El sosiego llega al decidir portar fuerzas que paliará adversidades cotidianas. Las fuerzas que convierte lo sinuoso en terreno llano y sin vertientes pronunciadas es el apego al carácter de Cristo Jesús.
El interiorizar el carácter del reino no exime de surcar por adversidades, pero sí infunde fuerzas para salir airoso en donde Dios decida dar más fuerza.
No claudicar de hacer el bien es crucial, para cosechar en abundancia del bien ofrecido a los demás; otra forma nada placentera es cosechar de la malicia ofrecida a los semejantes.
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