Las aberraciones, expolio y toda clase de adversidades contra quien nos enfrente es supina en su grado de daño, sin estimar que esas acciones otros la pueden implementar en nuestra contra.
El que mata a hierro a hierro morirá. Mejor es esperar a que el peso de cada acción recaiga sobre su ejecutor, que nadie sale del plano terrenal, sin recibir retribución de sus acciones.
Acrecentemos la fe a Cristo Jesús para comprender que no es nuestra el dar pago de acciones.
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