martes, 7 de junio de 2016

Hemos perdido el acto de cumplir con lo que nuestras responsabilidades demandan, y lo trasladamos a la mera convencía.

 Sin atender que con responsabilidad ganamos más poder social, que con la violencia, porque en esta tendremos que emplear fuerza física, y no inclinación a ser obedecido por la mera confianza que cumplimos lo proferido.

Algo más grave es obviar la Justicia, desechar la honestidad por no percibir sus frutos inmediatamente, con lo cual defenestramos posibilidad de confianza sobre nuestro actuar y consecuentemente sobre nuestra persona, ganando el adjetivo de tramposo o algo peor.

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