viernes, 18 de noviembre de 2016

El justo vivirá por la fe en el que gobierna sobre vivos y muertos; pero el injusto recibe decadencia y luego muerte propiciadas, por sus mismas acciones injustas.
 Es enrarecido, la honestidad, integridad y   verdad, y nos lamentamos de la impiedad que es básicamente, la corrupción. Nuestras aquiescencias a todo acto depravado, es el resultado del comportamiento evidenciado. De querer, atacar esta perversión deberá ser desde lo Espiritual. Es este el punto más vejado hasta por los que creen servir a Dios pero buscan su propio bien.

Si deseamos, cambio alguno empecemos por el comportamiento propio, esto es, practiquemos justicia que por adherencia los que desean la Justicia se unirán, eso sí, no constriñan a nadie.

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