Dios no escucha a inicuo los que tiene un proceder constante en el pecado, esporádicos o los que no hacen su voluntad; su voluntad es que internalicemos el carácter mostrado cuando se encarnó en el cuerpo de Jesús de Nazaret.
Pero si rectificamos procederes por medio de la fe genuina, que genera convicción de no practicar lo que le desagrada, entonces seremos escuchados.
Y este es el secreto de la vida pletórica.
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