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Porque es necesario que el que cuida de los demás (familia u otros), sea irreprensible como administrador de Dios. No arrogante ni iracundo ni adicto al vino ni pendenciero (amante de pleitos), ni codicioso de ganancias deshonestas, sino hospitalario amante de lo bueno, prudente, justo, santo, dueño de sí mismo que retenga firmemente la la Palabra fiel.
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Lamentablemente bulle los que a la menor provocación asestan estocadas con las infidencias conferidas
Recuérdese los pecados pasados la cruz lo perdonó a quienes acuden a Cristo Jesús, los presentes la santidad de transitar en la ley de Cristo Jesús.
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