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Los acaecimientos que aparentan ser fortuitos siempre traen algo de advertencia a enmendar no hagamos caso omiso a los pequeños llamados, pues la advertencia puede acrecentar angustias de no poner manos a la obra en la rectificación.
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La tristeza o aflicciones acarea corrección al corazón con o sin dolor nuestra presteza lo determina.
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Atendamos todo aviso corporal al primer indicio de molestias, así en lo Espiritual.
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