Al afrentar consecuencias nefastas de nuestras acciones es manido pedir justicia y misericordia, pero pocos somos de tener presente que antes debimos practicar justicia y derecho que son el fundamento del trono de Cristo Jesús y deben ir delante de nuestro rostro.
La forma de salir victorioso en todo ámbito y menguar lo aciago provocado es seguir por sendas de justicia y misericordia en verdad.
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