domingo, 9 de octubre de 2016

Lo más raro en este tiempo es compartir, esto es, proveer a los menesterosos que con rectitud se desempeñan. Somos proclives a favorecer con lo mejor aquel que nos puede retribuir, sin embargo no movemos ni lo más endeble para socorrer un menesteroso. ¿Hemos olvidado que el que ayuda al menesteroso ayuda a Dios?

 Por demás es que se asista y se escuche de una religión, de manera que lo escuchado no se torna parte de nuestro estilo de vida que debe sustentar la Justicia.

Deseamos encontrar oportuno socorro, no cerremos nuestros iodos a quien podemos ayudar.  

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