Es asiduo estribar en otros las responsabilidades que nos atañen; obtener beneficios de la vida implica trabajo, empeño y dedicación, y no procurar por medios corruptos donde nunca se disfrutan a plenitud.
Enfrentar las consecuencias de nuestros actos y realizar las acciones proferidas, debería ser emblemático de todo hombre que se aprecie de ser respetado; lamentable es la decadencia de hogaño, que subvierte todo ápice de moralidad.
El tolerar y regodearse en la injusticia conlleva coadyuvar con la decadencia, y no parece que se desee abandonar este proceder; salvo que se evidencie mejores frutos y se enfatice en la cultura del trabajo.
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