Enmascaramos de broma el cariz ríspido que deseamos propinarle al que nos enfada, pero nos limita circunstancias externas. El temor nos guía a realizar actos inverosímiles que rayan con la estulticia.
Es de justos, pasar por alto la ofensa en estropicios. No responder ventralmente, conlleva algo de dominio propio y madurez;recuerde, antes de intentar reaccionar con intenciones furtivas o ante ellas.
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