viernes, 9 de enero de 2015

La paciencia nos es probada cuando reiteramos advertencias y no somos comprendidos, existen dos grades causas entre muchas:

No expresar con claridad por falta de palabras el alcance y límites de las restricciones.
No comprender el comportamiento de lo que pretendemos  delimitar.

El primero lo cubrimos con atesorar y emplear términos, que  expandan nuestro vocabulario saliendo de lo vulgar, vano del actual modismo de expresión;  el respeto y autoridad nos lo darán nuestros actos de desempeño y no el cúmulo de palabras soez.

El segundo con dominar bien las herramientas y uso pleno de habilidades adquiridas por el escudriño de lo concerniente a nuestras funciones.

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