Por la
cantidad de acciones perversas e injustas no logramos percibir, que todas estas
acciones sumergen nuestro ser en una desesperanza de existencia, por eso ricos,
pobres, famosos e ignorado, recurren al suicidio en alguna etapa de la vida,
donde el fruto de nuestras acciones injustas recae sobre nuestra cabeza porque
la paga de nuestro actuar diario desobediente a las reglas de oro es muerte.
Las reglas
de oro están en nuestra conciencia, más el cúmulo de acciones injustas ha
creado insensibilidad para discernir entre lo bueno a un proceder de vida
correcto y malo aquello que causara en nosotros angustia, sobre saltos y
muerte.
Lo confuso
de hoy es que se ridiculiza y menos
precia lo justo, recto, verdadero donde
pocos eligen lo que genera vida.
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