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Retén el ejemplo de las sanas palabras que oíste con la fe y el amor que hay en Jesucristo. Guarda el buen deposito por medio del Espíritu Santo que vive en nosotros. No nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio por tanto, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor.
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Es necesario las vicisitudes para aflorar y evidenciar nuestras carencias para enmendar. Que todo sea llano no da oportunidad a evaluar nuestro verdadero compromiso con muestras convicciones.
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