Cuando nuestros procederes son sin justicia, rectitud y honestidad en lugar de pan viene el suspiro; los gemidos se derraman como aguas porque lo que temía me sobreviene.
No se localiza la paz y tranquilidad ni reposo, sino solo turbación.
El reposo debería ser el hogar identificado por la pulcritud, orden, decoro y la funcionalidad estable de todas las cosas; donde todo integrante cumple a cabalidad con sus responsabilidades sin requerir ayuda constante en la realización de ellas.
Cuando ya contamos con todo lo requerido es que aparece formular un hogar, pero con la justeza y honestidad insertada en todo proceder.
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