Ser arrastrados por las elecciones erróneas de aquellos que acostumbramos tolerar, parece ser lo normal por quienes desean agradar a un grupo social, sin discernir que la gravedad de acciones toleradas nos convertirán en cómplices.
Pocos logran influenciar a los demás con su carácter fuera del poder adquisitivo.
Ha percibido que muchos aceptan comportamiento infame y colmado de infamia si el que lo practica porta supremacía, todo por creer mantener estado económico.
Podríamos, ser compensados por ser frontales marcando errores y proporcionar la forma de corregirlos.
Para tal efecto deberemos portar carácter que no esté inmiscuido con lo pretendido en corrección, de lo contrario nuestras palabras no tendrán peso moral, salvo que por medio de hostigar logremos algo, pero ese algo no permanecerá.
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