martes, 22 de noviembre de 2016

Al sufrir, un agravio deseamos otro con carga de sevicia hacia él que nos afectó. Nos ciega el enojo para averiguar si fue accidente o tenemos algo de culpa. Desconocemos, que la armonía de la vida comienza por no ser tan belicoso.

Llegar a padecer, con la confianza que retribución se obtiene de cada acción recibida o realizada es motivo de gozo frente a la adversidad, cuando activas por fe la parte Espiritual. No es necesaria la venganza cuando procedemos con Justicia; confiando que la Justicia de donde procede nuestra fe actúa para nuestro bien; sin importar como aparenten las acciones; pero recuerde que el único que hace posible fe, certeza y cambio de corazón es Cristo.

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