Por cuanto nos hemos conducido siguiendo las apetencias e impulsos propios, rezagando el ser de ayuda
a los demás dejando también la práctica
diaria de la Justicia, verdad, bondad y honestidad es que vamos creando la
reputación de no ser merecedores de vida.
Consecuente mente así como nos comportamos con los demás los demás nos tratan,
no encontrando sosiego ante nuestro ojos y la paz y seguridad que sólo produce la Justicia y el
acatamiento de principios de vida diario dentro del ámbito Espiritual.
Indudable mente la necedad nos identifica,
porque si ya comprobamos que no nos mejora la calidad de vida, la injusticia y deshonestidad debe ser que
por esta calidad está en lo no practicado que es lo Espiritual de Dios nada que ver con ritos e ídolos sino con
estilo de vida cimentado en Justicia.
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