lunes, 31 de diciembre de 2018

Erradicar del proceder diario corrupción que el pecado, mentiras y artes de malicia producen no es cuestión de férreas convicciones porque el mal habita en el corazón del hombre.

Un real cambio empieza desde el corazón, y no solo es limitante de hábitos externos engloba lo interno; un remozar sin incluir lo Divino es falacia, porque maldición es confiar al hombre lo que es a Dios.

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