La cobertura es brindada por lo Divino no por hombres; el desempeño en complacencia a Dios te hace imbatible. La cobertura es saberse hacer lo correcto ante Dios, y recibimos beneplácito por ello.
Lo manido es ser parte de la mayoría sin discernir lo correcto, justo o antítesis de ello; ser absorbido por la influencia de la mayoría pervierte el beneplácito a recibir.
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