viernes, 25 de diciembre de 2015

Las lisonjas que propinamos, para tener o pretender preferencia suele ser hechicería cuando no procede de agradecimiento, inflando el ego de quien creemos obtener tales ventajas, de seguro mostrará inclinación a nuestra persona; alguien avispado en relaciones humanas nos tacharía de obsecuentes.

Pero a todos en cierto grado, seduce la idea de contar con obsecuentes y sobre todo cuando esta afianza nuestra pertenencia a un grupo social, por eso tantos malhechores son tratados como bienhechores en algunos casos.



 

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