lunes, 2 de febrero de 2015

Lo que inclina nuestro corazón hacia una vida azarosa es:
El engaño de adquirir riquezas disfrutables con poco esfuerzo; donde la codicia de lo que poseen los demás llega a ser nuestro afán, que transforma nuestra conducta al límite de realizar actos en detrimento.

Aunado de que tomamos gusto, placer y diversión por lo vil vulgar y mediocre, como podremos objetar  cuando el vocabulario cotidiano y desempeño laboral no es conspicuo.




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