Por
la falta de carácter a fecha, no damos crédito alguno a las
promesas y juramentos, como carecemos tanto de credibilidad por
nuestras acciones cargadas de injusticia y maldad; el único fruto
que evidenciamos a los que ven nuestro proceder diario es maldad
porque del que hace maldad el fruto que da es maldad, manifestado por
los pensamientos, palabras y actitudes.
Así
como el tiburón es identificado por su aleta dorsal, de la misma
manera el hombre por sus palabras que termina en acciones.
Construir
una reputación de rectitud, honestidad y veracidad no es cosa que
encuentres por doquier y lo más cercano que hoy logras es
identificar al que es menos deshonesto.
Un
gran campo laboral se nos abriría si, mudáramos esta actitud del
mínimo esfuerzo con honestidad y lealtad evidenciada en toda acción,
ejecutada donde la capacitación no nos faltaría pues muchos
estarían dispuestos a instruir a una persona honesta.
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