Ser
capacitado para amonestar es tener en práctica la justicia, verdad y bondad
y como la amonestación no es regaño o
arengo para realizar nuestras acciones, de la forma que no deseamos hacerla,
sino más bien es realizarlas con la convicción del ejemplo decidir ejecutarlas
así.
A fecha
casi nadie puede mostrar un estilo de vida idóneo, para amonestar a su
compañero y cuando alguien insinúa corregir un proceder ajeno para bien ese
atrevimiento es tomado como insulto o algo peor, por quien es objeto de la corrección,
teniendo en poco el aviso antes de la adversidad.
Resulta que
cuando somos incitados para algo injusto, violento mentiroso ahí corremos no
inmutándonos sino agradeciendo que nos
lleven a la adversidad, angustia y falta de paz que conlleva la injusticia.
Esto si es
paradójico estamos en el tiempo donde denominamos bueno a lo malo y viceversa
por nuestros placeres y egoísmo.
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