Al sustentar proceder que estriba en justicia, misericordia y rectitud, son asiduas las perturbaciones a las leyes naturales que discurren a nuestro favor.
Hemos dejado de presenciar el beneplácito de Cristo Jesús, por el intersticio de las acciones perversas y pecaminosas practicadas.
Al tornar a la justicia palparemos el beneplácito a raudales.
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