domingo, 15 de marzo de 2015

 Desistir de continuar con las prácticas que originan desavenencias en el presente sería muy sabio, salvo que somos arrastrados por conveniencias no loables y dictados de la mayoría que exalta lo pútrido y decadente abarcando desde el vocabulario hasta actitudes diarias.

No recibimos el mismo trato al comportamiento ruin y grosero a uno amable y sincero.

Toda persona espera ser atendida bien, pero pocos prestan atención que esta reacción está condicionada al buen trato otorgado a los que interactúan diaria mente con nuestra persona.

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