Todo proceder propio e injusto parece justo o al menos irrisorio, pero no atendemos lo entuerto que suele ser desde la perspectiva del que recibe el daño. Toda malicia o benevolencia cometida lleva inherente el pago acorde a la injusticia o justicia empleada.
El único consuelo es que la injusticia y corrupción estaba en boga, y faltará convicción a Cristo Jesús para ser desterrada sin caer en remozar de primor.
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