Las
emociones pueden conducirnos a cometer los actos más infames posibles, que en
el momento que afloran estos creemos que es lo más acertado, ninguna circunspección nos interesa más que
satisfacer nuestros deseos.
Lo lamentable es cuando transcurre el fragor de nuestra decisión, y tenemos que vivir con la consecuencia de nuestros actos, aunque no todas las aflicciones son productos de emociones.
En ocasiones contadas las adversidades son oportunidades, para aflorar habilidades de la forma de salir avante, para ejemplo a otros sin alargar nuestras manos a la injusticia.
De enfrascarse en la deficiencia de la penuria seremos presa de la injusticia, no dando lugar a que esa situación opere a fin de nuestro bien.
Lo lamentable es cuando transcurre el fragor de nuestra decisión, y tenemos que vivir con la consecuencia de nuestros actos, aunque no todas las aflicciones son productos de emociones.
En ocasiones contadas las adversidades son oportunidades, para aflorar habilidades de la forma de salir avante, para ejemplo a otros sin alargar nuestras manos a la injusticia.
De enfrascarse en la deficiencia de la penuria seremos presa de la injusticia, no dando lugar a que esa situación opere a fin de nuestro bien.
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