Hemos relegado la Justicia, derecho y honestidad, por el hacer dinero al precio que sea; ignorando que la vida no consiste en la cantidad de bienes poseídos, sino la forma justa de obtenerlos acorde a nuestra capacidad.
Algo no contemplado es la capacidad personal, para que la riqueza no torne en un adverso. Obnubilados por la avaricia, damos rienda suelta al tráfago de injusticias que insuflarán de dinero nuestros bolsillos, pero de viento en el contenido esencial de la vida.
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