El vejar o ningunear la solicitud de Dios que es la práctica de justicia y misericordia sumerge en decadencia, languidez y muerte. Abstraídos por el efímero y falso placer de la injusticia olvidamos su perenne sufrimiento que no es subjetivo, sino real y palpable.
Alcanzar la vida pletórica por medio de interiorizar su carácter es lo que detalla su Palabra Divina; pero la hemos considerado como que cuarta o restringe la libertad. Toda libertad debe contener reglas.
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