Abominaciones imperantes en la ciudad que aumenta la polución.
Derramar sangre dentro de sí y portar ídolos en extravío del camino de Dios, hace inexorablemente marchar a decadencia.
Por la sangre derramada has pecado y el empedernido atavismo de tus ídolos, que precipita tu hora y se avecina el fin de tu existencia. Por eso te convierto en escarnio de los pueblos y burla de todas las naciones.
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