Por cuanto el hombre no está supeditado a lo externo, enjuiciarle es perfecto por parte de Dios. La proclividad es elección interna; nadie más toma la decisión no cargues de culpa al entorno que contribuye, pero no es determinante.
Con afanes buscamos lo espectacular o lo excelso, pero pocos somos de exprimir cualidades al presente. Corresponde un esperpento o estropicio, es que mayor honor merece nuestra buena labor. Buena labor es la que expresa el amor de Dios y nosotros como instrumentos mediamente útiles.
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