Hoy es no
es común padecer por hacer el bien dado que hemos forjado nuestro estilo de
vida en involucrarnos sólo en lo que rinde beneficios a corto plazo que es lo injusto por lo regular.
Donde
desechamos la rectitud, honestidad y veracidad, conduciendo a un estilo de vida
sumergido en decadencia y languidez, sin establecer límites para
discernir lo bueno de lo malo llegamos a considerar en base a nuestra
percepción de sentir.
Si los
límites llegan a formar parte de nuestra conducta no cimentado en nuestro
sentir egoísta, infamia y violenta.
Segura
mente tendremos la apreciación de la honestidad y rectitud evidenciada por las
bondades de una vida recta.
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