Proclive a la malicia tendemos a la decadencia de todo resquicio de justicia y rectitud. Con ejemplos de nefasto proceder que al presente parece atinado aumentamos la separación entre Dios y los hombres sin recibir el beneplácito al obedecer a Dios.
Proliferan ejemplos de decadencia y pereza al esfuerzo de realizar las acciones justas, con autentico provecho duradero. La afinidad a la cleptocracia conduce al auge de la decadencia acentuada por la corrupción que en origen sin eufemismo es pecado.
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