Por
Desear regodearse en el infortunio del prójimo hace pasar por alto nuestro estado, respecto a eludir contratiempos. No alegrarse del infortunio ajeno urdiendo rapiña, asegura la misericordía para ese aspecto. Clamamos piedad y misericordía, pero sí antes no la ejercimos al prójimo no la tendremos presente. 
 
 
 
          
      
 
  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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