El justo
vivirá por la fe en el que gobierna sobre vivos y muertos; pero el injusto recibe
decadencia y luego muerte propiciadas, por sus mismas acciones injustas.
Es enrarecido, la honestidad, integridad y verdad,
y nos lamentamos de la impiedad que es básicamente, la corrupción. Nuestras
aquiescencias a todo acto depravado, es el resultado del comportamiento
evidenciado. De querer, atacar esta perversión deberá ser desde lo Espiritual. Es
este el punto más vejado hasta por los que creen servir a Dios pero buscan su
propio bien.
Si deseamos,
cambio alguno empecemos por el comportamiento propio, esto es, practiquemos
justicia que por adherencia los que desean la Justicia se unirán, eso sí, no constriñan
a nadie.
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