martes, 5 de julio de 2016

Las emociones pueden conducirnos a cometer los actos más infames posibles, que en el momento que afloran estos creemos que es lo más acertado,  ninguna circunspección nos interesa más que satisfacer nuestros deseos.

Lo lamentable es cuando transcurre el fragor de nuestra decisión, y tenemos que vivir con la consecuencia de nuestros actos, aunque no todas las aflicciones son productos de emociones.

En ocasiones contadas las adversidades son oportunidades,  para aflorar habilidades de la forma de  salir avante,  para  ejemplo a otros sin alargar nuestras manos a la injusticia.

De enfrascarse en la deficiencia de la penuria seremos presa de la injusticia, no dando lugar a que esa situación opere a fin de  nuestro bien. 

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