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El temor a Dios radica en cuidar de no realizar actos fuera de su carácter de justicia, bondad y honestidad .
Temer al que puede destruir el alma y el cuerpo, este es Dios (Cristo Jesús) y no al hombre que solo logra destruir el cuerpo.
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Saber que todas nuestras acciones están en escrutinio al pago ha recibir, debe conducir a procurar mejor calidad de vida en justicia practicada(bendición).
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El ser arquitecto de nuestro destino radica en la elección tomada respecto a la justicia practicada.
De no tomar la justicia seremos los arquitercos de nuestra languidez y abatimiento permanente(maldición).
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Puesto delante la bendición y la maldición, siempre la decisión es personal
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