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El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malvado saca lo malvado, porque de la abundancia del corazón habla la boca. No es de extrañar divulgar desfiguro, improperio, con gran soltura por ser la normalidad de expresividad en el estrato social donde se funge cotidianamente.
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Atender que ellos se conviertan a ti y no tú a ellos por la singularidad de un hablar que muestre que eres digno de confianza. Podrás fingir en la expresión, pero aflorarán tus decisiones en lo ínfimo la verdadera intención que alberga tu corazón.
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Ser receptáculo de mejores condiciones laborales empieza por ser digno de confianza y destreza en tareas desempeñadas.
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