viernes, 1 de diciembre de 2017
Al escuchar un mensaje somos prestos a interpretar acorde a nuestra lógica y comprensión; y poco de acudir a la fuente para rectificar o anular, nuestra versión del mensaje. Este puede ser el auge que tiene el chisme; la falta de valor y carácter para encarar al emisor del mensaje o acudir a la fuente viable.
Las consecuencias morales, espirituales y físicas de una imprudencia (el chisme), devasta la confianza hacia nuestra persona; donde la reticencia es permanente. Otra razón de tomar el chisme como deporte es la vejez o los momentos solaz. Quien se ocupa en su crecimiento físico, mental y espiritual no tiene tiempo para minucias que restan y no aportan dividendos.
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