Podemos
vencer o no adversidades, no por nuestra inteligencia, fuerza e influencias,
sino más bien como consecuencias en pago de nuestro estilo de vida, que hemos
decidido portar en este trayecto terrenal.
Cada uno
determina las huellas dejadas a nuestros predecesores, sean buenas o malas
(esto es que sean acorde al propósito de nuestra creación) o no.
Lo que hoy
vemos por doquier, es la maldad manifestada por: Mentira, infamia, truhanerías
disfrazadas de entretenimiento, indiferencia al dolor ajeno.
Pero podemos
decidir como dice los religiosos ser más que vencedores, solo que ellos no
logran divisar o no quieren que esa victoria está en un estilo de vida justo,
recto e íntegro delante de Dios y como consecuencia hacia nuestros semejantes.
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