La soberbia,
impera y se yergue en todo momento; obnubilando efectivamente, divisar el
camino de Justicia. La humildad y candidez se toma como defecto; por eso se
relega de practicar honestidad, bondad y
proceder en el camino de la verdad. La infamia, corrupción y toda obra ruin es inmanente
a la naturaleza humana; pero lo único que puede contenerla es la madurez Espiritual.
Hemos,
defenestrado de lo divino; produciendo
decadencia moral. Contumaz, con los resultados no osamos practicar Justicia; quitando la
soberbia de creer ser mejor que los demás. Es cierto, que la disciplina, entereza
y actitud es de mucha ayuda; pero no
perdamos de vista lo divino que predomina, sobre todo ámbito.
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