Ante las consecuencias del mal proceder es común desfallecer todo lo que no puede combatir o mejorar
la situación, con lo paliativo de las fortalezas contenidas.
La verdadera fortaleza radica en la confianza y obediencia en las directivas a vida abundante, que es la Justicia.
El resarcir procederes decadente es tomar el camino justo, sin ser guiado por contenido frente a los ojos.
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