han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam, hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad.”
También es mencionado con desprecio en Judas versículo 11:” ¡Ay de ellos!”, escribe Judas, “porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam.” Estos tres testigos del Nuevo Testamento testifican contra Balaam de forma muy severa, sin exagerar nada. Cada uno de ellos habla de avaricia. Los Nicolaítas hacen que el pueblo de Dios cometa fornicación espiritual al unirlos a sus idolátricos sistemas de iglesia.
AUTO-ENGRANDECIMIENTO
Habiendo mirado a la persona de Balaam y quien era este hombre, regresamos a la pregunta original: ¿Entonces, quiénes fueron los Nicolaítas? Fueron líderes dentro la comunidad cristiana, que eran falsos profetas “de la misma manera” como lo fue “Balaam”
Eran ministros en medio de la asamblea de los-llamados-fuera, que eran motivados por la avaricia y el auto-engrandecimiento-la necesidad de crecer en poder, posición, riquezas y dominio. Se las arreglaron para exaltarse a sí mismos en posiciones de liderazgo por encima de los “comunes” llamados-fuera.
El Nuevo Testamento menciona a Diótrefes, que poseía el espíritu Nicolaíta. El fin del primer siglo después de Cristo se acercaba, y el anciano apóstol Juan escribió su tercera epístola. Escribió al amado Gallo y mencionó su dolor por causa de alguien llamado Diótrefes.
Por la carta, parece que Diótrefes se había colocado en un lugar poco común de autoridad en medio de la asamblea de los llamados-fuera. Amaba tener preeminencia entre ellos. 3ª Juan 1:9. No solo rehusó dar la bienvenida al apóstol Juan y a los otros hermanos, sino que quitó de la asamblea a los que se atrevieron a darles la bienvenida. 3ª Juan 1:10-11.
El deseo de preeminencia es característico del espíritu Nicolaíta. Los Nicolaítas son aquellos que buscan levantarse por encima del así llamado laicado. Digo “así llamado” porque no se hacen distinciones tales en el Nuevo Testamento entre el clero profesional y el laicado. Tales distinciones son un insulto a la doctrina del sacerdocio de todos los creyentes.
El ejercicio clerical de tal autoridad sobre los llamados-fuera surgió por toda la cristiandad poco después del fin del primer siglo. Esta referencia a Diótrefes en 3ª de Juan es una clara evidencia de que ya había enraizado. Los Nicolaítas son como cabras, les gustan los lugares altos.
EL NICOLAÍTA EN MÍ
Yo crecí en el cristianismo institucional. El espíritu Nicolaíta (clero) se programó en mí desde mi niñez, por parte de todos aquellos que ya lo tenían programado en sí. Es generacional. Era lo único que yo había visto o conocido. No había forma de saber que el ministerio pudiera ser algo diferente de lo que mi experiencia y educación me había enseñado. Así, continué el curso normal del ministerio que se esperaba de mí.
Yo respondí al llamado al ministerio cuando tenía unos doce años de edad, inscribiéndome en la escuela denominacional, donde sería entrenado para el ministerio, inmediatamente después de dejar el instituto. Años después acabé un Master en Divinidad en este seminario.
Había tomado el curso normal de las clases de Biblia y religión que entrenaban para perpetuar el sistema en el que me encontraba. Había sido entrenado por el sistema del clero para ser uno de ellos. Fui contratado por los ancianos de la iglesia local para ser su pastor. Era el administrador general y para todo lo práctico, era el profesional contratado para llevar el trabajo de la iglesia.
Después de doce años detrás del púlpito, me aparté de Dios y dejé el ministerio. Después de mi conversión, años más tarde, Dios me inmovilizó en lo que yo llamo mi experiencia del desierto. Duró muchos años. Dios me puso en la escuela de su Espíritu Santo. Era un tiempo de aprendizaje de la palabra de Dios para mí mismo, de recibir revelaciones, y de ser purgado de muchas manchas y arrugas.
Un día concreto en mi viaje por el desierto, estaba orando con el Señor cuando vi en mi mente una imagen de miniatura de un hombre que se encontraba en lo alto de un acantilado con los brazos cruzados, el pecho erguido, la cabeza hacia atrás, lleno de arrogancia y orgullo. Después de mirar otra vez, dije, “¡Señor, se parece a mí!”
Sabía que estaba viendo un “espíritu” de preeminencia. Sabía que ahí estaba el espíritu Nicolaíta que se había implantado en mí desde mi temprana niñez. Este es ese espíritu de auto-engrandecimiento del clero. En cuanto lo vi, renuncié a ello y pedí al Señor que lo quitara de mí. Esto ha tardado varios años en suceder.
Pero ¡Gloria a Dios que ha sucedido! Tanto el hermano autor de este trabajo, como tú mismo, o tú misma, yo y quien quiera que lo desee, hemos visto a innumerables “siervos” de estas características. Y créeme que la gran mayoría, sigue exactamente igual.
EL LEVANTAMIENTO DE LOS OBISPOS
El espíritu Nicolaíta es engañoso y mortífero. Esta profundamente atrincherado en la mayoría de los hombres y mujeres que han sido entrenados y nutridos para ministrar en el sistema de la iglesia. Las personalidades Nicolaítas han gobernado en las iglesias desde el primer siglo DC..
A pesar de estas excepciones como Diótrefes, la simplicidad parecía caracterizar la vida de los así los-llamados-fuera que conocemos en el Nuevo Testamento, hasta después de la muerte de Juan. Poco se sabe sobre las actividades de los-llamados-fuera durante los pocos años entre la muerte de Juan y el cambio de siglo.
Cuando las páginas de la historia de la iglesia comenzaron a pasar en el comienzo del siglo segundo, algo interesante había ocurrido. Algunos llevaban el título de obispo, como Policarpo de Esmirna, Clemente de Roma, Ignacio de Antioquia, Polybo de Troya, y Onésimo de Éfeso.
Estos fueron hombres piadosos, defensores de la fe, algunos de los cuales se convirtieron en mártires por Jesús, pero fueron de cualquier modo, atrapados bajo el poder y posición del obispado.
Justo González apunta en su Historia del Cristianismo, que Jacobo, el hermano de Jesús, recibió erróneamente el título de obispo de Jerusalén por parte de los líderes de la iglesia, años mas tarde. {17}
González explica que “el énfasis en la autoridad de los obispos y en la sucesión apostólica, fue parte de la respuesta de la iglesia ante el desafío de herejías a finales del Siglo II y principios del Siglo III. Al convertirse la iglesia en principalmente gentil, el peligro de estas herejías era mayor, y en consecuencia, llevó a un énfasis mayor en la autoridad episcopal (obispado)”. {18}
A finales del S.III y comienzos del S.IV, con el movimiento monástico, los obispos vivían en grandes ciudades y disfrutaban de gran poder y prestigio. Además, el obispado se había convertido en un oficio que cumplir más que en un llamamiento de Dios a un hombre.
Cuentan la historia de un hombre llamado Martín, nacido en el 335 DC, que vivió la vida monástica y fue elegido para el oficio de obispo de Tours por demanda popular. González escribió: “Cuando el obispado de Tours quedó vacante, el populacho quería elegir a Martín para esa posición.
La historia cuenta que algunos de los obispos presentes en la elección se opusieron de tal forma a esa idea, argumentando que Martín era insólitamente sucio, vestido con trapos, y desaliñado, y que su elección dañaría el prestigio del oficio del obispo”. {19}
Esta historia nos cuenta que el obispado de Tours se había convertido en una posición u oficio para el que los hombres podían ser elegidos. Lo que una vez fue el llamado de Dios sobre hombres en particular, se había convertido en una institución de hombres.
Muchas iglesias de la tradición Presbiteriana han escogido a hombres, mujeres y jóvenes como ancianos para cumplir ciertas posiciones durante períodos listados. ¿Dónde está esto en la Biblia?
De acuerdo con los antecedentes del Nuevo Testamento, los ancianos eran nombrados en cada ciudad y existían en pluralidad. Nadie recibía esa responsabilidad solo. Los ancianos no eran llamados obispos ni pastores.
Eran ancianos que pastoreaban el rebaño de Dios en medio del cual el Espíritu Santo los había hecho supervisores (que es la palabra griega episcopous, también traducida “obispo”).Hechos 20:20. Los términos anciano, pastor y supervisor se refieren a la misma persona.
El anciano tiene que ver con quienes eran. El pastor tiene que ver con lo que hacían. El supervisor tiene que ver con como hacían lo que hacían. Un anciano es alguien que es llamado por Dios a desarrollar una función en el cuerpo de Cristo y jamás pretendió ser una posición, oficio, título o institución en el Reino de Dios.
Este “oficio” antibíblico del obispo fue el semillero en el que el sistema jerárquico del clero se enraizó y floreció con el ascenso eventual de la iglesia católico-romana. El poder del oficio del obispo era tal que el simonismo se convirtió en un asunto de iglesia. El simonismo es la compra y la venta de posiciones eclesiásticas (de iglesia).
Asimismo, se sabe que los nobles, los reyes y los emperadores nombraban e investían a obispos y abades para tener el control político de la iglesia.
La veneración que reciben los papas, cardenales, obispos y sacerdotes tiene que ser repugnante para el Espíritu Santo; especialmente que el Papa, un hombre, sea llamado Santo Padre. La palabra cardenal, cuando se usa como adjetivo, significa de “extrema importancia, primordial”. {20}
Jesús exhortó a Sus seguidores respecto de esta necesidad de veneración: “Pero vosotros no queráis que nadie os llame Rabí; porque uno es vuestro maestro, el Cristo, Y todos vosotros hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros, porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. El que es el mayor de vosotros sea vuestro siervo. Porque el se enaltece será humillado, y el que se humilla, será enaltecido.” Mat. 23:8-12.
A pesar de la Reforma y de otros despertares espirituales, la influencia del sistema del clero abunda en cada denominación e iglesia independiente. Cualquiera que desafíe la posición exaltada de alguien como “Pastor” (o cualquiera que sea el título que tengan), estará usando palabras de guerra al máximo.
Sin embargo, declaro con valentía que los Nicolaítas hoy son los que promocionan el sistema del clero, que separa a los así llamados ministros “profesionales”, del así llamado laicado. Son los que buscan crecimiento en poder, posición, riquezas, y dominio y generalmente a expensas de los santos. Este “sistema del clero” es la obra del espíritu de ramera en las iglesias.
Uno de los “trabajos” más productivos dentro de las iglesias, ha sido el de enseñar y adoctrinar a la gente respecto a la obediencia ciega a sus líderes, como quiera que estos sean. Se proclama justicia para cualquier acto delictivo de cualquier ciudadano, pero sólo esperar en Dios cuando el delincuente es una jerarquía religiosa. ¡Hipócritas!
COME A LAS OVEJAS
Los Nicolaítas son esos pastores de Ezequiel 34 en contra de los cuales Dios profetizó porque se alimentaban cuando debían haber alimentado al rebaño. Comían la grasa y se vestían con la lana, mataban a las que estaban bien alimentadas, no fortalecían a la enferma, ni sanaban a las que estaban enfermas, no vendaban a la perniquebrada, ni traían a las que se habían apartado, ni buscaban a las perdidas, gobernaban sobre las que tenían, con fuerza y con crueldad. Sus rebaños estaban dispersados y se habían convertido en presa para todas las bestias del campo.
El Señor estaba en contra de esos pastores. El dijo que reclamaría Su rebaño de sus manos y que les haría dejar de alimentar al rebaño. No podrían seguir alimentándose del rebaño porque El prometía librar a sus ovejas de sus bocas. Sus ovejas no serían nunca más carne para ellos. Ezequiel 34:2-5,10.
Sobre esto tengo escrito un capítulo entero en mi libro “La Vida Fuera de los Templos”. Allí digo y sostengo con certeza que, conforme a un sentir en el Espíritu, el tiempo que hoy estamos viviendo, es el del cumplimiento de Ezequiel 34.
Dennis Lowen afirma, “Balaam hizo un gran daño aconsejando a Balac que engañara a los Israelitas a través de la fornicación, para que finalmente sirvieran a dioses ajenos. Los Nicolaítas modernos exigen el mismo efecto final que cuando casaban al Pueblo de Dios a un dios ajeno—a otro Jesús.” Los Nicolaítas se aprovechan de las ovejas por ganancia. Comen a las ovejas para engordarse ellos mismos.
Sin embargo, vienen días cuando Dios mismo quitará a estas ovejas de los falsos pastores. Buscará a Sus ovejas, y las buscará Él mismo. Alimentará, cuidará, dirigirá y las sanará Él mismo. Ezequiel 34:11-16. Los Nicolaítas de hoy tienen las mismas marcas de los fariseos que vivían en los días de Jesús.
Notas
{16} Webster’s New World Dictionary, 2nd College e.d., s.v. “Clericalismo”
Regreso Al Texto
{17} Justo L. González, The Story of Christianity: Volume 1, The Early Church to the Dawn of the Reformation (San Francisco: Harper and Row, 1984) 21.
Regreso Al Texto
{18} González, 97
Regreso Al Texto
{19} González, 149
Regreso Al Texto
{20} American Heritage Dicitionary, S.V. “cardinal”
Capítulo 10
Las Marcas de los fariseos
Aquellos ministros que son golpeados con la necesidad de preeminencia, poder, riquezas y dominio, han abrazado las enseñanzas falsas de los Nicolaítas y probablemente perpetúen tanto las enseñanzas como los hechos de los Nicolaítas. Tienen las mismas marcas que caracterizaron a los fariseos de los días de Jesús.
En Mateo 23:33, Jesús llamó a los fariseos “serpientes” y “generación de víboras”. La palabra griega para “generación” también se traduce como “descendencia”. Aquí, Jesús está llamando a los fariseos serpientes y descendientes de serpientes.
Él continúa en el versículo 33, “¿Cómo escapareis de la condenación del infierno?” La Biblia identifica a Satanás como una serpiente. Génesis 3:1-5; Apocalipsis 12:9; 20:2. La asociación entre Satanás y los fariseos es indiscutible.
¿Por qué razón llamó Jesús a los fariseos, serpientes? ¿Qué objeción tenía en contra de ellos? Después de todo, eran gente devotamente piadosa y celosa en el cumplimiento de la ley. La mordaz letanía de desgracias pronunciada por Jesús en Mateo 23 define algo de lo que eran las marcas detestables de los fariseos.
Aunque las diferencias entre algunas de estas marcas de los fariseos son pequeñas, son distinciones importantes qué hacer—no tanto para juzgar a los demás, sino para juzgar al fariseo que hay en todos nosotros.
Tal cual. Y quiero añadir que es a esa gente a la cual Jesús, si se hubiera comportado como hoy se nos obliga a comportarnos a los cristianos dentro de una congregación, tendría que haberse sujetado, ya que eran las autoridades de la única iglesia establecida y reconocida de su tiempo.
USO ABUSIVO DE LA AUTORIDAD
Jesús detestaba la forma en que los fariseos mal usaban y abusaban de la autoridad. Jesús dijo a la multitud y a Sus discípulos, “En la cátedra de Moisés se sientas los escribas y los fariseos.” Mateo 23:1-2.
Los fariseos asumían la posición de autoridad sobre las vidas de las personas. Se consideraban a sí mismos expertos en la ley. Por tanto, presumían de poder decir a todo el mundo como tenían que vivir.
La actitud Nicolaíta de hoy se aprecia en ese aire de importancia del que quiere sentarse en la cabecera de la mesa, ser elegido en posiciones de autoridad, o ser contratado para algún oficio de prestigio. Los Nicolaítas son típicamente políticos en posiciones muy altas de preeminencia y autoridad dentro de los sistemas de iglesia.
Se adulan a sí mismos y también buscan la adulación de los demás. Aún más, se saltan los martillos autoritarios de los presidentes y subastadores para designar a alguien entre ellos como su cabeza. Solo Jesús es la cabeza de Su cuerpo, la ekklesía. 1ª Corintios 11:3; Efesios 1:22, 5:23; Colosenses 1:18.
HIPOCRESÍA
Jesús detestaba la hipocresía de los Fariseos. “ Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo. Más no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen” Mateo 23:3.
La hipocresía es pretender algo por fuera que no existe por dentro. Es la pretensión de virtudes, principios o creencias que no son genuinos. Jesús dijo que los fariseos eran como sepulcros blanqueados, que parecen hermosos por fuera, pero que dentro están llenos de huesos de cadáveres y de inmundicia. Mat. 23:27.
Él les llamó hipócritas. “Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.” Mat. 23:28. De nuevo les acusó diciendo; “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!” Mat. 23:14. Lo que decían respecto de guardar la ley de Moisés era correcto, pero su fracaso en hacer lo que esperaban que otros hicieran, no era correcto.
Así sucede en “EL Ministerio” hoy. Los que están tras los púlpitos pueden clamar para que todo el mundo a su alrededor sea puro sexualmente, mientras que pretendiendo serlo ellos mismos, no lo son.
Pueden predicar en contra del tabaco, la bebida, la blasfemia y el baile, pretendiendo ellos mismos ser santos, aunque no lo son. Pueden llamar a qué otros confiesen sus pecados, pero ellos esconderán los suyos propios por temor de lo que los demás puedan pensar.
Pueden condenar a los políticos por hacer el mal, aunque ellos continúen haciendo lo que es más abominable para Dios—practicar sus manipulaciones (brujería) sobre “su” pueblo.
El clima completo de la iglesia está cubierto de hipocresía. La iglesia debería ser el lugar al que podemos ir y sentirnos lo suficientemente seguros de ser nosotros mismos, pero no lo es. Nos ponemos nuestras máscaras y nos escondemos detrás de nuestras sonrisas de domingo por la mañana, el tiempo suficiente para cumplir nuestras obligaciones con Dios, sentirnos bien de hacerlo, e ir a la cafetería antes de que los metodistas dejen salir. La iglesia del domingo por la mañana tiene muy poco que ver con como vivimos el resto de la semana.
Algunas veces me han sugerido que evalúe si no he escrito o dicho ciertas cosas con indisimulado enojo, o resentimiento, o rencor, o amargura, u odio. No entienden, no pueden entender el significado de la palabra “celo”. Esa que se usó para decir que consumía a Jesús por su casa. En este texto está visible el mismo sentir. No es casual.
EL LEGALISMO
Jesús detestaba el legalismo mezquino de los Fariseos. “Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombres de los hombres; pero ellos, ni con un dedo quieren moverlas.” Mateo 23:4. Jesús detestaba su dureza sobre el pueblo y como imponían sus leyes sobre el resto.
Los legalistas en las iglesias siguen atando a las personas a sistemas y órdenes de iglesia, edificios de iglesia, servicios y rituales de iglesia, ofrendas de iglesia, y obras de iglesia—cosas que no tienen nada que ver con Jesús o el Reino de Dios. La gente se siente culpable y poco espiritual si no van a la iglesia.
Guardar el sábado era en sí una cuestión tal entre Jesús y los fariseos. Algunos legalistas siguen insistiendo en el tema de guardar el sábado de acuerdo con la forma en que ellos piensan que tiene que ser guardado.
Quieren hacer del domingo (algunas veces llamado erróneamente “sabbath”), el día de reposo, aunque para ellos diste mucho de ser un día de reposo—más bien un día muy importante de obras de iglesia.
No guardamos el Sabbath yendo a la iglesia el domingo o echando la siesta todo el domingo. Guardamos la ley de Dios entrando en Jesús por la fe. Jesús es nuestro reposo del Sabbath. Hebreos 4.
Él es nuestra justicia. Jesús no está buscando a un pueblo que guarde el Sabbath. Está buscando un pueblo que se mantenga santo (separado). Guardar el Sabbath no es la forma de mantenernos santos.
La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.
Somos tan falsos como los fariseos si pensamos que nuestra justicia pudiera de algún modo depender de lo que hacemos externamente—las ropas que llevamos, nuestra forma de peinarnos, la comida que comemos o dejamos de comer, la forma en que adoramos, o vamos a la iglesia. Vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser en Jesús cada momento de cada día (ver el capítulo sobre el Legalismo).
Aunque a los lectores les pueda parecer inconcebible, debo asegurarles que, en pleno siglo veintiuno, todavía recibo una considerable cantidad de correos de hermanas que desean saber la verdad respecto a la permisividad o no de usar pantalones.
No es mi intención polemizar con nadie sobre supuestas doctrinas o interpretaciones determinadas de ellas. Pero me gustaría mucho ser mosquito para comprobar cual es el grado de santidad de aquellos que se plantan en la entrada de un templo a mandar de regreso a casa a todas las mujeres que llegan con pantalones en lugar de faldas.
BUSCADORES DE RECONOCIMIENTO
Jesús detestaba el deseo de los fariseos de reconocimiento y como perseguían la admiración por ellos mismo. “Antes, hacen todas sus obras para ser vistos de los hombres. Pues ensanchan sus filacterías, y extienden los flecos de sus mantos”. Mateo 23:5. (Las filacterías eran pequeñas cajas de cuero que los fariseos sujetaban de sus frentes, conteniendo citas de los primeros cinco libros de la Biblia).
Los Nicolaítas en muchas tradiciones de iglesia hoy están seducidos por sus propias ansias de auto-importancia, llevando collares clericales, vestimentas, ropajes con tiras académicas en las mangas, y otras cosas semejantes para diferenciarse del “laicado”.
Al cardenal en la iglesia católico-romana, se le dirige como “Su Eminencia” (de él), o “Su Eminencia” (de Ud.). Tal veneración de hombres es un insulto a Dios. Jesús llamó a Sus discípulos hacia Sí, y les dijo como diría hoy, “Si alguno desea ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.” Marcos 9:35.
Escucha: ¿Cuál es la diferencia entre estos “Su Eminencia” del catolicismo romano y el título de “pastor” que una gran parte no sólo acepta sino que además financia se les diga? Pastor es una función, jamás un título. No existe tal cosa como un pastor sin ovejas para apacentar.
PREEMINENCIA
Jesús detestaba el deseo exagerado de estar por encima de los demás de los fariseos. “Y aman los primeros asientos en las cenas (círculos internos), y las primeras sillas en las sinagogas” (sentados en la plataforma). Mateo 23:6.
Nunca me olvidaré cuando, en mi época de mayor relieve en mi trabajo radial, concurrí a una congregación muy grande a escuchar a un predicador que me interesaba y estaba de visita. El ujier que vino a mi encuentro, lamentablemente me reconoció. Y allá fuimos, rojos de vergüenza santa con mi esposa a sentarnos en la primera fila. Recuerdo que cuando quise declinar esa ubicación, el ujier casi se enfadó conmigo. ¿Cómo que no, hermano? ¡Esos lugares están reservados para los siervos importantes del Señor!”
Me quedé con las ganas de preguntarle a ese rústico hombre si en el pueblo de Dios había siervos que no eran importantes. O si se medía su importancia a través de la repercusión pública que tenían. Allí acuñé la frase célebre: No existen los “grandes” siervos de Dios. Si son grandes, no son siervos. Y si son siervos, son pequeños, pequeños, muy pequeños…
La preeminencia es ese deseo de auto-importancia en los Nicolaítas del día de hoy que les hace querer ser los jefes en el sistema. Quieren estar sentados en la plataforma sobre sillas de obispos, haciendo diferencias entre ellos y la gente. Los pastores dan a otros pastores posiciones de preeminencia porque la aman para ellos mismos.
Tal cual. En una población cercana a Rosario, una noche, vino a predicar a una iglesia la salvadoreña Dina Santamaría. No tuvo mejor idea, cuando la presentaron, que empezar a profetizarles palabra dura y fuerte a todos los pastores que estaban sentados en sillas especiales arriba de la plataforma.
Desde abajo se podía oler el aroma a vergüenza multitudinaria. ¿Sabes que? En su posterior visita, Dina se encontró con una llamativa novedad. La plataforma estaba vacía y los pastores entremezclados con sus ovejas. ¿Humildad? No, prevención.
Es ese aire de auto-importancia lo que les hace relamerse en sus planes, programas, métodos, organizaciones, proyectos de construcción, heredades, tradiciones, estadísticas y doctrinas para que puedan ser honrados y reconocidos. Es ese aire de engreimiento en ellos mismos, para dibujar tablas organizativas, con ellos en la parte superior de la pirámide.
Es ese aire de auto-importancia dentro de ellos que quiere la iglesia más grande y los mejores sueldos. No escatiman políticas para conseguirlos. Es ese aire de auto-importancia dentro de ellos que les lleva a “sermonizar” y ser muy elocuentes desde sus púlpitos para poder ser altamente estimados por los hombres.
Es ese aire de auto-importancia dentro de ellos que les lleva a querer adquirir conocimiento, escribir libros de su propio intelecto, y conseguir grandes cosas para poder ser aclamados por los hombres.
Se aferran a su profesionalismo educado sobre las cabezas del “laicado”, haciéndose pasar por una de esas autoridades indiscutibles en asuntos bíblicos y eclesiásticos. Esta es la tiranía del clero.
Y la gente le sigue preguntando a pastores, líderes y ministros varios, (Me incluyo), sobre puntos bíblicos que ellos deberían conocer igual o mejor que sus referentes. Porque todos usamos la misma Biblia. Es simple responsabilidad de cada uno recibir o no revelación del Espíritu Santo.
Porque la revelación no llega por esfuerzos humanos, métodos o posiciones jerárquicas. La revelación sólo llega a la vida de una persona si esa persona es obediente al propósito y la voluntad de Dios. ¿Simple? Lo parece, pero créeme que no lo es tanto ejecutarlo.
Es ese aire de auto-importancia dentro de ellos que les lleva a centrarse en los aspectos externos, en lugar de los internos. Están preocupados con la construcción de un reino para el yo, en lugar de construir el Reino de Dios. Edifican sistemas de iglesias más que a la gente. Y lo peor, aún, se confunden el uno por el otro.
Es ese aire de engreimiento dentro de ellos que les empuja a preparar sus maletas y correr cuando los lobos de la disensión mordisquean los talones del rebaño. Son asalariados. Es ese aire de engreimiento en ellos que les hace olvidar lo que son, es decir, ovejas, bajo la vara del Buen Pastor. Ese orgullo y altivez les hace pensar más altamente de ellos mismos de lo que deberían.
He conocido gente expulsada de una congregación por oponerse a la enseñanza pastoral que aseguraba que LA señal del Espíritu Santo en la vida de una persona, es orar en lenguas. Han sido sancionados porque se enfrentaron con una enseñanza del pastor, no por error doctrinal.
Porque la Biblia es muy clara al respecto. Y nos dice adonde quieras leerlo, que el orar en lenguas es algo legítimo y real, pero es UNA de las señales de la presencia del Espíritu santo en una vida, no la única. Echaron a alguien por estar en contra de lo dicho por el pastor sin detenerse a revisar si lo que esa persona decía no estaba más ajustado a la Palabra que lo del líder.
BÚSQUEDA DE POSICIÓN
Jesús detestaba su deseo de posición. Amaban las “salutaciones en las plazas y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí.”. Jesús continuó exhortándoles diciendo, “Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque Uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo”. Mateo 23:7-10.
La actitud Nicolaíta del día presente se ve en ese aire de engreimiento dentro de los que los quieren ser llamados Papa, Su Eminencia, Cardenal, Obispo, Padre, Reverendo, Señor Reverendo, Pastor y Ministro, con “M” mayúscula.
La competición por el reconocimiento es tan fiera hoy que muchas personas del clero quieren ser llamadas doctores. Algunos han obtenido doctorados o titulaciones honoríficas, pero otros han comprado títulos falsos.
Se ponen estos títulos unos a otros dentro del sistema. Hacen política respecto de posiciones de autoridad y anhelan ser contratados por la congregación más grande dentro de su alcance.
Las personas inseguras en el ministerio obtienen sus golpes estando en el ministerio. Ahí pueden ganar poder, posición, reconocimiento, seguridad, ingresos financieros y un sentido de significado. Los creyentes maduros encuentran que solo Jesús es su todo en todos.
En el Reino de Dios no existe ese posicionamiento “hacia arriba” o “hacia abajo”. Jesús dejó muy claro que los verdaderos líderes son los siervos. Los verdaderos líderes no se exaltan a sí mismos.
REBELIÓN Y TERQUEDAD
Jesús detestaba la rebelión y terquedad de los fariseos. “Más ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Porque cerráis el Reino de los Cielos delante de los hombres, pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando.” Mateo 23:13.
Muchos de los fariseos tuvieron que haber sabido por su conocimiento concienzudo de las Escrituras que Jesús era el Mesías. Existían demasiadas coincidencias entre las profecías del Antiguo Testamento y los eventos de la vida de Jesús, para que fueran ignorados. ¡Lo sabían!
Pero no querían creer (Lee Juan 9:39-41). Se habían comprometido con el sistema del mundo para poder ganar poder, posición, riquezas y dominio. Aunque muchos fariseos creyeron y se volvieron a Jesús, la mayoría no lo hicieron. Los que no creyeron endurecieron sus corazones contra la verdad. Rehusaron entrar e igualmente estorbaron a otros para que no entraran.
Muchos líderes en el sistema de iglesia deberían saber que mantienen a “su” membresía como rehén, por medio de la rigidez de sus sistemas de creencias y gubernamentales, y que además, rehúsan dejarla libre. Enseñan y predican la iglesia, obras de iglesia y membresía de iglesia, como “el camino”. Necesitan el compromiso de parte de su membresía para edificar un reino para ellos mismos.
Las personas se quedan atrapadas en esos lugares. Los que dirigen las iglesias nos invitan a quedarnos quietos en su lugar para siempre, y nos culpan de ir de sitio en sitio. Los que permanecen en esos lugares, reciben el mismo maná viejo y lleno de gusanos. El crecimiento espiritual es mínimo, si es que lo hay. Cualquier crecimiento que alguien pueda experimentar es probablemente experimentado fuera de ese lugar, y a pesar de ese lugar.
El crecimiento espiritual, es en realidad, un viaje espiritual. Es un viaje que responde al llamado de Jesús, “ven y sígueme”. “Pero Señor, déjame que vaya y primero entierre a mi padre”. A eso, Él sigue respondiendo: “Que los muertos entierren a sus muertos” Lucas 9:59-60.
Si te encuentras en un lugar muerto, levántate y sigue el Camino, Jesús. Jesús es el Camino, no un lugar. Si hemos de seguir a Jesús, no debemos quedarnos atrapados en un lugar. La iglesia, tal y como la conocemos hoy, es un control policial a Jesús.
Un gran avance en la cautividad babilónica, pese a sus innumerables defectos, fue la puesta en marcha de las llamadas emisoras de radio cristianas. Sin necesidad de pedir autorización, muchos lograron por esa vía, acceder a una palabra genuina y totalmente apartada de la hojarasca seca con la cual habían pretendido alimentarlo por años. Luego, esto también sufrió perversión, tal como leerás a continuación.
DEVORANDO A LOS DEMÁS
Jesús detestaba la forma en que los fariseos se aprovechaban de las viudas. “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque devoráis las casas de las viudas y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación.” Mateo 23:14. Los fariseos son tomadores, no dadores, aunque pretenden estar dando algo a cambio de las ofrendas y donaciones.
Esta práctica ocurre cada día en la así llamada televisión y radio “cristianas”. Los tele-evangelistas hacen grandes promesas a sus televidentes potencialmente desplumables, que envían sus contribuciones.
“Envíame una donación de $ 50 y te enviaré esta unción desde Israel”. La basura de “Jesús” que ofrecen es ridícula. Pulseras, estudios bíblicos especiales, libros, paños de sanidad. Algunos prometen orar por ti o enviarte un libro si les envías una donación ¿Qué pasa si no lo haces? ¿Estarán todavía dispuestos a orar por ti y a enviarte un libro? Estos trucos promocionales son usados para aumentar su información y su base de apoyo.
Conocí una emisora radial de habla hispana en USA que ofrecía oración por escalas. 5 dólares, oraba alguien por tu problema. 10 dólares, oraban cinco personas. 50 dólares, oraban los intercesores del ministerio. 100 dólares, oraba el pastor por micrófono y tú te enterabas lo que oraba. Vergonzoso.
Kathleen era la viuda de un hombre benevolente. Después de su muerte se sintió obligada a continuar su nivel de generosidad aunque no podía permitírselo. Conociendo su vulnerabilidad, el presidente de un seminario la persuadió a dar una contribución extraordinaria a su institución.
Era apuntarse un tanto. Ella era una creyente devota y asumía que con su contribución, estaba haciendo avanzar la causa de Cristo. Poco sabía que esta escuela estaba corrompiendo la fe de hombres y mujeres jóvenes con su currículo anticristiano y liberal. El devoró su casa.
En lugar de devorar las casas de las viudas, deberíamos establecer nuestro corazón en devorar a Jesús. Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo de Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, en Mí permanece y Yo en él.” Juan 6:53,56. Sólo Él tiene palabras de vida eterna. Juan 6:67-68
HACIENDO PROSELITISMO
Jesús detestaba como los fariseos ganaban prosélitos para el Judaísmo. “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito (convertido al Judaísmo), y una vez hecho, le hacéis dos veces mas hijo de infierno que vosotros”. Mat. 23:15.
Un prosélito es una persona que se ha convertido de su religión, fe, secta o grupo, a la del que le está ganando como prosélito. Los fariseos no hacían a nadie un favor por convertirlos al Judaísmo.
En lugar de llevar a otros a la fe y relación con Yahvé (Dios), les llevaban a sus observancias de tradiciones, días y rituales; Por tanto, daban a entender, “Este es el camino, andad por él”. Al hacer esto, colocaban a los demás bajo la servidumbre de la ley. Su motivación no era otra cosa que aumentar su propia esfera de influencia.
Como con los fariseos en los tiempos de Jesús, los Nicolaítas de hoy día llevan a sus convertidos a creer que su salvación está asegurada mediante la asociación con su forma de religión. Al hacer esto, predican a “otro Jesús” y hacen a sus convertidos dos veces mas hijos del infierno que ellos mismos.
Jesús vino a hacer libres a los hombres. Atar a los demás a nuestras prácticas religiosas es una ofensa para Él. Hemos de unir a las personas a Jesús para hacerlas libres. “Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”. Juan 8:36
Mencionar la palabra “libertad” dentro de muchas congregaciones, es como hablar de pecado, de libertinaje, de anarquía, de desgobierno y de una especie de orgía satánica. Entonces la pregunta que debes hacerte, es: ¿Qué verdad es la que debo conocer para ser libre en Cristo? Si alguien te responde esa consulta, dale gloria a Dios.
SANTURRONERÍA
Jesús detestaba la santurronería esnob de los fariseos. “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque diezmáis la menta, el eneldo y el comino y dejáis lo más importante de la ley, la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.” Mateo 23:23.
Guardaban la letra de la ley diezmando la “menta, el comino y el eneldo”, pero sin saber nada del espíritu de la ley: “juicio, misericordia y fe”. Pensaban que guardando la letra de la ley, obtendrían la justicia por las obras del Yo.
La santurronería es pensar que nuestra justicia tiene algo que ver con lo bien que lo hacemos todo. Sugiere que podemos apaciguar a Dios siendo buenos o haciendo buenas obras, mediante el cumplimiento de la ley, o cosas absurdas como cumplir nuestras obligaciones del domingo por la mañana. Los fariseos guardaban la ley para ser salvos por la ley. Pablo declaró expresamente que “la letra mata, pero el Espíritu vivifica”. 2ª Corintios 3:6. Conocían la ley, pero no el Espíritu de la ley.
Los santurrones pueden ser legalistas, arrogantes, altivos, religiosos, devotos, odiosos, estrictos, juiciosos, críticos, ásperos, siempre aconsejando, viles, peligrosos, y faltos de misericordia, compasión, amabilidad y generosidad. En contraste, el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Gálatas 5:22-23.
Nuestra justicia no es la justicia de Dios. “Nuestra”. “Suya”. ¡¿Ves la diferencia?! Su justicia puede ser nuestra sólo por la fe en Cristo, pero nuestros intentos de justicia jamás pueden ser los suyos.
Jesús es la Justicia de Dios. Sólo Él cumplió la ley y los profetas. Mateo 5:7. Fil.3:9 nos recuerda que hemos de ser hallados en Cristo, no teniendo nuestra propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe en Cristo.
Somos la justicia de Dios en Cristo. 2ª Corintios 5:21. No dice que “seremos”, “deberíamos ser” o “casi somos”, dice que “somos”. Tiene que ver con ser y no con hacer. Somos porque Jesús nos ha hecho ser quienes somos en ÉL a través de Su propia obra terminada en la cruz.
No hay nada en el hombre caído y de pecado que tenga el potencial para lograr salvarse a sí mismo o para hacerle ser lo suficientemente bueno para que Dios ponga su sello de aprobación sobre él.
HOMICIDIO
Jesús detestaba los corazones asesinos de los fariseos: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos y decís: ‘Si hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas’, así que dais testimonio contra vosotros mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas”. Mateo 23:29-31.
Por otra parte, Jesús predijo que matarían y crucificarían a algunos de los profetas, sabios y escribas que El enviaría. “Y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad; para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra.” Mateo 23:34-35.
Jesús dijo a los judíos incrédulos en Juan 8:44: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad porque no hay verdad en él”.
Si Jesús dijo que el diablo era homicida y que los judíos incrédulos eran sus hijos, la implicación era que ellos, eran también homicidas. Jesús ya había afirmado previamente que ellos buscaban matarle. Juan 8:31.
Si pudieran, los fariseos no arrepentidos en el sistema de la iglesia hoy, matarían a todos aquellos que amenazaran destronarlos de sus diminutos imperios. Es la cizaña que ha crecido entre el trigo. En Mateo 13:24-30, Jesús dijo que sería exactamente así.
Conocí un caso muy comentado en su momento. Sucedió hace varios años en una pequeña congregación. Por causa de una profunda enemistad entre dos mujeres que aspiraban a una misma posición en la iglesia, una de ellas intentó aplastarla con su automóvil. No lo consiguió, pero el intento fue más que suficiente. ¿Santidad?
Los Nicolaítas hoy matan espiritualmente a las ovejas de Dios cuando las usan para su sórdida ganancia personal. Yo fui a un seminario en mi juventud en el ministerio. Me enseñaron que los milagros no eran reales y que mucho de lo que decía el Antiguo Testamento, eran meros mitos.
Me enseñaron la religión, pero la religión no tenía vida. Era joven, fácilmente impresionable y no estaba bien fundamentado en la palabra y en el Espíritu. En lugar de ser edificado en la fe, caí en bancarrota espiritual. Finalmente me convertí en un ateo profeso hasta mi conversión radical años más tarde.
Las Escrituras nos exhortan a apartarnos de aquellos que tienen apariencia de piedad, pero niegan su poder. 2ª Timoteo 3:5.
Estos Nicolaítas del presente, que llevan las marcas de los fariseos, son los porteros de la Babilonia espiritual. Babilonia es la Gran Madre de las Rameras. Apocalipsis 17:5. Su otro nombre es Jezabel. Ella es la tirititera detrás del escenario y que mueve los hilos de los Nicolaítas en las iglesias hoy.
Capítulo 11
Jezabel
Jesús dijo a los creyentes en Tiatira, “Tengo unas pocas cosas contra ti.” Eso debería ser suficiente para prestar atención. ¿Por qué dijo eso? “Porque toleras (permites) que esa mujer, Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos”. Apocalipsis 2:20. ¿Quién era “esa mujer Jezabel” y qué hizo para que Jesús tuviera semejante contienda con ella?
UNA CONDICIÓN ESPIRITUAL
Jezabel en Tiatira puede haber sido una persona real entre los-llamados-fuera en ese lugar, y puede que hubiera estado involucrada en inmoralidad sexual. Puede haber estado atrayendo a otros hacia sus caminos.
Esto no es impensable, puesto que el adulterio sigue teniendo lugar en las iglesias hoy, como siempre ha tenido lugar. De hecho, algo mucho más comprometedor, mucho más significativo espiritualmente, y por lo que el Señor mostró un gran desprecio, estaba sucediendo allí.
El “espíritu de Jezabel” en Tiatira representaba la condición de los corazones de los-llamados-fuera de aquel lugar. El Acab de Jezabel en el Antiguo Testamento define lo que es este espíritu de Jezabel por su vida y por su reputación. Ella controlaba, manipulaba y practicaba la brujería y la prostitución.
La prostitución espiritual es la búsqueda de cualquier cosa para el Yo. Es la carne hambrienta de realzarse a sí misma. Todos tenemos corazones de ramera y somos fácilmente engañados.
Cuando esta prostitución idolátrica es llevada dentro de nuestra vida de asamblea como el cuerpo de Cristo, entonces tenemos operando al espíritu de Jezabel. Nuestra idolatría y nuestra prostitución espiritual pueden no ser tan descarados como los suyos, pero siguen siendo un terrible estorbo para tener una relación íntima con nuestro Señor.
Esta Jezabel en Tiatira y este “MISTERIO, BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA” (Apocalipsis 17:5), representa la misma condición espiritual—idolatría y prostitución espiritual (fornicación).
Jezabel enseñaba y seducía a los siervos de Dios en Tiatira a cometer fornicación y a comer cosas sacrificadas a los ídolos. Esta ramera de Apocalipsis 17 es descrita como la gran ramera que se sentaba “sobre muchas aguas, y con quien los reyes de la tierra cometían fornicación, y con la que los moradores de la tierra se habían embriagado con el vino de su fornicación”. Ella misma estaba “ebria de la sangre de los santos y de la sangre de los mártires de Jesús”.
EL ESPÍRITU DE JEZABEL DEFINIDO
El espíritu de ramera de Jezabel busca cualquier cosa para el Yo. Es la idolatría del Yo—del amor propio. Filipenses 2:21 dice “Porque todos buscan los suyo propio no lo que es de Cristo Jesús”.
El que busca lo suyo propio está enamorado de sí mismo... el amor propio es idolatría, y toda idolatría es prostitución espiritual. Nuestra naturaleza de pecado tiende al amor propio y su condición empeora por el engaño de espíritus demoníacos.
El espíritu de ramera esta presente en cuanto intentamos edificar algo en la carne para el Yo. En contraste, el Espíritu Santo está presente cuando afirmamos nuestros corazones para edificar sólo para ÉL y para Él.
Nos engañamos a nosotros mismos cuando pensamos que nuestros grandes programas de construcción de iglesia son para ÉL. No lo son. Son para el Yo. Muchos cristianos bien intencionados pero mal informados, intentan explotar al Espíritu Santo para engrandecerse.
Muchos falsifican la presencia del Espíritu Santo para hacer que su iglesia o sus cultos parezcan buenos. Esto está mal. No hemos recibido el Espíritu Santo para hacer que la ramera tenga buen aspecto.
El espíritu de Jezabel es aún más definido por sus hechos.
ELLA EXTRAVÍA A LOS SIERVOS DE DIOS
El espíritu de Jezabel extravía a lo siervos de Dios, a aquellos que se comprometen completamente a servir a Cristo. La Jezabel de Tiatira extraviaba a la gente a través de sus doctrinas—las cosas que enseñaba.
El Señor dijo, “Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a todos cuantos no tienen esa doctrina (enseñanza).” Apocalipsis 2:24. Ella violaba las mentes y la espiritualidad con falsas enseñanzas; concretamente, aquellas enseñanzas que exaltarían el Yo, especialmente ella misma, para que pudiera tener el control sobre ellos. En esto, ella estaba haciéndoles comer cosas sacrificadas a los ídolos. El ídolo en este caso era el Yo. Toda idolatría brota del amor al Yo.
A través de sus doctrinas, hizo la misma cosa de la que Balaam fue hallado culpable de hacer. El uso de la expresión “comer cosas sacrificadas a los ídolos” la vincula con Balaam. Saber quién fue Balaam y lo que hizo, aclaró quienes fueron los Nicolaítas, y ahora nos aclara quién fue “esa mujer Jezabel”. Todos buscaban algo para el Yo, para poder obtener dominio sobre el pueblo.
Comer cosas sacrificadas a los ídolos es lo que hacemos cuando dejamos que el viejo hombre de pecado, arrogante, egoísta y promotor de sí mismo, gobierne, en lugar de dejar que sea el Espíritu Santo quien gobierne. Es el señorío de la ramera en lugar del Señorío de Jesucristo.
Algunos en Tiatira fueron engañados por la “doctrina” egoísta y promotora de sí misma, expuesta por “esa mujer Jezabel”. Estas doctrinas influenciaron mas tarde el surgimiento del sistema del clero. Consistía en un sistema de tradiciones egoístas de los hombres, basadas en el poder, la posición, la pompa, la preeminencia, las riquezas y el dominio.
Los que están hoy día en las iglesias que violan a las ovejas de Dios para poder crecer ellos mismos en poder, posición y dominio, están haciendo igualmente que las ovejas coman cosas sacrificadas a los ídolos—los ídolos de la auto-glorificación.
INCITA A LA ADORACIÓN A BAAL
No es una coincidencia que la mujer de Apocalipsis 2 se llame Jezabel, o que la mujer en Apocalipsis 17 sea llamada MADRE DE LAS RAMERAS. No podría haber una descripción más perfecta de todo aquello que es una abominación para Dios, que la Jezabel de 1ª Reyes 16, que se casa con Acab, rey de Israel. Cuando investiguemos su vida y sus prácticas, nos convenceremos ciertamente de que ella sirve como un tipo simbólico del espíritu de prostitución en el sistema de iglesia que habría de surgir.
Jezabel era una princesa fenicia, hija de Etbaal, Rey de Tiro de los Sidonios. Acab, Rey de Israel, se casó con ella. Las Escrituras dicen, “Porque le fue ligera cosa andar en los pecados de Jeroboam, hijo de Nebat, y tomó por mujer a Jezabel, hija de Et-baal, rey de los Sidonios, y fue y sirvió a Baal y lo adoró.” 1ª Reyes 16:31. En esto, Acab “hizo más que todos los reyes de Israel que reinaron antes que él, para provocar la ira de Jehová Dios de Israel.” 1ª Reyes 16:33. Ella llevó a Acab a la adoración de Baal.
Baal significa “poseedor” y era el dios del aumento de los rebaños, cosechas y familias. Puede definirse en términos actuales como “avaricia”. La adoración de Baal es la adoración de yo, y se caracteriza por el amor al mundo: el hambre de poder, posición, riquezas y dominio, mucho de lo que vemos a lo largo de la historia de la iglesia y en el sistema del clero.
Si el espíritu de Jezabel puede tener éxito en conseguir que los siervos de Dios adoren a otros dioses, que aparten sus ojos de Jesús y los dirijan hacia sí mismos, habrá conseguido que cometan fornicación espiritual y que coman cosas sacrificadas a los ídolos.
Les habrá hecho cometer pecados que son una abominación para Dios. Cuando levantamos a esta Cosa que llamamos iglesia y añadimos gente a ella, apartamos sus corazones del que tendría que ser su primer y único amor, Jesucristo.
No soy una persona afecta o aferrada al dinero. Siempre he trabajado duro y he procurado administrar de la mejor manera mi salario. Nunca me falto nada, nunca me sobró nada. Creo que eso es lo que Dios llama: cubrir nuestras necesidades. De allí para arriba, avaricia, ambición. De allí para abajo, irresponsabilidad, derroche.
Bajo esa óptica personal, siempre me llamó poderosamente la atención el grado de avaricia o amor por el dinero que encontré dentro de las congregaciones. No digo que haya que andar por la vida regalándolo todo, porque no es eso administrar bien, pero tampoco podemos estar permanentemente procurando ver como le sacamos alguna ventaja al “hermanito”.
ELLA CONSULTA A LOS PROFETAS DE BAAL
El espíritu de Jezabel consulta a los profetas de Baal. Los profetas de Baal dicen cosas que atraen y atrapan a los deseos de la carne.
El Acab de Jezabel tenía sus propios profetas de Baal. Ella dejó que los profetas de Baal comieran en su mesa. 1ª Reyes 18:19. Hacían cosquillas en sus oídos diciéndole lo que ella quería oír. Quería oír lo que pensaba que pudiera producir un aumento de poder, control y grandeza hacia sí.
Ese era el caso de Acab, cuando se unió a Josafat en guerra contra el Rey de Siria sobre Ramot de Galaad. Josafát rogó a Acab que buscara al Señor antes de ir a la batalla. Acab reunió unos cuatrocientos hombres de los profetas de Baal, y le dijeron que procediera, asegurándole que el Señor le libraría.
Ya estaba en su corazón el proceder de esta manera, y así, le dijeron lo que quería escuchar. Josafat preguntó, “¿Hay aún aquí algún profeta de Jehová, por el que le consultemos?” Sin duda alguna, Acab se encolerizó con la sugerencia.
Acab conocía a Micaías pero le dijo a Josafat: “Le aborrezco porque nunca me profetiza bien, sino solamente mal”. No obstante, Micaías fue consultado y le dijo a Acab lo mismo que los profetas mentirosos le habían dicho: “Sube y serás prosperado, y Jehová la entregará en mano del rey.”
Acab sabía que no estaba hablando la palabra del Señor y le ordenó que hablara la verdad. Y así, le dijo: “Vi a todo Israel esparcido por los montes, como ovejas que no tienen pastor.” 2ª Crónicas 18:22 añade, “Jehová ha hablado el mal contra ti.” ¡Fascinante! Acab sabía que Micaías no hablaba verdad, que no era la voluntad de Dios que saliera a la batalla, pero lo hizo de cualquier modo, trayendo su propia destrucción. 1ª Reyes 22.
Los “Acabs” de las iglesias de hoy se rodean de hombres del “Sí”. Seguirán arrodillándose a sus propios Baales y consultarán a sus propios profetas de Baal siempre que sean adictos a lo más Grande, lo mejor, y lo máximo. Más grande, mejor y más de todo. Más grande, mejor y más de todo. Edificios de iglesia más grandes. Mejores salarios. Más miembros. Ofrendas mayores. Honor, reconocimiento y reputación mayores. Incluso sabiendo que esto les lleva a su propia destrucción, su insaciable apetito de aumentos, les empuja hacia delante. Lo hacen, de cualquier forma.
Las modalidades han ido modificándose con el correr de los tiempos, pero la esencia indudablemente no. Todavía hoy, en muchos lugares, los predicadores dicen aquellas cosas que la gente desea oír, en lugar de hablar lo que Dios está ordenando hablar.
ELLA MATA A LOS PROFETAS DE DIOS
El espíritu de Jezabel mata a los profetas de Dios.
La Jezabel de Acab se caracterizó por haber matado a los profetas del Señor. 1ª Reyes 18:4,13. El Señor vengó la sangre de Sus siervos los profetas y la sangre de todos los siervos del Señor de la mano de Jezabel (2ª Reyes 9:7) ungiendo a Jehú, uno de los capitanes de Acab, para ser Rey de Israel y darle instrucciones de aniquilar a la casa de Acab.
La Jezabel de Acab y LA MADRE DE LAS RAMERAS comparten esta reputación: ambas mataron a los profetas de Dios. Apocalipsis 17:6 describe a una mujer “ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús”. Apocalipsis 18:24 dice que “Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos y de todos los que habían sido muertos en la tierra.”
Sus poderes van mucho más allá de los de una mujer convincente. Estaba asociada a los poderes de la oscuridad—alguien a quien esquivar, alguien de quien huir. Elías tenía sentido común suficiente para saber esto.
Había ganado una poderosa victoria para el Señor sobre el Monte Carmelo. Fuego descendió del cielo a su petición y consumió los altares de los profetas de Jezabel. Después Elías mató a todos los 450 de sus profetas a espada en el arroyó de Cisón. 1ª Reyes 18:20-40.
¡Que valentía! ¡Que confianza en Dios! Después, cuando “esa mujer Jezabel” amenazó con hacerle lo que él había a hecho a los profetas de ella, huyó por su vida, e hizo sabiamente. Reconocía la profundidad del mal en ella. Huyó una jornada de camino hacia el desierto, se sentó bajo un enebro y rogó al Señor que tomara su vida. 1ª Reyes19:1-4.
Este espíritu en Jezabel ya estaba conspirando en Israel durante el tiempo de los Jueces, cuando Sansón se entregó tontamente a Dalila, una mujer en el Valle de Sorec. Ella le indujo a que le revelara el secreto de su fortaleza, lo que le costó su fuerza, su libertad, su vista, y finalmente, su vida. Jueces 16:4-22.
Juan el Bautista, el profeta, cayó víctima de este espíritu atroz. Mateo 14:1-12. Juan había condenado a Herodes por tomar a la esposa de su hermano, Herodías. Herodes quería matar a Juan, pero temía a la multitud que consideraba a Juan profeta.
En la celebración de su cumpleaños, la hija de Herodías bailó ante la ilustre multitud del cumpleaños. Su actuación fue tan grata que Herodes locamente le ofreció cualquier cosa que pidiese, hasta la mitad de su reino.
Su madre no desaprovechó el tiempo animándola a pedir la cabeza de Juan. La Biblia dice que Herodes se sintió mal, pero se había jactado de su promesa a oídos de toda la multitud presente, y no podía echarse atrás. La cabeza de Juan cayó y el espíritu de Jezabel se había cobrado la vida de otro profeta de Dios.
Si Jezabel no puede matar al profeta de Dios abiertamente, tratará de seducirlo a cometer algún acto inmoral, ilegal o sin escrúpulos para descarrilarlo. La historia de José y la esposa de Potifar es el ejemplo clásico de este tema en las Escrituras.
Aunque había sido comprado como esclavo, José halló favor con Potifar y Dios bendijo a Potifar por causa de la presencia de José en su casa. Potifar confió la administración de su casa y de sus riquezas a José.
La esposa de Potifar era otro asunto. Tenía motivos sexuales hacia José e intentó seducirlo en su cama. José, siendo un hombre de integridad, rehusó sus seducciones. Ella le atrapó. Agarró su manto al huir de ella, y lo llevó a Potifar, acusándole falsamente de haber intentado abusar de ella.
Aunque Potifar le encarceló, el espíritu de Jezabel finalmente fracasó, porque Dios usó el encarcelamiento para guiarle a su destino-el asiento de honor y de confianza en la casa de Faraón. Génesis 39:7-20.
Proverbios 5:1-8 es una advertencia al hombre natural que se aplica al hombre espiritual igualmente: “Hijo mío, está atento a mi sabiduría, y a mi inteligencia, inclina tu oído. Para que guardes consejo y tus labios conserven la ciencia. Porque los labios de la mujer extraña destilan miel y su paladar es más blando que el aceite, más su fin es amargo como ajenjo, agudo como espada de dos filos. Sus pies descienden de la muerte, sus pasos conducen al Seol, sus caminos son inestables, no los conocerás, si no considerares el camino de la vida. Ahora pues, hijos, oídme y no os apartéis de las razones de mi boca. Aleja de ella tu camino y no te acerques a la puerta de su casa.”
El espíritu de Jezabel en las iglesias de hoy no es nada menos que una amenaza a los siervos de Dios. Muchos siervos piadosos y genuinos de Cristo han sido dañados espiritual y emocionalmente, y excomulgados de las iglesias porque han buscado seguir la dirección del Espíritu Santo en contra de los intereses de sus rígidas tradiciones denominacionales.
Como Bob Hughey indica, “La ramera roba afecto, tiempo, energía, recursos financieros y semillas de la esposa”. Tal y como la semilla física de los humanos es el esperma, así, la semilla espiritual es la Palabra de Dios. Su Palabra es para su esposa. Hemos de recibir con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar nuestras almas. Santiago 1:21b.
Aquí Está la respuesta a las innumerables preguntas respecto a por qué muchos sienten que el ir o estar en la iglesia los va apartando de todo el resto de sus vidas normales. Se preguntan como puede ser que servir al Señor les robe tantas cosas que Dios mismo recomienda hacer. Simple. No están sirviendo al Señor; están sirviendo a Jezabel.
ELLA DESTRUYE A LA DESCENDENCIA DE DAVID
El espíritu de Jezabel es asesino e intentará alterar la historia del mundo. No se detiene ante nada para destruir la herencia de Dios, intentando matar incluso a la descendencia real desde el Rey David hasta el Rey Jesús.
Jezabel y Acab tuvieron una hija, de nombre Atalía, que se casó con Joram, rey de Judá. Después de morir, el hijo de Atalía, Ocozías, fue hecho rey en Judá, pero fue matado por Jehú. Cuando Atalía vio que su hijo había muerto, se levantó, comenzó a matar a toda la descendencia real de la casa de Judá, se hizo con el trono y reinó durante seis años. Ella heredó el demonio de su madre.
Atalía tuvo éxito en la matanza de toda la descendencia real a excepción de Joás. Josabet, la hija del Rey Ocozías, escondió a Joás lejos de sus hermanos, que estaban siendo matados. Joás sería mas tarde coronado Rey de Judá por la asamblea de levitas y jefes principales de Israel, bajo el liderazgo de Joiada, el sacerdote.
Cuando Atalía escuchó la conmoción que rodeaba a la ceremonia de coronación de Joás, rasgó sus vestidos y gritó. “¡Traición, Traición! Joiada ordenó que fuera sacada del Templo y matada. 2ª Reyes 8:25-11:20, o 2ª Crónicas 22-23.
Apreciamos la magnitud de este evento histórico cuando recordamos que Jesús, el Mesías, sería descendiente de David. 1ª Crónicas 17:11-12. Si Joás hubiera sido asesinado con el resto de la descendencia real de David, esto habría interrumpido ese linaje divino.
Al acercarnos al final de los tiempos, encontramos a Satanás, la verdadera influencia que potencia al espíritu de Jezabel, una vez más intentando destruir el linaje real de David. Todos los que son llamados, escogidos y hallados fieles (Apocalipsis 17:14) son el hijo varón de Apocalipsis 12:1-5, que ha de gobernar a las naciones con vara de hierro, y a quién el dragón intenta devorar. Este hijo varón es un hijo colectivo, que lleva la imagen del Hijo, y a quién el Espíritu Santo manifestará en estos últimos días.
El espíritu de Jezabel intenta destruir el espíritu de la condición especial de hijos, cuando es predicado, pervierte la revelación cuando ésta brota, y mantiene a muchos como rehenes a los sistemas religiosos de los hombres.
Evalúa con la máxima serenidad esto que has leído y luego, si puedes, confróntalo con lo que has vivido o pueda estar viviendo en alguna congregación. Si no suceden estas cosas, no le busques la quinta pata al gato. Pero si está ocurriendo, entonces procura no minimizarlo.
SE SIENTA COMO UNA REINA
El espíritu de Jezabel busca asentarse como una reina. La Jezabel de Acab gobernaba furtivamente. Era el poder que había detrás del trono. El espíritu de Jezabel ha estado actuando históricamente a hurtadillas, pero el Espíritu Santo revela que ella se colocará de hecho abiertamente sobre el trono como hizo Atalía.
“Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto. Porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, no soy viuda y no veré llanto.” Apocalipsis 18:7.Ya está sucediendo no solo en la iglesia, sino en todas las áreas de la vida; se sentará como reina antes del final de los tiempos.
El Espíritu de Jezabel rechaza la autoridad del hombre. Está empujada a usurpar la cabeza de su marido—haciéndose cargo de lo que Dios ha encargado solo a él. Contesta por él, toma decisiones por él, y le manipula para sacar sus planes. Usa el sexo, el llanto, las caras largas, la confabulación, la auto-compasión, y la amenaza con lograr lo que ella quiere. Esto está vívidamente ilustrado en el siguiente capítulo sobre Nabot.
El espíritu de Jezabel quiere más que ninguna otra cosa, gobernar en las iglesias y gobernar sobre los escogidos de Dios. Ella apunta al liderazgo cuando puede. Los ancianos de una pequeña ciudad se reunían, oraban y estaban de acuerdo unos con otros en cuando a la dirección hacia la que creían que el Señor les estaba guiando.
La siguiente ocasión en que se reunieron, el anciano Juan había cambiado de postura. ¿Por qué? Había ido a casa, lo había hablado con su esposa y al no encajar en sus planes, ella le persuadió para cambiar de opinión. Ella gobernaba sobre él; por tanto, ella controlaba casi todo lo que sucedía en esta comunidad a través de él. Él era un Acab y ella una Jezabel.
Jezabel es movida por ambición y se caracteriza por ser la cabeza de la mujer. El espíritu Santo estableció el orden de Dios para la cabeza a través de Pablo. El escribió: “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios, la cabeza de Cristo.” 1ª Corintios 11:3.
El principio de dirección no es una cuestión de ciudadanía o de grandeza. Ciertamente, tampoco favorece el comportamiento abusivo por parte del marido ni obediencia ciega por parte de la esposa. Es un asunto de jurisdicción. Es la responsabilidad de todo varón ante su Cabeza, Cristo, de amar y cubrir a su esposa adecuadamente.
El entrenador Bill McCartney habló profundamente en el programa de televisión NBC Today Show, el día 19 de Noviembre de 1997, diciendo: “El llamado de todo varón es llevar a su esposa al esplendor”. Un hombre piadoso será un verdadero pastor sobre su casa. Dirigirá, alimentará, sanará y los atenderá.
Las mujeres que usurpan la cobertura de sus cabezas, se abren a sí mismas a espíritus engañadores. 1ª Corintios 11:10. Las mujeres que se convierten en “el poder detrás del trono” o que de alguna manera comienzan a ejercer autoridad sobre sus maridos, se abren a sí mismas a un espíritu de Jezabel. 1ª Corintios 2:12-14. La cabeza o dirección de la mujer está fuera de orden y es peligrosa. Hará extraviar a los siervos de Dios.
Las iglesias establecidas en Babilonia están potenciadas por las influencias secretas de los espíritus de Jezabel, y los Acabs son peones en sus manos. Estos espíritus estarán disponibles y funcionando cuando este sistema de la iglesia ramera esté en su sitio. Este sistema idólatra de adoración al ego, atrae demonios como moscas a una merienda.
Vale la pena consignar que Jezabel es un espíritu, y que los espíritus no necesariamente muestran predilección por un determinado sexo. Necesitan un cuerpo para operar y toman al primero que se les presenta factible.
Sin embargo, el de Jezabel elige preponderantemente mujeres, ya que por características propias, ligadas con la seducción por sexualidad, es donde mejor cumple su tarea destructora. Jezabel no es necesariamente mujer, pero mayoritariamente sí.
ES ABATIDA EN UN DÍA
LA MADRE DE LAS RAMERAS está en contraste con la esposa de Apocalipsis 19:7-9. Esta falsificación es la madre de las abominaciones de la tierra. Ella es una abominación al Señor y será abatida en un día. Su gloria ya languidece con la gloria que asciende de la verdadera esposa santa de Dios.
Una similitud sorprendente existe entre la Jezabel de Acab y LA MADRE DE LAS RAMERAS en cuanto a como terminan ambas.
2ª Reyes 9:30-33 narra como moría la Jezabel de Acab. Jehú había sido ungido para reemplazar a Joram, como el rey de Israel y recibió la orden de aniquilar a toda la casa de Acab, incluida a Jezabel.
Cuando Jehú llegó a Jezreel, encontró a Jezabel asomada por una ventana. A su orden, algunos eunucos la arrojaron, salpicando su sangre sobre el muro y sobre los caballos. Jehú la atropelló.
Cuando fueron a enterrarla, descubrieron que los perros la habían devorado por completo a excepción de su cráneo, pies, y las palmas de las manos, tal y como Elías había profetizado. 1ª Reyes 21:23.
Apocalipsis 18:2 nos dice, “ha caído, ha caído la gran Babilonia.” El versículo 8 dice: “Por lo cual, en un solo día vendrán sus plagas”. Versículo 10:”Parándose lejos por el temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, Ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte, porque en una hora vino tu juicio.”
v .17: “Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas.” v.21: “Y un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de molino, y la arrojó en el mar diciendo, “Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será hallada”:
El segundo ángel dijo en Apocalipsis 14:8, “Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación.”
Entonces, uno de los siete ángeles en Apocalipsis 17:1-2 dijo, “Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas, con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación.”
Finalmente, en Apocalipsis 19:1-2, Juan “oyó una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía, ‘Aleluya, salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro, porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación”.
El sistema idolátrico de las tradiciones de los hombres, arropado en esta Cosa que llamamos la iglesia, y tipificado por el espíritu de Jezabel, esta destinado a la destrucción. Apocalipsis 2:21-24 nos cuenta el resto de la historia, “Y le ha dado tiempo (a Jezabel) para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación.
He aquí, yo la arrojo en cama y en gran tribulación a la que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella. Y a sus hijos heriré de muerte y todas las iglesias sabrán que Yo soy el que escudriño la mente y el corazón.
Y os daré a cada uno según vuestras obras. Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré otra carga.”
El gobierno de la mente carnal en la iglesia es la cautividad Babilónica de la iglesia. Los Nicolaítas son los porteros y Jezabel gobierna detrás de la escena. Es una tarántula viuda negra que teje su red de seducción y engaño para atrapar a todos los que pueda.
Y así sucedió a Nabot. El también fue atrapado en la trampa.
Capítulo 12
Nabot
Era un buen día para Nabot, paseando por su viña y probando las uvas mojadas de rocío en la quietud de la mañana. “Una buena cosecha este año”, pensó para sí, sonriendo y moviendo su cabeza en acuerdo. 1ª Reyes 21 (con un poco de mi imaginación).
El sol del oriente cegaba a Nabot, impidiéndole ver a Acab, el Rey de Israel, que se acercaba nerviosamente hacia él. Acab había salido temprano esa mañana. Tenía algo en mente. Su palacio estaba junto a la viña de Nabot.
“¡Oh!” Nabot se sobresaltó por Acab. “No te oí llegar”.
Acab no perdió tiempo en hacer su oferta a Nabot. “Dame tu viña para que pueda tener una huerta junto al palacio”. Te daré una viña mejor en algún otro lugar, o si lo prefieres, te daré su valor en dinero.”
Nabot dio un paso atrás. No podía creer lo que le había pedido. No necesitaba tiempo para tomar una decisión. Lo soltó directamente de su boca. “Guárdeme Jehová de que yo te de a ti la heredad de mis padres” 1ª Reyes 21:3.
El semblante de Acab decayó. Su corazón se había propuesto a toda costa la compra de este terreno de Nabot. Angustiado, regresó a su casa, se acostó, apartó su rostro y se compadeció de sí mismo.
Jezabel halló a Acab con la cara larga y le preguntó: ¿Por qué está tan decaído tu espíritu y no comes?”
“Porque hablé con Nabot de Jezreel y le dije que me diera su viña por dinero pero el respondió: Yo no te daré mi viña”, dijo Acab lloriqueando.
Se levantó y dijo lo que cualquier Jezabel auténtica hubiera dicho en una situación como esa: “¿No eres tú ahora rey sobre Israel? ¡Levántate! ¡Come! ¡Alégrate! Yo me encargaré de esto. Te daré la viña de Nabot”.
Acab hizo lo que cualquier buen Acab hubiera hecho. Hizo exactamente lo que ella le dijo que hiciera y nunca cuestionó la forma en que planeó quitar la viña a Nabot. Un amigo mío lo vio de esta manera: “Él no deseaba saber por temor a descubrir que sus planes eran desagradables. Estos Acabs no son estúpidos. A menudo viven a través de otra persona, es decir, a través de sus Jezabeles”.
No malgastó el tiempo. Su indiferencia hacia Nabot era obvia. Esta era su oportunidad de ganar más poder y autoridad para sí misma. Logró su objetivo gobernando encubiertamente a través de su marido. Ella era la voz detrás de él.
Se apresuró pasando por los siervos que estaban fuera del aposento de Acab, se quitó su chal de los hombros, se dirigió hacia el despacho real, cogió un pergamino y comenzó a escribir cartas a los ancianos y nobles que vivían en la ciudad. Falsificó la firma de Acab sobre ellos, echó cera junto a su nombre, y selló cuidadosamente las cartas con su anillo.
“Proclamad ayuno”, escribió, “Y poned a Nabot delante del pueblo; y poned a dos hombres perversos delante de él, que atestigüen contra él y digan: ‘Tu has blasfemado a Dios y al rey’. Entonces sacadlo, y apedreadlo para que muera.”
¡Que terrible! ¿Sabían los hombres de la ciudad, esos ancianos y nobles, que Jezabel era la autora de esta conspiración criminal? ¿Pretendían no saber? ¿Desconocían la buena reputación de Nabot, y que esto era una trama contra él? No importa—siendo los hombres del sí, que es precisamente lo que eran—hicieron lo que el palacio real les pidió que hiciesen. Tuvieron su juicio formal, sentenciaron a un hombre bueno por la palabra de dos canallas, y le apedrearon hasta la muerte.
Pronto llegaron las noticias a Jezabel de que Nabot había muerto. Corrió a los aposentos de Acab, apartó bruscamente la ropa de cama de su cabeza y le gritó: “¡Levántate!”, “Toma posesión de la viña de Nabot”; “¡Ya no vive, está muerto!”
Hasta ahora, muchas preguntas sin contestar. El mal estaba hecho. Acab y Jezabel tenían lo que querían. O al menos, eso pensaban.
LOS SÍMBOLOS
La historia se lee como una parábola y tiene unas similitudes sorprendentes con las circunstancias que rodearon la muerte de Jesús. Sigue hablando a la condición presente de la iglesia. Leer sobre Nabot como una parábola, expone aún más la naturaleza, hechos, enseñanzas y obras de los Nicolaítas y del espíritu de Jezabel. Acab define particularmente el espíritu Nicolaíta.
Casi cada persona, lugar y parte en esta historia tiene un significado simbólico, El nombre de Nabot significa “brote”. Como tal, es un tipo de Jesús, la raíz de Jesé. Vivió en Jezreel, que significa “Dios siembra”. Jezreel es un tipo del Reino de Dios en el que Dios siembra la buena semilla de la palabra para cuidar su viña.
La viña de Nabot representa la asamblea general de los-llamados-fuera, que es el cuerpo de Cristo—todos los que son nacidos de lo alto por la semilla eterna en Cristo. Jesús es la vid verdadera, el Padre es el sembrador y nosotros somos los pámpanos. Permanecemos en Él y ÉL permanece en nosotros. Juan 15:1-8. Nosotros somos la fruta de esa viña también.
Debemos saber que el enemigo de nuestra fe busca robar, matar y destruir (Juan 10:10), haciendo lo que sea necesario para reclamar la viña de Dios para sí mismo.
LA HERENCIA
Nabot se horrorizó por el insulto de Acab. Su viña era más que una parcela de terreno. Era la herencia de sus padres. “Guárdeme Jehová de que yo te dé a ti la heredad de mis padres.”, dijo a Acab.
Escucha el doble significado aquí: “la heredad de mis padres”. Lo que fue tomado de Nabot, fue tomado de sus antepasados igualmente. Si la herencia que yo deje a mis hijos, me es robada, me es robada porque era mi herencia para ellos. Se convierte en una cosa personal.
Nosotros, como la viña de Dios, somos su herencia. Pablo oró por los efesios—una oración que todos nosotros podemos reclamar—“para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cual es la esperanza a qué ÉL os ha llamado, y cuales las riquezas de la gloria de Su herencia en los santos”. Efesios 1:17-18.
De igual modo, nosotros tenemos nuestra herencia en Él. Efesios 1:11 dice que hemos recibido una herencia por Cristo. Colosenses 1:12 añade que somos participantes de la herencia de los santos en luz. Hebreos 9:15 nos asegura que tenemos la promesa de la herencia eterna. 1ª Pedro 1:3-4 declara que hemos nacido de nuevo de entre los muertos para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo, que nos deja una herencia incorruptible.
Está reservada en el cielo. Nuestra redención en Cristo Jesús es una herencia maravillosa para nosotros. Es lo que Dios quiere para nosotros. De igual modo, nuestra redención es una herencia para Dios. Es lo que Dios quiere para Él mismo. Para Él también es una cosa muy personal.
El Israel de antiguo recibió una herencia de tierra. Habían de tomarla para ellos mismos y para Dios. Espiritualmente hablando, también nosotros hemos recibido una tierra que poseer para nosotros y para Dios. Nuestra tierra es nuestras almas, es decir, nuestras mentes, voluntades y emociones.
Tenemos una herencia espiritual de justicia, paz, y gozo en el Espíritu Santo, de redención, santificación y glorificación; de convertirnos en los hijos de Dios por la obediencia. Porque somos los herederos de Dios y coherederos con Cristo. Romanos 8:17. Recibimos lo que Dios tiene para nosotros y Dios recibe lo que El debe tener de nosotros. Nos beneficiamos mutuamente.
Por tanto, no es ninguna sorpresa que Satanás tirara de las cuerdas sobre sus marionetas de Acab para robarnos a nosotros y a Dios de nuestra herencia. Satanás, como Acab, quiere la viña de Dios para él mismo.
Su misión fundamental en nuestras vidas es destruir a aquellos de nosotros que somos herederos y coherederos con Cristo. Los falsos pastores se camuflan entre el rebaño como lobos con piel de oveja, para reclamar la herencia de Dios para ellos mismos.
Los pastores se refieren a sus congregaciones como el pueblo de ellos. Identificamos a un cuerpo de creyentes como la iglesia del “hermano Bobby”. No podemos poseer lo que pertenece a Dios. Pertenecemos los unos a los otros en el reino de Dios, pero nunca hemos de poseernos unos a otros. Somos sus ovejas, las ovejas de Su prado.
Acab quería la viña para hacerla un huerto, no por las uvas ni el vino que producía. Quería cambiar su carácter. Los Acabs de hoy cambian el carácter de la viña santa de Dios. Clonan a los demás para parecerse a ellos mismos con el fin de satisfacer sus propios planes en lugar de permitir que el Espíritu Santo conforme a otros a la imagen de Jesús. Satanás gana el control de la viña de Dios a través de personalidades que se han engrandecido a sí mismas, de los Acabs de mano dura que gobiernan las iglesias.
No sólo que es normal referirnos a las congregaciones como “la iglesia del pastor XX”, sino que incluso, yo he descubierto que para mucha gente, es un motivo de alto orgullo pertenecer a una iglesia comandada por un pastor famoso o conocido.
LA PROPOSICIÓN
Acab prometió a Nabot que sustituiría su viña por una mejor, o le daría el precio en dinero a cambio de la misma. De forma similar, Satanás trató de comprar a Jesús cuando vino a Él en el desierto, le mostró todos los reinos del mundo, y le dijo que Él podría tener todos ellos y su gloria, si tan solo Él se postrase y le adorara.
Jesús respondió al Diablo: “Vete de Mí, Satanás, porque escrito está: ‘al Señor tu Dios adorarás y a Él solo servirás.’ ” Lucas 4:5-8. Nabot contestó a Acab diciendo, “Guárdeme Jehová que yo te dé a ti la heredad de mis padres.” Si Jesús se hubiera entregado a la tentación de venderse a Satanás, no habría habido “herencia en los santos”. Efesios 1:18.
Acab es un tipo del clero dentro de ese sistema de iglesia—aquellos que buscan algo para el yo. Los ministerios del tipo de Acab hoy deben tener seguidores para poder avanzar en poder, posición, riquezas y dominio.
David Fitzpatrick afirma que el propósito del liderazgo es “ayudar a entrenar y equipar personas para ejercer el llamado de Dios que está sobre sus vidas...pero la iglesia de hoy parece fluir con demasiada frecuencia en una dirección—hacia el centro, continuamente reuniendo los talentos y dones de todo el mundo y usándolos con el fin de lograr los objetivos de unos pocos.” Y enfatiza: “No creo que la vida de las personas deba consumirse en ayudar a un líder a conseguir sus metas en la vida.” Con simplicidad valiente, afirma, “Debemos liberar a las personas, no poseerlas”. {21}
LA TRAMA
El nombre Jezabel significa “sin marido”. Significa que era una mujer sin cobertura. Una mujer puede ser soltera, y estar cubierta; y puede estar casada, y no tener cobertura. La diferencia tiene que ver con que ella tenga un corazón sometido. Jezabel no solo no se sometió a la cabeza de su marido, sino que usurpó la cabeza de su marido.
Llevaba la voz cantante. Como tal, es un tipo del sistema de iglesia ramera en el que las personas son las cabezas, y no Cristo. A través de estos sistemas, el espíritu de Jezabel trama y maquina para conseguir sus ambiciones y sus planes personales.
Esto le sucedió a Jesús. Mateo 26:3-4 dice: “Entonces, los principales sacerdotes, los escribas, y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote, llamado Caifás; y tuvieron consejo para prender con engaño a Jesús y matarle.”
Podemos imaginar muy bien a ese espíritu de Jezabel rondando sobre los Acabs/Nicolaítas en el tiempo de Jesús, provocándoles para que crucificaran al Hijo del Dios viviente. Ciertamente estaba presente.
Como en el caso de Nabot, había dos hombres despreciables presentes para testificar contra Jesús. Mateo 26:59-61 lo documenta así: “Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte, y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se presentaban. Pero al fin vinieron dos testigos falsos que dijeron: ‘Este dijo: ‘Puedo derribar al Templo de Dios y en tres días reedificarlo’.”
Después de traer a Jesús ante Pilatos, comenzaron a acusarle de engañar a la nación y de prohibir el pago de impuestos al César, y de decir que Él era el Cristo, un Rey. Lucas 23:2. Él era el Cristo y Rey, pero su intento al decir esto, era maligno. Y como en el caso de Nabot, incluso le acusaron de blasfemia. Mateo 26:65.
Los fariseos, los saduceos, los gobernadores y los ancianos del Judaísmo en el tiempo de Cristo, tenían su espíritu político de Acab/Nicolaíta en ellos. Recuerda que Nicolaíta significa “conquistador de personas”.
Juan 11:47-48 testifica de esto. “Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio y dijeron, ‘¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales. Si le dejamos así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación’.”
LA EJECUCIÓN
La trama contra Nabot fue ejecutada tal y como Jezabel la había preparado. Los ancianos y los nobles habían conocido seguramente a Nabot toda su vida, y sabían que las acusaciones eran falsas. No obstante, por causa de la intimidación influyente de los espíritus de Acab y de Jezabel, le mataron de cualquier forma. Sacaron a Nabot de la ciudad y le apedrearon hasta morir.
De la misma manera, los líderes religiosos, con las aprobaciones políticas, hicieron que Jesús fuera llevado fuera de los muros de la ciudad a una colina llamada Gólgota (que significa “calavera”) y ordenaron que fuera clavado a una cruz romana. Marcos 15:22.
Los Acabs y los Nicolaítas de la iglesia de hoy siguen intimidando a los creyentes con temor; por ejemplo, probablemente les digan que se saldrán de la voluntad de Dios si dejan la iglesia de ellos.
Hebreos 13:13 nos advierte diciendo: “salgamos, pues, a Él, fuera del campamento llevando su vituperio”. Salir del campamento hoy día para nosotros, es como salir del sistema de la iglesia ramera.
No puedes vivir una vida entregada y dirigida por el Espíritu dentro de ella. O eres controlado por los que la dirigen o por el Espíritu Santo. La membresía de la iglesia es voluntaria. Si te has puesto voluntariamente bajo un liderazgo falso como el que tenemos en el sistema de la iglesia ramera, estás bajo una dirección y cabeza falsas.
Si por el contrario, te dejas dirigir por el Espíritu Santo y eso corre en dirección opuesta a los planes del liderazgo en tu iglesia, lo más probable es que causes problemas. Si los que la gobiernan no pueden controlarte, se enfadarán contigo, buscarán formas de silenciarte, y con suerte, te ignorarán.
No es este el argumento que propongo a los que me escriben preguntándome que deben hacer, pero no puedo dejar de reconocer que es mucho más contundente que los que yo utilizo. El autor, aquí, no se anda con falsas interpretaciones de la ética. Es como Dios dice o no es. Y punto.
LA POSESIÓN
Después de que Nabot fuera apedreado, Jezabel despertó a Acab y le dijo que tomara la posesión de la viña de Nabot. La posesividad y la propiedad son los rasgos principales de los espíritus Nicolaítas y de Jezabel.
La posesión de la viña de Nabot se convirtió en la caída de Acab y de Jezabel, porque Dios libró su juicio contra ellos. De la misma forma, la muerte de Jesús por los “Acabs” de Su día, fue su derrota. Jesús dejó muy claro a los discípulos que ningún hombre podría tomar Su vida. Tenía el poder para ponerla y para tomarla otra vez. Juan 10:18. Jesús puso Su vida por Sus ovejas. Juan 10:15.
La historia antigua de Nabot, Acab y Jezabel se ha dado como una actuación avanzada en el escenario de la historia. Solo los nombres y los personajes han cambiado. 1ª Reyes 21:15-16 podían leerse igualmente así: “Y sucedió que cuando el espíritu de Jezabel oyó que Jesús y todos los apóstoles habían muerto, que dijo a los Acabs/Nicolaítas (clero), “Levantaos e id a los-llamados-fuera, y tomar posesión de ellos”. Eso es exactamente lo que sucedió, y han gobernado las iglesias desde el siglo segundo DC hasta hoy.
La estrategia de Balaam permanece igual hasta este día:”Si no podemos maldecirles, les seduciremos para que caigan en la prostitución de Yo”. Cueste lo que cueste, los Acabas y los Nicolaítas deben poseer a los “suyos propios.”
EL ESPÍRITU DE ELÍAS
Aquella mañana era diferente de la mañana cuando Nabot probó las maduras y frescas uvas de su viña. Esta mañana Acab se había levantado temprano para ver los campos arados de la viña de Nabot, en un momento en el que la muerte de Nabot todavía rondaba cada surco de la tierra. A Acab, esto no podía importarle menos. Tenía lo que quería, o al menos, así pensaba él.
Un airado Elías, con el fuego de la unción de Dios en sus ojos, no perdió tiempo ni intercambió cortesías. “¿No mataste, y también has despojado?” Y volverás a hablarle: “Así ha dicho Jehová:’En el mismo lugar donde lamieron los perros la sangre de Nabot, los perros lamerán también tu sangre, tu misma sangre’.” 1ª Reyes 21:19
Tambaleándose sobre su propia ineptitud, Acab preguntó a Elías, “¿Me hallaste, enemigo mío?” Los Acabs siempre verán a los verdaderos profetas de Dios como sus enemigos, porque los verdaderos profetas no les dicen lo que los Acabs quieren oír.
“Te hallé”, contestó Elías, “porque te vendiste a obrar el mal a los ojos de Jehová”. Además, Dios declaró a través de Elías, que traería el mal sobre Acab, cortaría su postrimería y haría de su casa como la de Jeroboam y Basa por la forma en que provocó a ira al Señor e hizo pecar a Israel. Y así sucedió, tal y como Elías había profetizado.
El Espíritu de Elías está siendo liberado hoy en parte para pronunciar juicio contra los Acabs y Jezabeles que enseñan y seducen a los siervos de Dios a cometer fornicación y a comer cosas sacrificadas a los ídolos. Apocalipsis 2:20. ¡Cómo damos nuestro afecto, tiempo, dinero, energías, hijos y cosas semejantes, a estos sistemas idolátricos de iglesia en los que nos hallamos!
LA VALIDACIÓN
Jesús contó una parábola que suena parecida extrañamente a la historia de Nabot por causa de la envida, el crimen y el juicio que aparecen en ella.
“Hubo un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña, la cercó de vallado, cavó en ella un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos.”
“Cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió a sus siervos a los labradores, para que recibiesen sus frutos. Más los labradores, tomando a los siervos, a uno golpearon, a otro mataron, y a otro apedrearon.”
“Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros, e hicieron con ellos de la misma manera. Finalmente les envió a su hijo diciendo, tendrán respeto a mi hijo. Más los labradores cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: Éste es heredero, matémosle y apoderémonos de su heredad. Y tomándole, le echaron fuera de la viña y le mataron”.
“Cuándo venga, pues, el Señor de la viña, ¿Qué hará a aquellos labradores?”
Le dijeron: “A los malos destruirá sin misericordia y arrendará su viña a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo”.
Jesús les dijo: “¿Nunca leísteis en las Escrituras, ‘La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo? El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos? Por tanto, os digo, que el Reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él. Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado.....”
“Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos. Pero al buscar como echarle mano, temían al pueblo porque éste le tenía por profeta.” Mateo 21: 33-46.
El señor en esta parábola es Dios el Padre. La viña es Su asamblea de los-llamados-fuera, los verdaderos herederos de Abraham, herederos por la fe. Los labradores era la nación de Israel, que en aquel tiempo estaba siendo gobernada por los sistemas políticos y religiosos de los fariseos, saduceos, escribas y gobernadores. Los siervos a quienes asesinaron son los profetas. El Hijo a quién también mataron fue Jesucristo. La nación a quién Él entregó el cuidado de la viña (el Reino de Dios) son los Gentiles.
Esta parábola habla igualmente de la condición del sistema de la iglesia hoy, y los Nicolaítas en ese sistema de iglesia hoy perpetúan la actitud de los fariseos, saduceos, escribas y gobernadores. Una vez más, el Espíritu del Señor testifica que la viña (los-llamados-fuera) será quitada de ellos y será entregada a aquellos que lleven a los-llamados-fuera, a la plenitud de Cristo. Serán pastores que no buscarán nada para ellos mismos.
Acab es un tipo del Yo en el trono. Jezabel es la prostitución de la búsqueda de cosas para el Yo. Cuando se trata de esa Cosa que llamamos la iglesia, ella se confabula para estar en el trono—practicando su hechicería para poseer la herencia de Dios en los santos.
Notas
{21} David Fitzpatrick, Issues of the Heart: Let My People Go (Asuntos del Corazón: Dejar Ir a Mi Pueblo) (Thompson Station, TN: Innercourt, 1992), 73-74
Regreso Al Texto
Capítulo 13
Brujería en la vida diaria
Acab hizo algo abominable a los ojos de Dios: se casó con esa mujer, Jezabel, que trajo sus idolatrías y su brujería a la casa del Señor. La Jezabel de Acab, la Jezabel de Apocalipsis 2:20, y la gran ramera de Apocalipsis 18, fueron cada una de ellas conocidas por sus brujerías.
En cuanto a la Jezabel de Acab, 2ª Reyes 9:22 nos dice que “¿Hay paz, Jehú’ ¿Qué paz con las fornicaciones de Jezabel tu madre, y sus muchas hechicerías?”
En cuanto a “esa mujer, Jezabel”, en Apocalipsis 2:20, Jesús dijo que enseñaba y seducía a “mis siervos a cometer fornicación, y a comer cosas sacrificadas a los ídolos.”. La palabra griega para seducir, también ha sido traducida como “cautivar” o “engañar”. Estos términos están relacionados con la brujería.
En cuanto a la gran ramera que se sienta sobre las muchas aguas, Apocalipsis 18:23 menciona que todas las naciones fueron engañadas por su hechicería.
DEFINIENDO LA BRUJERÍA
La práctica de la brujería es una obra de la carne. Pablo escribe: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidia, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas; y os digo que los que practican tales cosas no heredarán el Reino de Dios”: Gálatas 5:19.-21. La palabra griega para hechicería es pharmakeia, que se refiere a la persona que prepara y utiliza remedios mágicos. La versión inglesa King James la traduce como “brujería”.
Aunque la brujería es una obra de la carne, el espíritu de brujería puede influenciar a nuestra carne para que hagamos todas las otras obras de la carne. Pueden atraer a la carne a cometer adulterio y fornicación.
Puede manipular circunstancias en nuestras relaciones para levantar contiendas, celos, y arranques de ira. Puede controlar todos los aspectos de nuestra carne para hacer el mal si dejamos que tome dominio.
La brujería, como obra de la carne, tiene dos dimensiones en sí. Uno es el concepto estricto y familiar que surge normalmente en la mente. Evoca la imagen de una mujer vieja y huesuda, con el rostro arrugado y una voz estridente, encorvada sobre una tetera de hierro, hirviendo una poción de arañas y hierbas para hechizar a las personas.
Es habitual y corriente en nuestras sociedades consumistas, que los niños hagan disfraces de ella y Satanás se las ha ingeniado para presentarla como “simpática”. Cuando se habla de “brujitas”·, el único sentimiento que eso despierta en la población, son sonrisas comprensivas y tiernas. Sólo en los “locos” creyentes la mención de una bruja les eriza la piel y les pone los cabellos de punta.
Evocamos muñecas de vudú, tablas de ouija, tarjetas del tarot, bolas de cristal, lectura de las manos, astrología, meditación, parapsicología, fenómenos psíquicos y telepatía mental. La forma mas descarada de brujería es la adoración satánica, en la que se sacrifican niños y animales para obtener poder espiritual.
Todas estas prácticas pertenecen al lado oscuro de la brujería. Jezabel ciertamente practicaba la cara oculta de la brujería y se rodeaba de profetas que hacían lo mismo. La Biblia deja absolutamente claro que tales prácticas son una abominación para Dios. Levítico 19:26; Deuteronomio 18:10.
Podría añadir que si deseas comprobar y probar que el mismísimo Satanás está detrás de cualquier forma de brujería, bastará con observar como se las ha ingeniado para introducir estas prácticas en la sociedad occidental y otorgarle a las mismas mayor status que ir a una iglesia. Las personas famosas o importantes hablan muy poco de Dios, pero viven consultando adivinos, tarotistas o parapsicólogos.
La otra dimensión de la brujería es más amplia y más sutil. La defino como cualquier cosa que hacemos para manipular a otros en contra de su voluntad, para lograr los deseos propios egoístas. La manipulación es un intento de controlar a alguien. El control y la manipulación son prácticas de la brujería.
En nuestro día, no usamos poción de brujas para controlar a los demás. Más bien, hacemos otras cosas como utilizar las emociones, retenemos afectos, provocamos temores, provocamos culpa, intimidamos con la ira, mentimos y engañamos o usamos la autocompasión.
Por: Charles Elliott Newbold, Jr.
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