Rehuimos
a las consecuencias adversas de nuestros actos, jamás desistimos de practicar cada una de las
actitudes frecuentes en la época, donde de avaricia, envidia y egoísmo lo
tenemos como estilo de vida correctos.
Nunca indagando por la evidencia propia de calidad
de vida presente, que por el actuar de esta manera estamos inmersos en la
brecha que conduce al deterioro moral de toda la sociedad donde tomamos lo
perverso como normal, y no queremos ver que estamos abundante en vicios.
Consecuente mente abundamos en carencias físicas y morales no encontrando
reposo a nuestra existencia con o sin dinero.
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