Muchos desean mantenerse firmes ante embates; pero la única
forma es cobijarse en la protección de la obediencia a Dios, alejar la
iniquidad de nuestras manos; ahuyentar que posea  en nuestro ser la injusticia. Entonces
podremos alzar rostro sin mancilla y no temeríamos a algo; descansar con paz en
plena turbulencia, y la oscuridad sería como la alborada.  
En cambio, el impío no tiene escape; su esperanza es entregar el alma , pero no hay sosiego. 
 
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