Por no desear escuchar comprender y practicar la palabra de guía a la vida pletórica, sino es tomada como un vituperio; gravita sobre las cabezas un mal donde la decadencia atrapa y sus múltiples iniquidades interfieren para escuchar por Él que juzga vivos y muertos su clamor.
Es manido pedir misericordia, justicia y benevolencia en el tiempo de la angustia, pero no la ofrecemos cuando tenemos la oportunidad para otorgarla para luego recibirla al requerirla.
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