Quienes practican iniquidad y ofrecen aflicción cosechan del mismo tenor otorgado y perecen por el aliento del altísimo.
De tener presente esta pequeña sentencia en nuestros actos diarios, de seguro rumbo a la mejora iríamos.
La maldad del hombre es inherente a su perverso corazón, por eso no es fácil salir de lo avieso.
Con la arrogancia del soberbio es extinguido el soberbio.
Otra sentencia que debería llevarnos a la humildad.
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